El Protocolo de Kyoto contra el cambio climático, que entra en vigor este miércoles, es el único tratado internacional con nombre japonés. Pero Japón no lo considera un honor, a juzgar por sus magros avances hacia la reducción de las emisiones de gases de invernadero.
"Japón tiene mucho que hacer para cumplir sus objetivos de reducción y detener el cambio climático. El gobierno debe demostrar un mayor liderazgo", exhortó Masaaki Najakima, un activista de la organización ambientalista Greenpeace contra el recalentamiento del planeta.
El protocolo establece que los países industrializados deberían reducir en un promedio de 5,2 por ciento sus emisiones de gases invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, entre otros), respecto de los volúmenes emitidos en 1990, meta a cumplirse entre 2008 y 2012.
Japón, la segunda economía mundial, se comprometió a reducir sus emisiones en seis por ciento, pero hasta ahora las ha aumentado ocho por ciento.
Japón se cuenta entre los 84 países que firmaron el tratado desde 1997, y entre los 141 que lo ratificaron.
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La Unión Europea fue uno de los actores del Norte industrial que más respaldó la vigencia del Protocolo. Estados Unidos (el mayor productor de gases invernadero, con 25 por ciento del total mundial) retiró su firma del tratado en 2001, y Australia no lo ratificó.
La ratificación del tratado el pasado noviembre por Rusia, que emite 17,4 por ciento del total mundial de gases invernadero, permitió la entrada en vigor del tratado, para lo cual era necesario el respaldo de países que emitieran más de 55 por ciento de los gases de invernadero en 1990.
Desde la Revolución Industrial, se han acumulado en la atmósfera altas concentraciones de gases como el dióxido de carbono y el metano, resultantes de la quema de combustibles fósiles, que atrapan el calor y provocan el llamado efecto invernadero.
El cambio climático resultante puede provocar el aumento del nivel del mar y la destrucción de numerosos ecosistemas, advierten expertos.
Líderes de todo el mundo discutieron durante varios años un acuerdo para reducir las emisiones que causan el efecto invernadero, hasta que en 1997 firmaron el Protocolo de Kyoto.
En esa conferencia, Tokio prometió reducir las emisiones en seis por ciento respecto a las emisiones de 1990. Sin embargo, desde ese año sus emisiones aumentaron ocho por ciento, según el Ministerio de Ambiente, y 12,1 por ciento, según la comisión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El gobierno japonés arguye que la diferencia se debe a distintos criterios de cálculo.
A pesar de todo, los activistas festejan la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto.
Yurika Ayukawa, directora de políticas de cambio climático del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Japón, dijo que Tokio deberá ahora cumplir sus compromisos o enfrentarse a las consecuencias, tras años de vacilaciones.
"Hay esperanzas de progreso en Japón. A partir de mañana, las autoridades se darán cuenta de que no tienen salida", dijo a IPS.
Si Japón no cumple su objetivo, como sanción deberá reducir sus emisiones en un 30 por ciento adicional a su compromiso original.
Una tendencia alarmante en este país es el aumento de los gases de invernadero emitidos en el ámbito doméstico (15 por ciento del total). El sector industrial es responsable de 40 por ciento de las emisiones, cifra que se ha mantenido estable a través de los años.
El Ministerio de Comercio admitió que la reciente recuperación económica tras una década de lento crecimiento provocó un aumento de la demanda y la producción, y esto ha causado dificultades a muchas industrias pesadas, en especial las del acero y la energía, para cumplir sus propios compromisos de reducción.
Según Nakajima, las industrias están deseosas de cumplir su parte mediante el uso de tecnologías eficientes, pero los consumidores tienen gran parte de responsabilidad por el aumento de las emisiones.
"El aumento de la demanda de productos en cada hogar ha contrarrestado los avances", observó el activista de Greenpeace.
Otros señalan la escasa conciencia de los consumidores sobre el aumento de las emisiones y la falta de apoyo gubernamental a las tecnologías alternativas.
Yodobashi Camera, una de las principales cadenas comerciales de electrodomésticos, dijo que su campaña para promover los refrigeradores que ahorran energía no ha tenido éxito.
Según el vendedor Katsuyuko Terashima, los consumidores no tienen interés en estos productos, aunque se les ofrece puntos adicionales que pueden transferirse a descuentos sobre otros artículos.
"Estoy azorado. Los electrodomésticos que ahorran energía cuestan 20 por ciento más que los otros", pero "la tendencia es a comprar los más baratos", dijo a IPS.