¿Qué pasará con la economía argentina una vez que finalice el proceso de canje de bonos de la deuda externa en cese de pagos? ¿Se mantendrá el ritmo de crecimiento? ¿Habrá una avalancha de inversiones? ¿Se fomentará un esquema de desarrollo industrial? ¿O se profundizará el ajuste?
En vísperas de la clausura del período de canje de la deuda argentina, casi ningún economista duda de la adhesión de una mayoría de acreedores privados a la oferta del gobierno. En cambio, son muchas las incertidumbres a la hora de analizar el escenario posterior.
Argentina lanzó en enero una operación de canje de viejos títulos sin precedentes. Se trata de una deuda de 81.800 millones de dólares impaga desde diciembre de 2001, cuya devolución será reestructurada mediante una quita estimada en 50 por ciento del capital y un aplazamiento de los vencimientos.
Pero aún bajo esas nuevas condiciones, y suponiendo que son aceptadas por la mayoría de tenedores de bonos, la deuda externa total que hoy se ubica en 181.000 millones de dólares (incluyendo las obligaciones contraídas con agencias financieras multilaterales) seguirá siendo una pesada carga, equivalente a 85 por ciento del producto interno bruto (PIB).
El economista Eduardo Curia, cercano al ministro de Economía Roberto Lavagna y asesor de esa cartera, dijo a IPS que el final del canje marca el fin de una primera etapa de recuperación de la actividad y el inicio de una segunda fase de consolidación del modelo y de nuevos desafíos.
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Curia sostiene que no es razonable esperar una cascada de inversiones inmediatas, pero la reprogramación de pagos de la deuda remueve un punto negro que generaba desconfianza ante el país. De todas maneras, habrá que pensar en trabas para los capitales de corto plazo que están en las gateras, advirtió.
El Banco Central analiza diversos proyectos para repeler la llegada de capitales golondrina que podrían provocar una apreciación no deseada de la moneda nacional. La estrategia del Ministerio de Economía radica en mantener un elevado tipo de cambio (de casi tres pesos por dólar) que favorece la competitividad de las exportaciones.
Buenos Aires declaró el cese de pagos de su deuda con acreedores privados en diciembre de 2001 en medio de un profundo colapso económico, político y social. Pocos días después, se precipitó la devaluación de la moneda y se profundizó la crisis.
Sólo a fines de 2002 se registró una recuperación de la actividad económica, en recesión desde 1998.
La crisis provocó una fuerte contracción del PIB y una desconocida ampliación de la pobreza en este país de 37 millones de habitantes. Ante ese panorama, el gobierno de Néstor Kirchner propuso a los acreedores renegociar la deuda impaga.
Hasta ahora, el gobierno sólo cumple sus obligaciones con los organismos financieros multilaterales, pero a partir de abril deberá comenzar la cancelación de compromisos con los acreedores que ya aceptaron cambiar sus viejos títulos por los nuevos bonos.
Asimismo, deberá retomar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para renovar un acuerdo, en suspenso hasta la finalización del canje.
El economista Claudio Lozano, de la Central de Trabajadores Argentinos, alerta en su trabajo Reflexiones sobre la Argentina post-default que el canje será presentado como un éxito por las autoridades, aun cuando siga sin ponerse en marcha una verdadera estrategia productiva.
De momento, la apuesta de Kirchner es mantener una estructura económica basada en la explotación de los recursos naturales, el aumento de las exportaciones y el tipo de cambio alto, pero ese esquema está agotado, dijo Lozano a IPS.
Con un canje exitoso, la deuda se reduciría un 30 por ciento, pero mantiene un elevado peso sobre el producto interno bruto, esto significa que pagaremos más que antes sin que esté garantizado que habrá un aumento de las inversiones extranjeras directas, señaló.
Para el experto, el arraigo de capitales de largo plazo requiere condiciones que el gobierno ni siquiera puso en marcha. No hacía falta esperar a salir del default (cese de pagos) para definir el tipo de especialización productiva del país, la protección arancelaria de sectores industriales o el papel de la banca pública en la política crediticia, criticó.
A su juicio, no se adoptaron medidas suficientes para mejorar la regresiva distribución del ingreso y ampliar, por esa vía, el tamaño del mercado interno. Tampoco se avanzó en la definición de complementariedades regionales productivas en el Mercado Común del Sur (Mercosur, del que también son parte Brasil, Paraguay y Uruguay).
El gobierno desperdició el oxígeno que tuvo durante el período en que no pagaba a los acreedores privados, cuando comenzó a recuperarse el ritmo de actividad, se registraron altos precios internacionales de los productos básicos (grueso de las exportaciones) y bajas tasas de interés, condiciones que tienden a cambiar a corto plazo.
Nada fundamenta la tesis que sostiene que un canje exitoso de la deuda, y por lo tanto la salida del default, abrirán una nueva etapa para la economía argentina, concluyó Lozano.
Al menos si por éxito se entiende la remoción de problemas estructurales y la puesta en marcha de una estrategia de desarrollo que incluya al conjunto de la sociedad, añadió. (FIN/2005)
Ministerio de Economía de Argentina
Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos
Argentina busca su rumbo – Cobertura especial de IPS Noticias