IRAQ: Democracia o fundamentalismo

Los vecinos de Iraq dan muestras de preocupación en vísperas de las elecciones del día 30. Más que abrir camino a la democracia en Medio Oriente, como cree Estados Unidos, las urnas podrían volcar la región al fundamentalismo islámico, advierten expertos.

No obstante, los líderes árabes muestran su apoyo a los comicios, porque la alternativa sería peor. Altos funcionarios de Egipto, Jordania y de los cinco países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) emitieron declaraciones para alentar la asistencia a las urnas.

”Confío en que las elecciones se celebren puntualmente, pero con la participación de todas las fuerzas políticas y sectas religiosas”, dijo el presidente Hosni Mubarak. ”El temor es que alguna secta se mantenga al margen, eso lleve a una escalada de violencia y terrorismo y que persista el círculo vicioso de masacre y destrucción.”

Un boicot sería ”muy peligroso”, pues conduciría a un ”conflicto sectario o étnico”, dijo, por su parte, el secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa, luego de la última cumbre de la organización en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheik.

Al llamar con entusiasmo a participar en las elecciones, los líderes árabes van contra la corriente predominante entre los árabes iraquíes. Los principales partidos políticos de raíces sunitas —rama del Islam predominante en el mundo árabe— llamaron al boicot.

Cincuenta y tres partidos políticos solicitaron ser retirados de las listas electorales, con la finalidad de demostrar su rechazo a la celebración de comicios bajo la ocupación estadounidense, informó la agencia nacional de noticias china Xinhua.

Algunos partidarios del boicot ya recurren a la violencia. Varios funcionarios electorales fueron asesinados en las últimas semanas, al igual que varios candidatos y tres políticos kurdos.

”Realizar las elecciones bajo la actual situación de inestabilidad e inseguridad no es factible ni fructífero”, dijo un aliado de Estados Unidos, Masoud Barzani, cuyo Partido Democrático de Kurdistan controla la mitad del norte de Iraq.

Pero Barzani afirmó que los kurdos aún prevén participar en los comicios, en principio para restar, según observadores, posibilidades de que el líder chiita, ayatolá Alí Sistani, encabece el nuevo gobierno.

Los chiitas constituyen 60 por ciento de la población de Iraq y son mayoría en países cercanos como Irán, Afganistán y Pakistán. Y el resultado más probable para las elecciones es que una serie de candidatos chiitas se encaramen en el poder.

Así, quedaría consagrado el liderazgo de Abdel Aziz al-Hakim, cuyo Consejo Supremo para la Revolución Islámica fue patrocinado hace dos decenios por el régimen teocrático iraní, integrante del ”eje del mal” al que dice combatir el gobierno de George W. Bush.

El analista político egipcio Ashraf Firadi considera que el ascenso al poder político de los chiitas —marginados por los regímenes anteriores, incluido el de Saddam Hussein, de hegemonía árabe y sunita— no supondrá un problema para Estados Unidos ni para la paz en la región.

Firadi recordó que ”lo primero que hicieron” los políticos chiitas ”fue rechazar las posiciones del ayatolá (Ruolá) Jomeini”, quien encabezó la Revolución Islámica que derrocó al shah de Irán, Mohammed Reza Pahlevi, en 1979.

El asesinado hermano de Al-Hakim, el ayatolá Mohammed Baqir al-Hakim, ”dijo que no pretendían establecer un gobierno religioso en Iraq, sino uno secular y democrático”, indicó el experto egipcio.

Otros observadores no son tan optimistas. Cuando Estados Unidos propuso en febrero la actual constitución interina de Iraq, un grupo de chiitas liderados por Al-Hakim y asesorados por el ayatolá Sistani se negaron a firmarla.

Los dirigentes consideraron entonces que la carta reconocía demasiados derechos a las mujeres, y exigieron que la ley islámica (shariá) fuera adoptada como base del derecho de familia.

Al-Hakim y Sistani dejaron de lado sus pretensiones solo cuando Estados Unidos prometió que el gobierno elegido en las urnas tendría potestades de cambiar la constitución.

Los chiitas ”podrían calmar las elecciones”, dijo Mohammed Waked, del independiente Grupo Egipcio Antiglobalización. ”Pero eso no cambiará las cosas, más que para ubicar a los chiitas en el poder como grupo organizado.”

”Y cuando los estadounidenses no logren cumplir con sus aspiraciones, tendrán un doble problema. La cosa para Washington empeorará y empeorará”, advirtió el activista.

Ese empeoramiento implica más preocupaciones en la región, según Waked. El investigador egipcio Samer Sulayman teme que Iraq caiga en el caos y el fundamentalismo.

”Eso significará que toda la región será un campo fértil para el fundamentalismo”, explicó. ”Los estadounidenses invadieron Iraq para imponer un proyecto político a Medio Oriente. Por lo tanto, su fracaso en Iraq significará el éxito del proyecto de Osama bin Laden.” (

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