DESARROLLO: Davos y Porto Alegre, planetas diferentes

El Foro Económico Mundial reúne en la exclusiva ciudad turística suiza de Davos a un puñado de gobernantes y empresarios que, rodeados de lujo y una estricta custodia, dicen disponerse a «asumir la responsabilidad de decisiones difíciles».

La ciudad brasileña de Porto Alegre, en cambio, alberga a unos 120.000 integrantes de la sociedad civil —es decir, los "gobernados"—, participantes en el Foro Social Mundial bajo la consigna "Otro mundo es posible".

Algunos acampan en el Parque Armonía, o pagan apenas cinco dólares al día para vivir en casas de familia. No hay detectores de metales a la vista en el Territorio Social Mundial, como se denomina la sede del Foro.

Las dos conferencias se celebran simultáneamente, pero están separados por más que los miles de kilómetros entre Porto Alegre o Davos o por las circunstancias meteorológicas determinadas por los hemisferios (nieve en Suiza, calor en Brasil).

El Foro Económico Mundial se autodenomina "la principal comunidad mundial de empresarios, políticos, intelectuales y otros líderes de la sociedad comprometidos con la meta de mejorar el estado del mundo".
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El Foro Social Mundial se define como "un lugar de reunión abierto a para grupos y movimientos de la sociedad civil opuestos al neoliberalismo, a un mundo dominado por el capital y a cualquier forma de imperialismo".

En Davos, a cualquiera le resultará difícil acceder a discusiones sobre "iniciativa de gobierno mundial", "filantropía estratégica corporativo" o "cómo encontrar mecanismos lucrativos para facilitar bienes y servicios asequibles a los pobres".

En Porto Alegre, los foristas creen estar "construyendo una sociedad planetaria centrada en la persona humana", y la organización les permite "unirse para mostrar sus opiniones, debatir ideas democráticamente, formular propuestas, compartir libremente sus propuestas y tejer redes para la acción".

Es muy fácil perderse en el Territorio Social Mundial, donde se han convocado 2.500 reuniones programadas por unas 4.000 organizaciones de la sociedad civil de 112 países.

Las actividades son incesantes desde el amanecer hasta la noche, e incluyen desde el Primer Foro Mundial sobre Información y Comunicaciones hasta un festival cinematográfico.

Algunas reuniones se dedican a los pueblos indígenas, a los movimientos negros y a la situación de los palestinos. Una carpa está consagrada a la solidaridad con Cuba y Venezuela ante la hostilidad estadounidense.

En Davos, el primer ministro británico Tony Blair abrió un seminario en que participaron el billonario empresario Bill Gates, representantes de los gigantes financieros Citigroup y Deutsche Bank y de la corporación de alimentos Nestlé, la farmacéutica Novartis y la Bolsa de Nueva York, ante 2.250 personas de 96 países.

Entre las luminarias de Davos figuran 20 jefes de Estado y de gobierno, 70 ministros, algunos líderes sindicales y religiosos y un puñado de organizaciones no gubernamentales.

Como novedad, como si fuera inspirado por el Foro Social Mundial, Davos tendrá una Sala Global, es decir una sesión interactiva dirigida a facilitar la participación de voces diversas en asuntos como "Perspectivas de negocios en alianzas de múltiples accionistas", "ciudadanía corporativa mundial" e "inversión responsable".

Del otro lado del océano Atlántico, el Foro Social Mundial se abre y se cierra con una Marcha por la Paz, sin un líder en particular. Luego, se desarrollan encendidos intercambios sobre asuntos sociales, raciales, económicos, ambientales, alimentarios y de salud.

Quizás el único vínculo entre los dos foros sea el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien asistió a ambos. Algunos en Porto Alegre lo interpretaron como una afrenta. El resto considera que Lula es portador de un fuerte mensaje de la sociedad civil a los reunidos en Davos.

De hecho, veteranos observadores de los asuntos mundiales afirman que, al margen del contraste entre los dos foros, es necesario buscar alianzas entre la sociedad civil y los gobiernos y empresarios.

En las vísperas de la apertura de ambas conferencias, hubo señales de autocrítica por parte del Foro Económico Mundial.

"El análisis de lo sucedido en 2004 demuestra que pocos, tanto en el sector público como en el privado, hacen algo cercano a lo que se requiere para que el mundo se encamine a alcanzar sus metas más importantes", advirtió el Foro de Davos.

"El año 2005 debe ser de cambio, en especial si la formidable energía de la empresa privada se aprovecha con más eficacia", agregó.

En una extraña similitud, ambos foros afrontarán las consecuencias de nuevos elementos en la política internacional: el objetivo de acabar con "los tiranos" anunciado por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.

Esta meta parece sustituir las de "destruir las armas de destrucción masiva" y los "cambios de régimen" perseguidas por el padre del actual mandatario, el ex presidente estadounidense George Bush (1989-1993).

La "guerra contra el terrorismo" apenas ha sido mencionado en Porto Alegre. Mientras la reunión en Davos vincula el terrorismo con la seguridad mundial y regional, las multitudes en Porto Alegre consideran que más vitales en ese sentido son la desmilitarización, el libre comercio y el alivio de la deuda externa de los países pobres.

(*) IPS/TerraViva

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