Aunque la imposición voluntaria de aranceles de exportación a la vestimenta por parte de China puede evitar la primera gran guerra comercial de 2005, no detendrá la rápida conquista mundial del mercado textil por el gigante asiático.
Cobrar unos pocos centavos a las exportaciones no tendrá ningún efecto significativo en la estructura definitiva de la industria textil mundial, señaló el secretario de Comercio de Estados Unidos, Donald Evans, de visita en Beijing esta semana. Las fuerzas económicas son demasiado poderosas, agregó.
El primer día de este año, llegó a su fin el complejo sistema de cuotas que durante 30 años limitó las importaciones de textiles e indumentaria de los países industrializados. China, que produce 20 por ciento del total mundial de esos productos, será el principal beneficiario del fin de las cuotas, duplicando su porción del mercado antes de 2007.
En un aparente esfuerzo por disipar los temores a su dominación mundial del mercado, Beijing anunció en diciembre que la mayor parte de sus productos textiles (148 tipos) serían gravados con dos centavos de dólar por artículo.
El impuesto entró en vigor el 1 de enero, pero sus críticos lo consideran muy pequeño para tener un impacto significativo.
El principal mensaje a nuestros amigos en Beijing es que el papel de China en la economía mundial está cambiando. El papel al que China aspira en en el comercio y la economía mundiales en su conjunto implica obligaciones, advirtió Grant Aldonas, subsecretario de Comercio de Estados Unidos para el comercio internacional, que acompañó a Evans en la capital china.
Aunque la decisión de poner fin a las cuotas de los textiles se adoptó hace 10 años, al final de la Ronda Uruguay del GATT, en los últimos meses se registró una creciente presión de las industrias textiles sobre sus respectivos gobiernos, tanto del Norte como del Sur, para que apliquen nuevas medidas para contener el volumen de importaciones chinas.
Unos 72 grupos textiles y de la vestimenta de 36 países solicitaron a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que postergue el levantamiento de las cuotas hasta el 31 de diciembre de 2007.
En diciembre, el gobierno de Argentina decidió adoptar este mes dos decretos para restringir las importaciones de textiles chinos mediante cuotas. Según los decretos, los textiles y las prendas de vestir de China no podrán exceder 7,5 y seis por ciento del total de las importaciones de esos productos el año pasado.
También en diciembre, Turquía anunció cuotas sobre 42 tipos de importaciones de textiles chinos.
El daño causado por el surgimiento de China como una superpotencia textil podría ser devastador para pequeños países en desarrollo con economías poco diversificadas, especialmente de Africa.
Al comienzo del nuevo año, la Comisión Internacional de Comercio de Estados Unidos emitió un informe sobre el impacto del fin de las cuotas, e identificó a Lesoto, Kenia y Mauricio como países especialmente vulnerables.
En Estados Unidos, expertos de la industria estiman que el país podría perder 600.000 empleos si no se toman medidas de salvaguarda para controlar las importaciones chinas.
Beijing aceptó la posibilidad de tales salvaguardas como parte del acuerdo de su ingreso en la OMC, en diciembre de 2001.
Mientras, la Unión Europea (UE), que ha sido un enorme mercado para los productos textiles chinos en los últimos tres años, urgió a Beijing a mantener a raya a la industria en la séptima cumbre UE-China, el mes pasado.
Amenazada con acciones en la OMC, no sorprende entonces que China haya tomado la iniciativa de imponer sus propios aranceles a sus productos de indumentaria.
Pero dado que la industria textil y de la vestimenta de China se cuenta entre las más eficientes del mundo, es improbable que un incremento de dos centavos en el costo de cada prenda ponga freno a las exportaciones del país más poblado del mundo. (