La cooperación internacional será decisiva para la recuperación de la bahía de la Habana, que recibe a diario más de 300.000 metros cúbicos de aguas contaminadas de ríos y de drenajes pluviales, industriales y hasta del alcantarillado de la ciudad.
Japón y varios países europeos, algunos a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), están involucrados en proyectos ya en marcha que contribuirán a erradicar focos de suciedad y hacer sostenible el desarrollo económico de la rada habanera.
Expertos aseguran que prácticamente 60 por ciento de la carga contaminante orgánica y 100 por ciento de la expedida por las industrias ubicadas en el área de la bahía serán eliminadas cuando comience a funcionar, entre fines de este año y comienzos del próximo, una planta para el tratamiento de residuos construida con apoyo de Italia en la desembocadura del río Luyanó.
También en el curso medio de ese mismo afluente comenzará en los próximos meses la ejecución de otra planta para tratar desechos domésticos e industriales, producto de un programa de saneamiento respaldado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF).
Ese proyecto incluye la construcción de un edificio con emisión cero, es decir que procesa sus residuales líquidos y no contamina el ambiente. Se trata de una experiencia que se desarrolló en Noruega y, si la tecnología se valida en Cuba, podría usarse en construcciones en el área de la bahía, comentó a IPS, Antonio Perera, experto del PNUD.
Perera añadió que especialistas de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) colaboraron, además, con el Grupo de Trabajo Estatal para el Saneamiento, Conservación y Desarrollo de la Bahía de La Habana (GTE-BH) en un estudio para el eventual mejoramiento del alcantarillado de la ciudad.
Esa red de saneamiento habanera fue construida a inicios del siglo XX para no más de los 600.000 habitantes de entonces, pero en la actualidad sirve a una población que bordea el millón de personas que viven o trabajan en la cuenca hidrográfica tributaria de la bahía. Su modernización necesita inversiones que el país sólo no puede enfrentar, según especialistas.
La sobreexplotación y deterioro acumulado de este sistema origina vertimientos al drenaje pluvial por interconexiones existentes que provocan la contaminación de la Bahía, señaló a IPS Angel Valdés, vicepresidente del GTE-BH, entidad creada en 1998 para el diseño y aplicación de los programas de saneamiento del ecosistema.
Los residuos domésticos e industriales se vierten en los ríos Luyanó, Martín Pérez y el arroyo Tadeo, cuyas aguas ensucian la bahía de La Habana, de 5,2 kilómetros cuadrados de superficie y situada prácticamente en el centro de la capital de 2,2 millones de habitantes.
La contaminación por hidrocarburos es otro de los grandes problemas cuya solución a largo plazo requeriría de fuertes inversiones, especialmente para una radical renovación tecnológica de la refinería de petróleo Ñico López, la principal responsable.
En los años 80, el ecosistema recibía unas 33 toneladas diarias de combustible, niveles que en la actualidad se redujeron en alrededor de un tercio, gracias a una serie de medidas adoptadas principalmente en la refinería y en una planta de gas.
Además, barcos de una empresa de saneamiento especialmente equipados para limpiar las aguas de sólidos flotantes e hidrocarburos prestan a diario servicio en el área, que el GTE-BH paga según el volumen recogido.
La misma firma se encarga de recoger e incinerar los desechos de las embarcaciones que llegan al puerto, que además pagan un impuesto que el GTE-BH revierte en el financiamiento de las obras de limpieza y restauración.
Valdés dijo que se trabaja también en varios proyectos para reducir los vertimientos de fuentes menores de hidrocarburos existentes en la cuenca, como bases de transportes, talleres automotores, entre otros.
Si comparamos con los años 80, se ha mejorado mucho, pero aún falta bastante por hacer. Hay planificadas acciones de un fuerte impacto ambiental, a mediano y largo plazo, cuya ejecución depende de la búsqueda de financiamiento, señaló.
El funcionario añadió que el progresivo avance, resultado del conjunto de medidas adoptadas entre 1995 y 2000, resulta notorio. Hoy tenemos reportes de unas 50 especies de aves que usan la bahía o las inmediaciones para anidar o refugiarse en algunos de los manglares que hay todavía en las algunas ensenadas, dijo.
Además de Japón e Italia, los programas de limpieza han recibido contribuciones de gobiernos y organizaciones de Bélgica y Alemania, entre otros. El resultado de estas colaboraciones nos ha permitido acometer obras, recibir equipamiento y capacitación de personal, señaló Armando Choy, presidente del Grupo estatal.
Los proyectos en ejecución incluyen también la educación ambiental para promover la participación ciudadana en las labores de rescate y preservación, así como para comprometer a las nuevas generaciones en el cuidado presente y futuro del entorno.
Es una necesidad involucrar a las personas y sobre todo trabajamos con niños y jóvenes, pues son las generaciones futuras las encargadas de continuar y asegurar la preservación de la bahía. El propio concepto de desarrollo sostenible lo exige, subrayó Valdés.
El directivo señaló que el trabajo relacionado con la rada habanera se apoya en la Ley 81 del Medio Ambiente y varios otros decretos sobre el tema, incluidos los de áreas protegidas y zonas costeras, así como en una serie de resoluciones y reglamentos que acompañan la legislación.
Eso está acompañado de un proceso de revisión y actualización de nuestras normas técnicas, ambientales, sanitarias, de recursos hídricos y la creación de normas que no existían. Quizás nos falta experiencia en su aplicación, pero hay un proceso serio de modernización de la legislación medioambiental, señaló.