Inusuales incendios de bosques, oraciones en el santuario de Fátima, procesiones y misas católicas implorando por lluvia y aviones de la Fuerza Aérea lanzando productos químicos en las pocas nubes que se dibujan en el cielo marcan este invierno en Portugal.
Según estudios de expertos de la Universidad Lusófona de Lisboa, esta es la peor sequía invernal de Portugal en los últimos cien años, destacándose en especial los meses de diciembre y de enero.
Mientras el resto de Europa sufre las consecuencias de un invierno riguroso, con lluvias, nieve e inundaciones que han causado estragos, en vastas regiones frondosas de Portugal se registran incendios de bosques típicos de la época estival.
Cuatro bomberos murieron en un violento incendio en un valle cercano a Coimbra, capital de la Región Centro, 190 kilómetros al norte de Lisboa. Carlos da Encarnação, alcalde de la ciudad, explicó que estos fuegos poco usuales para la temporada, son alimentados por fuertes vientos que se hacen sentir en todo el país.
La última gran lluvia cayó el 29 de octubre. Pasados cuatro meses, se desvanecen las esperanzas de salvar la agricultura y parte de la ganadería del sur.
Las inmensas llanuras la región meridional de Alentejo, que en esta época del año deberían estar cubiertas de un manto verde, el ganado hambriento y sediento deambula en grandes espacios donde el amarillo es el color dominante.
Durante los dos primeros meses de sol persistente y temperaturas hasta de 17 grados, los portugueses no escondían su felicidad cuando asistían sonrientes a los noticieros televisivos mostrando una Europa fría y lluviosa.
Pero desde mediados de enero, cuando los precios de los productos agrícolas comenzaron a subir, en algunos casos hasta 300 por ciento, comenzó la preocupación por el bolsillo y las sonrisas se disiparon.
Al finalizar febrero la situación adquirió tal dimensión, que el miércoles pasado, la Fuerza Aérea hizo levantar vuelo a sus Hércules C-130 para lanzar al aire clorato de potasio y yoduro de plata con el propósito de provocar precipitaciones.
En 2004, los C-130 lograron provocar lluvias en la región central de Castelo Branco, pero esta vez la operación ha dado resultados prácticos muy limitados.
El obispo de Fátima-Liria, Serafim Ferreira e Silva, ordenó la celebración de misas en el Santuario de Nossa Senhora de Fátima, para intentar que la fe contradijera los caprichos de la naturaleza y consiguiera lo que la ciencia no pudo.
En los últimos tres días, se produjeron algunas lluvias en el sur del país, pero el registro de temperaturas excepcionalmente bajas en comparación con los promedios de la época, agravó considerablemente la situación.
Los vientos de hasta 130 kilómetros por hora y temperaturas bajo cero convierten la humedad de la lluvia en una escarcha fatal para las incipientes hojas verdes que comenzaban a aflorar.
El paisaje de Alentejo es un dantesco espectáculo de cadáveres de vacas, cabras y ovejas, muertas de hambre, sed y frío, mientras millones de gusanos oruga abandonaron su hábitat natural, invadiendo las aldeas de la zona en busca de alimentos.
Los pronósticos para la próxima primavera y verano son catastróficos.
La falta de agua se hará sentir y vastas áreas forestales serán presa fácil de las llamas por la sequedad y el intenso calor, que en algunos sitios del centro y del sur del país llegó a 47 grados en los últimos dos veranos boreales, estiman especialistas.
Los expertos en clima no vinculan estas condiciones adversas al recalentamiento global.
Si pensamos en los cortos plazos, verificamos que en el período de 1989 a 1999, en que ocurrieron dos sequías prolongadas, naturalmente la severidad fue mayor que entre 1969 y 1979, en que no ocurrieron, dijo el domingo en la revista Publica el director del Centro de Estudios de Ingeniería Rural del Instituto Superior de Agronomía, Luis Santos Pereira.
Pero esto no significa que esta variabilidad que corresponde a las sequías sea ya un efecto de variación climática. Que la alteración climática tenga influencia sobre la distribución de las precipitaciones, especialmente las inundaciones o las sequías, a largo o medio plazo, lo creo firmemente. Pero no estoy en condiciones de predecir nada, porque los modelos nos dan resultados bastante diversos, añadió.
La sequía también afectará al turismo y a los habitantes de muchas aldeas históricas, cuyos alcaldes ya comenzaron a ordenar la construcción de grandes estanques de reserva.
En tiempo de vacas flacas, los agricultores y ganaderos se organizaron sin esperar un mayor empeño del gobierno, enviando este lunes una delegación de sus representantes a Bruselas, sede de la Unión Europea (UE) para solicitar una ayuda financiera extraordinaria.
La delegación encabezada por Sebastião Rodrigues, presidente de la Federación de Asociaciones de Agricultores de Alentejo, viajará a la ciudad francesa de Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, para sostener reuniones con eurodiputados sobre la situación de extrema sequía que afecta a esa región.
Rodrigues advirtió que la situación más grave será en 2006, cuando se hará sentir la falta de lluvia que ha afectado la producción agrícola y pecuaria y ha dejado las represas con un preocupante déficit de almacenamiento de agua.
Con los daños en los cereales y en 70 por ciento de los pastizales ya perdidos, en 2006 ni siquiera (tendremos) heno seco para alimentar el ganado, advirtió Rodrigues.
El Ministerio de Agricultura declinó a indicar a IPS la magnitud económica de las pérdidas por la sequía, explicando que ese balance debe ser riguroso y, por lo tanto, lento.
La única estimación, realizada por los propios ganaderos, indica que la falta de agua y de alimentos está matando un promedio de 40 cabezas de ganado ovino y bovino por día.
Todo dependerá ahora del tipo de lluvias. Las largas y copiosas serán una tabla de salvación de última hora para muchos cultivos.
Si son torrenciales y cortas, solo servirán para el almacenamiento de agua porque, según los expertos de la Universidad Lusófona, este tipo de precipitaciones ayudará a matar a las pocas plantas supervivientes.
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