Un sistema de alerta temprana de maremotos en el océano Indico podría estar en operación en julio, según el pronóstico de expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).. Pero aún hay mucho por hacer para llegar a esa meta, considerada imperiosa tras el tsunami que causó en diciembre la muerte de más de 220.000 personas en el sur y sudeste de Asia.
El eslabón más débil no son los instrumentos (tecnológicos), sino el compromiso de los gobiernos con el desarrollo del sistema de alerta temprana y su extensión hasta las comunidades, sostuvo Patricio Bernal, secretario ejecutivo de la Comisión Oceanográfica Internacional (COI) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
La COI será la encargada de coordinar el proyecto del sistema, que recibió un espaldarazo de países donantes durante la Conferencia Mundial sobre la Reducción de los Desastres Naturales, entre el 18 al 23 de este mes en la sudoccidental ciudad japonesa de Kobe.
Los tsunamis son olas gigantes generadas por sismos en el lecho del mar, con inmenso poder destructivo. Millones de personas perdieron sus hogares tras el paso del tsunami el mes pasado, que devastó Bangladesh, Birmania, India, Indonesia, Malasia, Maldivas, Seychelles, Sri Lanka, Singapur, Somalia y Tailandia.
Bernal aseguró durante la conferencia de Kobe que ya hay bases tecnológicas adecuadas, desarrolladas por Japón y Estados Unidos para el sistema de recolección de datos y alerta sobre tsunamis en el océano Pacífico, con sede en Hawaii.
El sistema del Pacífico trabaja a través de sensores de presión del agua en el fondo del océano que envían señales a boyas en la superficie al paso de un tsunami. Las señales son a su vez enviadas a un satélite, que informa a los centros de alerta temprana.
El costo de construir un sistema parecido en el océano Indico se estima en 13 millones de dólares, y su marco se delineará durante una reunión de expertos internacionales en marzo en París, a instancias de la COI.
Ahora el desafío es crear un grupo de trabajo como plataforma para coordinar las diversas propuestas sobre los componentes del sistema, apuntó Bernal.
Algunos elementos clave serán la participación de los gobiernos en la supervisión, una estrecha cooperación en un marco de transparencia, para compartir datos correctos, así como la colaboración de las comunidades locales.
Está previsto el envío de equipos especializados a los países del océano Indico para asistir en la formulación de estrategias de emergencia, que incluirán planes de evacuación y construcción de refugios.
Varios especialistas de la ONU demandaron la creación del sistema mundial de alerta para reforzar el desarrollo de una cultura de reducción de desastres en las comunidades.
En opinión de Bernal, el sistema de alerta temprana en el océano Indico se podría perfeccionar y expandir hasta alcanzar escala mundial en 2010.
Es muy simple. La meta es que todas las comunidades tengan acceso a un sistema de alerta temprana que no sólo cubra los tsunamis en el océano Índico, sino también otros desastres como sequías e inundaciones, que devastan países en desarrollo, explicó Jan Egeland, subsecretario general para asuntos humanitarios de la ONU.
Japón, líder en tecnología de detección de terremotos y tsunamis desarrollada a partir de su propia vulnerabilidad, ya anunció que el sistema mundial de alerta temprana recibirá aportes de su cuantioso presupuesto de ayuda oficial al desarrollo.
El sistema de alerta tempana debe tener en cuenta las voces de los grupos vulnerables, enfatizó Ranitha Wijethunga, administradora de proyectos en Sri Lanka del no gubernamental Grupo de Desarrollo de Tecnología Intermedia (ITDG, por sus siglas en inglés), actualmente se concentra en la asistencia a víctimas del tsunami.
Entre los países ricos se habla mucho de tecnología avanzada para un sistema de alerta, y nos preocupa que se deje de lado la importancia de rehabilitar a las comunidades locales, comentó.
El éxito sólo es posible mediante programas de apoyo a largo plazo en áreas rurales que son las más afectadas por los desastres naturales, afirmó el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Klaus Toepfer.
Esa agencia de la ONU está a la cabeza de los esfuerzos para incluir en la estrategia de reducción de desastres el concepto de la rehabilitación ecológica mediante el probado efecto amortiguador de manglares, algas y bosques, que a menudo han salvado vidas.
Los manglares operan como diques, y los bosques reducen la energía de las grandes olas, adujo Toepfer.
Para contribuir al avance de un sistema ambiental de reducción de desastres, el PNUMA lleva a cabo estudios de impacto del maremoto de diciembre en Sri Lanka e Indonesia, dos de los países más afectados, en los que se teme que la pérdida de arrecifes de coral y los daños en playas sean muy graves.
Toepfer anunció que se establecerá un centro ambiental de reducción de desastres en Yakarta, Indonesia.
Delegados del mundo en desarrollo comparten ese enfoque. Ashoka Rastogi, representante del gobierno de India en la conferencia, destacó por ejemplo la importancia de afrontar riesgos de desastres emergentes debido a acciones de seres humanos, como los relacionados con la industria química, y demandó educación pública sobre la importancia de una sociedad segura.
Shivanuth Balkaran, representante gubernamental de Trinidad y Tobago, abogó por la inclusión del tema del cambio climático en la discusión del sistema mundial de alerta temprana, con base en la creciente vulnerabilidad a los tsunamis de las pequeñas islas en el océano Pacífico, debido a la elevación del nivel del mar, entre otros factores.
* La autora es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 22 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.