Más de 80 muertos, un centenar de desaparecidos, al menos 100.000 familias sin hogar, puentes derribados y severos destrozos en rutas y en decenas de miles de hectáreas cultivadas dejaron las lluvias que se abatieron en las últimas semanas sobre Colombia, Guyana y Venezuela.
Se trató de precipitaciones causadas por vaguadas (depresiones barométricas) fuera de la habitual temporada lluviosa, de mayo a octubre, en esta parte del continente, y cuyo desastroso balance se exhibe precisamente en vísperas de que entre en vigor el Protocolo de Kyoto, el acuerdo global de lucha contra el recalentamiento de la Tierra.
Matemáticamente no se puede demostrar que los fenómenos atmosféricos actuales sean consecuencia de los cambios climáticos del planeta (…), pero es evidente que el entorno se afecta con las intervenciones insostenibles sobre el entorno, dijo a IPS el presidente de la organización ambientalista venezolana Vitalis, Diego Díaz.
Las vaguadas —apreciables en mapas satelitales como una gran cuña de tormenta que se incrusta desde el sur del mar Caribe sobre frentes en tierra firme— siempre han existido como fenómenos fuera de temporada, pero su recurrencia puede ser una de las reacciones en el planeta, que quizá eleve su temperatura seis grados en 50 años y el mar quizá suba 90 centímetros, explicó Díaz.
Por su parte, Luis Inciarte, de la organización no gubernamental de seguridad marítima Onsa, observó que las aguas de los océanos Pacífico y Atlántico mantienen temperaturas elevadas, lo que favorece la convergencia intertropical sobre aguas atlánticas, que gira absorbiendo nubes circunvecinas y eso desata las lluvias continuas.
Las precipitaciones en la segunda semana de febrero comenzaron castigando el norte de Venezuela, cuya capital recibió el 8 de este mes un récord de 84,7 milímetros de lluvia (84,7 litros por metro cuadrado), el mayor registro desde febrero de 1951, cuando cayeron 72,9 milímetros.
En esa oportunidad, al menos 14 personas murieron, hubo lesionados y aún hay otras desaparecidas y la emergencia abarcó siete de las 24 regiones del país, con varios miles de damnificados. Las lluvias incluso descubrieron decenas de tumbas en el principal cementerio de Caracas y obligaron a suspender las clases en escuelas y universidades durante una semana.
En tanto en Colombia, los aguaceros se ensañaron sobre los departamentos de Santander y Norte de Santander, en el nordeste fronterizo con Venezuela, donde se registraron 28 muertes, la mayoría en el municipio de Girón, vecino a Bucaramanga, y quedaron destrozadas 5.000 viviendas que dejaron sin hogar a 30.000 personas.
También las lluvias copiosas afectaron el departamento de Tolima, al sudoeste de Bogotá, donde se reportaron al menos seis muertos y 1.150 familias fueron damnificadas. Además en el Huila, más al sur, pereció un niño en un derrumbe.
Un frente frío sobre el Caribe es el culpable de estas lluvias, según el Instituto de Hidrología de Colombia.
El presidente colombiano, Álvaro Uribe, hizo llamado al sector privado de su país que asistir a la reconstrucción de las 5.000 casas destruidas y otra cantidad similar que quedó en riesgo.
Constanza Martínez, del Instituto de Hidrología, indicó que en 12 regiones de Colombia existen avisos sobre crecientes súbitas de ríos y arroyos. En varios lugares han caído hasta 128 milímetros de lluvia, más del doble del llamado nivel crítico.
Más al norte, en Venezuela, el frente occidental de la cordillera de los Andes fue severamente castigado con lluvias que afectaron especialmente a pequeños pueblos, como Santa Cruz de Mora, Tovar y Bailadores, en el sudoriental estado de Mérida, así como la llanura que es un emporio agrícola inmediatamente al sur del Lago de Maracaibo.
En Mérida se reportaron oficialmente 13 muertos y 43 personas desaparecidas, además de cuantiosos daños materiales, con pequeñas poblaciones aisladas privadas temporalmente sin emergía eléctrica, agua potable ni suministro de combustible.
Hasta ahora en Venezuela hay 33 muertos por la tragedia, pero el arzobispo de Mérida, Baltasar Porras, sostuvo, con base en su conocimiento de las comunidades, que las víctimas pueden ser muchas más que las estimadas por las autoridades.
El gobierno venezolano de Hugo Chávez destinó 52 millones de dólares para auxiliar a los damnificados y atender la emergencia, y anunció que aportará otros 500 millones de dólares a un fondo para nuevos asentamientos, a fin de descongestionar áreas de riesgo en la poblada región centro-norte-costera, castigada por lluvias y deslaves por segunda vez en seis años.
La referencia es a la catástrofe registrada en diciembre de 1999, cuando lluvias y sus consecuentes deslaves destrozaron el litoral Caribe cercano a Caracas y provocaron un número de víctimas fatales estimado en 10.000.
En medio de críticas de sus opositores por la gestión para reconstruir esa franja de litoral y tomar previsiones ante desastres, Chávez también clamó por la responsabilidad de los países poderosos, que no quieren oír. El Protocolo de Kyoto, el recalentamiento global, cómo se afecta el equilibrio terrestre, son fenómenos producto de problemas ecológicos del mundo, apuntó.
El gobierno estadounidense de George Bush retiró la firma de su antecesor, Bill Clinton (1993-2001), del Protocolo de Kyoto, que se pondrá en vigencia este miércoles y obligará a los países industrializados a reducir cinco por ciento sus emisiones de gases invernadero respecto de 1990, en el periodo 2008-2012.
Estados Unidos es responsables por 25 por ciento de estos gases, que retienen calor en la atmósfera y provocan el llamado efecto invernadero.
Mientras, más al este, Guyana, la única república sudamericana de habla inglesa, lamía lentamente las heridas causadas por fortísimas lluvias e inundaciones en enero, que causaron al menos 25 muertes, varios de ellas por un brote de leptospirosis que prendió en zonas inundadas, y que afectaron al menos a unas 90.000 familias.
Guyana perdió 10 por ciento de los arrozales en su zona costera y tiene otro 50 por ciento amenazado. Este lunes trabajaban cuatro grandes máquinas-bombas para achique de zonas inundadas, así como decenas de pequeñas, tratando de que muchas comunidades literalmente emerjan de las aguas.
Estados Unidos, Jamaica y Trinidad y Tobago colaboraban para superar la emergencia guyanesa, y la Organización de las Naciones Unidas trataban de obtener al menos tres millones de dólares para atender el déficit de alimentos y asistencia médica en las áreas más críticas.
El presidente guyanés, Bharrat Jagdeo, insistió en la necesidad de visibilizar el problema de su país, mientras esperaba la llegada a Georgetown este lunes del mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, luego de cumplir una visita de 24 horas a Venezuela.
Desastres como las lluvias en el norte sudamericano plantean el desafío, para las organizaciones no gubernamentales y los gobiernos, de insistir en la responsabilidad de la comunidad internacional en un esfuerzo global para mitigar el impacto de las emisiones de dióxido de carbono que recalientan el planeta, dijo Díaz. (