Esta ciudad del norte de Iraq, una isla del grupo islámico sunita en medio del Kurdistán iraquí, puede convertirse en la más peligrosa del país en las elecciones de este domingo.
Desde otras partes del norte kurdo llegan refuerzos de la Guardia Nacional Iraquí, supervisada por Estados Unidos, y en redadas nocturnas detienen a sospechosos de perpetrar atentados contra las fuerzas de ocupación.
Pero las tropas suelen convertirse de cazadores en presas en las calles de Mosul. En los últimos dos días, una columna de soldados kurdos del batallón 104 de la brigada 23 de la Guardia Nacional sufrió dos emboscadas fatales.
Los soldados habían sido enviados a Mosul en noviembre, cuando grupos insurgentes amenazaron con tomar el control de esta ciudad, en su mayoría habitada por árabes del grupo islámico sunita pero en parte poblada por kurdos, que son musulmanes pero no árabes. Esto ocurrió durante la ofensiva estadounidense a la central ciudad de Faluya.
Los kurdos son una nación sin patria. En Iraq constituyen 20 por ciento de la población y fueron blanco de una represión sangrienta bajo el gobierno de Saddam Hussein (1979-2003), pero desde el derrocamiento de ese régimen por Estados Unidos, en abril de 2003, gozan de autonomía en el norte del país.
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La mayoría sunita en Mosul pretendía que los kurdos, los más estrechos aliados de Estados Unidos en Iraq, salieran de la ciudad, pero ahora los kurdos están a cargo de la seguridad de la ciudad junto con las fuerzas estadounidenses.
Ahora, la resistencia árabe sunita a la ocupación tiene también una motivación étnica para sus ataques, porque los soldados de la Guardia Nacional son en su mayoría kurdos. Éstos, a su vez, sienten escasa simpatía por la población árabe, a la que consideran en general terrorista.
Una caravana del batallón 104 de la Guardia Nacional en misión de supervisión de centros de votación sufrió el viernes una emboscada en uno de los caminos que conducen a la ciudad. Cuando las dos primeras camionetas cargadas de soldados pasaron al lado de otra camioneta estacionada, estallaron en una bola de fuego.
Dos soldados murieron antes de poder ser trasladados al hospital, y otros cuatro sufrieron heridas graves. En el lugar del atentado, dos oficiales kurdos arrestaron y dieron una golpiza a dos habitantes locales árabes que aparentemente nada tenían que ver con el hecho.
Los oficiales kurdos alegaron que los militantes obtienen la información que necesitan de la población local árabe.
Ataques como éste han ocurrido sin cesar en Mosul en los últimos meses, pese a la presencia de experimentados combatientes kurdos y los esfuerzos de Estados Unidos por controlar la ciudad en víspera de los comicios.
Desde el viernes, rigen normas especiales de seguridad. No se permite la circulación de automóviles por las calles, y varias unidades de la Guardia Nacional están desplegadas alrededor de los centros de votación de la ciudad.
Se prevé una baja concurrencia a las urnas. Las elecciones se realizarán, pero muy pocos ciudadanos participarán, dijo el coronel Aris Zeibari, comandante del batallón 104.
Hasta noviembre, cuando la situación amenazó con salirse de control en Mosul, unidades locales patrullaban la ciudad, pero había muchos traidores entre sus filas y por eso se enviaron unidades kurdas, explicó el coronel Zeibari.
La gente que hace estas cosas (atentados) vive entre la población. Son antiguos integrantes del partido Baas (de Saddam Hussein), que debieron ser excluidos de inmediato tras la caída de Saddam, declaró.
En la base militar de Al-Kindi, una antigua fábrica, oficiales kurdos del batallón 104 se refieren con recelo al batallón 101, establecido al lado de ellos.
Tres de las cuatro compañías de ese batallón son árabes, pero no hay que preocuparse, nosotros los vigilamos, dicen oficiales kurdos sobre sus supuestos hermanos de armas.
El coronel subcomandante del batallón 101, perteneciente a una conocida familia árabe de Mosul, exhibe una lista de 265 soldados que desertaron en el último año.
Se incorporaron por el dinero, pero fueron amenazados y desaparecieron, declaró el coronel, que prefirió mantener su nombre en reserva.
Él tampoco espera una concurrencia masiva a las urnas. Los terroristas van de casa en casa advirtiendo a la gente que no vaya a votar, afirmó.
Otro oficial dijo que los extremistas amenazan a familiares de los miembros de la Guardia Nacional. Dicen que secuestrarán a nuestros hijos y quemarán nuestras casas, relató.
En el resto del Kurdistán iraquí, las autoridades prevén que los comicios se realizarán con relativa normalidad, al igual que en algunas partes del sur de mayoría chiita, pese a recientes episodios de violencia.
En distintos puntos del país, los insurgentes lanzaron numerosos ataques contra tropas estadounidenses, centros de votación y fuerzas iraquíes.
En la víspera de la votación se han tomado medidas de seguridad sin precedentes, que incluyen un toque de queda entre las 16:00 y las 03:00 GMT en casi todas las ciudades, el cierre de las fronteras y del aeropuerto de Bagdad, y la prohibición de viajar entre provincias.