Brasil se apresta a entablar otra batalla contra los subsidios ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), tomando nuevamente a Estados Unidos como blanco por el apoyo que brinda a sus cultivadores de soja.
El reclamo ante la OMC no está decidido aún. Las organizaciones de agricultores brasileños harán una evaluación "preliminar" acerca de la comprobación de pérdidas provocadas por el programa estadounidense de protección, antes de pasar a la preparación efectiva de la denuncia ante el sistema multilateral.
El caso de la soja "es más complejo que el del algodón, en el cual Brasil obtuvo una condena a los subsidios estadounidenses", observó a IPS el responsable de Comercio Exterior de la Confederación de la Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA), Gilman Viana Rodrigues.
Pero es también una vieja cuenta pendiente para los agricultores brasileños, que habían intentado iniciar ese proceso en 2001. La recuperación de los precios de la soja en el mercado internacional abortó la iniciativa, pues se volvía casi imposible para Brasil comprobar sus pérdidas cuando en Estados Unidos bajaban los subsidios.
El apoyo estadounidense a la producción de soja es "anticíclico", ya que asegura a sus agricultores un precio mínimo, es decir concede más protección cuando bajan los precios y viceversa, explicó Viana.
Además, en los últimos años Brasil vivió un período de fuerte expansión de la producción y de las exportaciones de soja, obteniendo abultados ingresos, lo que redujo la probabilidad de éxito de una queja basada en daños.
Pero ahora se ha invertido la tendencia. Llegó el momento de estudiar el pedido de un panel (comité de arbitraje) en la OMC, según el ministro de Agricultura, Roberto Rodrigues, quien alienta al sector privado para tomar el nuevo desafío.
Brasil ya se convirtió en una suerte de enemigo jurado de los subsidios agrícolas practicados por el mundo industrializado, por el liderazgo que ejerce en las negociaciones multilaterales y en los paneles de la OMC.
Además del caso del algodón estadounidense, el reclamo brasileño triunfó el año pasado en una acción contra las exportaciones de azúcar subsidiado de la Unión Europea.
Pero con la soja los agricultores prefieren la cautela. Es necesario evaluar previamente si se justifica la queja, para luego pasar al estudio "econométrico" de estimar y comprobar las pérdidas, según Viana. El estudio y la contratación de abogados especializados para defender la acción son muy costosos, ascienden a "millones de dólares", argumentó.
Las "señales de 2005" parecen favorables, pues los precios internacionales cayeron y, "en las condiciones de hoy", los subsidios estadounidenses provocarán este año a Brasil pérdidas de unos 700 millones de dólares, estimó.
La complejidad del caso se debe en gran parte a las permanentes alteraciones en el mercado agrícola. Se hace "un análisis del presente, pero un estudio de este año no sirve en el que viene", explicó, subrayando los daños indirectos provocados por el apoyo interno estadounidense.
Al asegurar una renta al productor estadounidense, los subsidios le permiten mantener su producción en el volumen anterior, sin verse afectado por la caída de precios. De esa forma se transfiere a los países competidores todo el peso de abatir su producción para recuperar los precios.
En el caso de la soja, la producción mundial se concentra básicamente en Estados Unidos, Brasil y Argentina, en ese orden. Son por tanto estos dos últimos los que soportan las mayores pérdidas.
Analistas estiman que Estados Unidos más que duplicará los subsidios a la soja en la próxima cosecha, alcanzando 3.250 millones de dólares, debido a la tendencia de precios bajos.
En el caso del algodón, Brasil contó con el apoyo de decenas de países algodoneros, especialmente los africanos, cuando asumió la iniciativa de cuestionar los subsidios estadounidenses que agravan la pobreza de decenas de millones de familias en los países más pobres.
Ahora "sólo Argentina" podría interesarse en una alianza con Brasil, pues los demás productores son pequeños y tienen poco peso, evaluó Viana.
Simultáneamente, la reacción de Estados Unidos será más violenta, porque se trata de un proceso que golpea intereses económicos de "otra escala", mucho más poderosos que los del algodón.
Pero no es eso lo que debe perturbar a Brasil, pues "quien tiene la razón no necesita temer el tamaño del adversario", sentenció el dirigente empresarial.
Lo que sí preocupa a Viana es la dificultad para justificar la formación del panel. Los problemas que enfrenta el productor de soja brasileño no se deben sólo a adversidades internacionales y al subsidio estadounidense, aclaró.
Hay problemas internos, como el alza de los intereses por la rígida política monetaria del gobierno, el tipo de cambio sobrevaluado y la insuficiencia de inversiones en infraestructura de transportes, que aumentan los costos. Los mismos precios internos no acompañan los costos, aseveró.
La siembra actual de soja, por ejemplo, se efectuó cuando el tipo de cambio estaba en más de tres reales (la moneda nacional) por dólar. Ahora está en cerca de 2,60 reales por dólar, lo que reduce los ingresos en reales de las exportaciones muy por debajo de las expectativas al momento de plantar.
"Solo pediremos al gobierno que gestione un panel en la OMC si tenemos certeza del éxito", aseguró Viana. En su opinión, estas iniciativas puntuales deben también "crear fundamentos consistentes" para fortalecer a los países en desarrollo que luchan contra los subsidios en las negociaciones multilaterales de la OMC.