ESTADOS UNIDOS: Un halcón caído vuelve a levantar vuelo

Elliott Abrams, un veterano del Partido Republicano que se define como neoconservador, neoreaganista y sionista, pasó al centro de la escena gubernamental de Estados Unidos al ser nombrado jefe de Estrategia Mundial para la Democracia.

Abrams fue, en el gobierno del fallecido Ronald Reagan (1981-1989), una figura clave del escándalo Irán-Contras, esquema ilegal por el cual Washington financió a la oposición armada de Nicaragua con los ingresos por ventas clandestinas de armas al régimen islámico en Teherán.

Desde su nuevo cargo, Abrams supervisará las actividades del gobierno de George W. Bush en promoción de la democracia y los derechos humanos, y continuará con su labor en el directorio de Asuntos de Medio Oriente y África Septentrional del Consejo de Seguridad Nacional.

Aunque no es reconocido como un experto en los asuntos de esa región, Abrams ha manifestado en público su fuerte apoyo al conservador partido Likud, gobernante en Israel.

Luego de que una visita del hoy primer ministro Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén desató en 2000 la segunda intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación), Abrams cuestionó a grupos judíos que continuaban apoyando las negociaciones de paz y reclamaban el fin de los ataques israelíes.

En el gobierno del padre del actual presidente, George Bush (1989-1993), Abrams revistó en el Consejo de Seguridad Nacional, primero como jefe del área de derechos humanos y luego como director de Asuntos de Medio Oriente y África Septentrional.

El funcionario no estuvo en aquella ocasión disponible para entrevistas. Ahora, la situación es diferente. En noviembre, Abrams estuvo de gira por Europa para promover el plan Sharon-Bush para resolver lo que él denomina ”conflicto árabe-israelí”.

En ese mismo mes, Abrams participó en una entrevista de más de una hora en la Oficina Oval de la Casa Blanca junto con el presidente Bush y el ministro israelí para Jerusalén y la Diáspora , Natan Sharansky.

Bush y la nueva secretaria de Estado (canciller) Condoleeza Rice se han referido al último libro de Sharansky, ”El poder de la libertad para derrotar la tiranía y el terror”, en sus discursos sobre el compromiso con la propagación de la democracia en el mundo.

La conexión de Abrams y Sharansky se remonta a mediados de los 70, cuando el hoy ministro israelí trabajó en estrecha cooperación con el senador demócrata Henry Jackson, uno de los principales defensores de Israel y de la comunidad judía en la hoy disuelta Unión Soviética.

Abrams rechaza hace mucho tiempo el proceso de paz en Medio Oriente, al que considera expresión de una política de apaciguamiento. Sus posiciones han sido difundidas en numerosos textos para la revista neoconservadora Commentary, así como en libros.

Él es el autor del capítulo sobre Medio Oriente en el documento del influyente Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC) titulado ”Peligros actuales: Crisis y oportunidad en la política exterior y de defensa de Estados Unidos”.

En ese texto, Abrams formula el credo de ”paz mediante la fuerza”, que se ha convertido en el principio operativo del gobierno de Bush. ”Nuestra fuerza militar y nuestra voluntad de usarla seguirá siendo un factor clave en nuestra capacidad de promover la paz”, anotó.

”Fortalecer a Israel, nuestro principal aliado en la región, debe ser la clave de la política en Medio Oriente. No deberíamos permitir el establecimiento de un estado palestino que no apoye explícitamente la política estadounidense en la región”, sostuvo.

Abrams abandonó el Partido Demócrata a fines de los años 70, y en 1981 asumió al frente de la Oficina de Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios del Departamento de Estado.

Desde esa función, y luego como encargado del vínculo con América Latina, este funcionario autodenominado ”gladiador” en la causa de la libertad manejó operaciones clandestinas. Al finalizar el gobierno de Reagan, era, técnicamente, un delincuente.

Abrams se declaró culpable de dos delitos menores (entre ellos ocultar información al Congreso legislativo) para evitar un juicio y una posible condena a prisión. El entonces presidente Bush los indultó en 1992, poco antes de abandonar la Casa Blanca.

Las propias convicciones religiosas de Abrams —él se define como judío observante, conservador y sionista— son cruciales en su filosofía política neoconservadora.

En sus escritos privados, el funcionario ha proclamado ideas separatistas y segregacionistas radicales. Cree, por ejemplo, que los judíos no deben asistir a escuelas o formar pareja con no judíos.

”Fuera de la tierra de Israel, no puede haber duda de que los judíos, fieles al pacto entre Dios y Abraham, deben mantenerse aparte de la nación en la que viven. Está en la naturaleza del ser judío mantenerse aparte del resto de la población”, indicó.

Ese ”apartamiento” no es propuesto por Abrams como confinamiento en un gueto físico sino en el de impedir ”una exposición prolongada e íntima a la cultura no judía”.

Según el funcionario, estas ideas no implican ”deslealtad” con Estados Unidos. Pero los judíos deben lealtad a Israel porque ”están en un pacto permanente con Dios y con el pueblo de Israel y con su gente”, que no debe ”debilitarse si el gobierno israelí dispone políticas impopulares”.

(*) Tom Barry es director de políticas del Centro de Relaciones Internacionales (IRC) y autor de numerosos libros sobre su especialidad.

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