ECONOMÍA-BRASIL: Engañosa para el más experto

La economía brasileña desmintió los oráculos en 2004, al superar todas las previsiones de expansión del producto bruto interno (PBI) y de las exportaciones, datos que al parecer no escarmentaron a los economistas.

Ninguno de los expertos previó que el PBI crecería cerca de cinco por ciento en el año que finalizó, ya que había casi un consenso en torno de 3,5 por ciento. Tampoco las proyecciones llegaban a ubicar el superávit comercial en 33.696 millones de dólares, gracias a un aumento de las exportaciones de 32 por ciento respecto del periodo anterior.

La lógica indicaba incluso que un mayor crecimiento económico afectaría las ventas externas de Brasil, por la necesidad de atender la demanda interna.

Los resultados son sorprendentes especialmente porque ocurrieron pese a una política macroeconómica con "elementos depresivos”, como altos intereses, fuerte ajuste fiscal y oscilaciones en el mercado de cambio.

"Es el milagro brasileño” tener una economía funcionando e incluso creciendo en medio de tantas variables que parecen incompatibles con actividades económicas normales, reconoció a IPS el economista Geraldo Biasoto Junior, profesor de la Universidad Estadual de Campinas, ubicada a 100 kilómetros de la meridional ciudad de Sao Paulo.

Hace una década que la tasa básica de interés, fijada por el Banco Central, está entre las más elevadas del mundo. Este año bajó a 16 por ciento y así se mantuvo hasta septiembre, cuando volvió a sufrir alzas mensuales, alcanzando el nivel actual de 17,75 por ciento.

Pero esa tasa que paga el Banco Central y remunera los títulos de la deuda pública es casi nada comparada con los intereses cobrados por la banca comercial en préstamos a las empresas y a los clientes individuales, superiores de 30 y 60 por ciento al año, respectivamente.

Para el consumo con tarjetas de crédito y compras minoristas financiadas, el interés puede superar 150 por ciento anual.

Por su parte, el tipo de cambio, que alcanzó 3,65 reales (moneda nacional) por dólar en febrero de 2003, cuando el gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva transitaba su segundo mes de gestión, bajó a comienzos de 2004 a 2,88 reales, luego subió a 3,20 reales en mayo y cayó finalmente el 30 de diciembre a 2,65 reales por dólar.

Pero a inestabilidad cambiaria no impidió que las ventas externas crecieran, aunque la valorización de la moneda nacional asusta a los exportadores.

Con menos de tres reales por dólar es imposible cumplir la meta oficial, de aumentar las exportaciones en 12 por ciento este año, sentenció el presidente de la Asociación de Comercio Exterior, José Augusto de Castro.

El tipo de cambio actual está en el nivel de 1999, cuando Brasil luchaba por superar los efectos de la crisis de Rusia y tuvo que apelar a una gran devaluación del real, cuyos efectos en la balanza comercial sólo se concretaron dos años después.

Una parte de la expansión exportadora actual "es estructural”, se debe a ajustes de las empresas, a la buena competitividad externa y a conquista de nuevos mercados, es decir que no será afectada por el cambio adverso, pero es una "locura” creer en el mantenimiento de la actual tendencia con este tipo de cambio, evaluó Biasoto.

Pese al superávit comercial acumulado de 71.642 millones de dólares en los tres últimos años, la economía brasileña sigue "muy vulnerable” a turbulencias financieras internacionales, por su elevada dependencia de capitales externos, apuntó el economista.

Se trata de "un castillo de cartas” que puede derrumbarse en cualquier momento, de la misma forma que sorprende por su crecimiento contrariando factores "depresivos”, sostuvo.

Las crisis de 1997 y de 1998 serian los ejemplos recientes, que obligaron Brasil a recurrir a la ayuda del Fondo Monetario Internacional para evitar la bancarrota, ante la fuga de capitales después de la sucesión de problemas económicos en Asia y luego en Rusia.

Otra debilidad apuntada por Biasoto es "la estructura industrial desequilibrada”, en la que sobra capacidad productiva instalada en unos sectores y falta en otros. De esa forma el crecimiento presiona sobre estos últimos provocando brotes inflacionarios.

En estas condiciones resulta "absurda” la política económica actual, que combate la inflación únicamente con el alza de los intereses, sin usar otros instrumentos, como el crédito y alivios tributarios para incentivar los sectores económico a recuperar, opinó el experto.

Otro pilar de la política económica del gobierno de Lula, como es el superávit fiscal primario de 4,5 por ciento del PBI, destinada a mejorar las cuentas públicas pero que limita la capacidad de inversiones estatales, es también vulnerable porque depende del crecimiento, sin el cual sería necesario "más recortes de gastos”, con consecuentes problemas políticos, acotó.

Una visión más optimista, empero, muestra su colega Antonio Marcio Buainain, también de la Universidad de Campinas, quien se equivocó menos en las previsiones de 2004. Desde el inicio esperaba advirtió un crecimiento de "más de cuatro por ciento” del PBI.

Su explicación es que habían condiciones consistentes para una fuerte expansión económica, pero "disensiones y confusiones en el gobierno” retardaron la recuperación. En los tres primeros trimestres de 2004 finalmente el PBI creció 5,3 por ciento, respecto de igual período del año anterior.

En su evaluación, las elevadas tasas de interés son preocupantes si se prolongan demasiado, pero perjudican la economía brasileña menos de lo que se podría suponer, porque no siempre sirven de base a las decisiones sobre inversiones. La expectativa de crecimiento económico sí es clave.

En este año que se inicia la expansión del producto está en gran parte asegurada "por la inercia de la economía reactivada”. Las empresas "no desmovilizan sus equipos y sus funcionarios” por cuestiones que pueden ser temporales, argumentó.

Ahora es el tiempo de la recuperación del mercado doméstico, el principal factor, reduciendo el peso de las exportaciones y por tanto del tipo de cambio.

Hay sectores importantes, como la industria automovilística, que hicieron abultadas inversiones en los años pasados y disponen hoy de capacidad productiva excedente, acotó.

Buainain sólo lamenta que el gobierno de Lula haya perdido "una gran oportunidad” en su primer año de gobierno, en 2003, de bajar fuertemente la tasa básica de interés, creando mejores condiciones para un crecimiento sostenido.

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