Fue necesario un maremoto que cobró más de 150.000 vidas en una decena de países del océano Índico para recordar a los habitantes de este planeta su interdependencia y destino común.
El sismo de 9,0 grados en la escala de Richter ocurrido el 26 de diciembre en el océano Índico provocó olas gigantescas, desplazó a la Tierra de su eje y alteró para siempre el mapa de Asia, según geólogos, pero aun así los países más ricos del mundo se mostraron renuentes a liberar fondos para ayudar a los damnificados a continuar su vida.
Después de cinco días de resistencia y acusaciones, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anunció que multiplicaría por 10 su oferta original de 35 millones de dólares (antes había ofrecido apenas 15 millones) para ayudar a los sobrevivientes de uno de los peores desastres naturales que haya sufrido la humanidad.
En contraste, India, un país en desarrollo afectado por el maremoto, ofreció 25 millones de dólares en ayuda a Sri Lanka (proporcionalmente el país más afectado, con unos 30.000 muertos) y envió aviones, barcos y helicópteros con suministros esenciales a su vecino del sudeste asiático..
India también envió ayuda a las islas Maldivas y a Indonesia, donde el Ministerio de Sanidad informó este lunes que la cantidad de víctimas fatales supera los 94.000.
Quiero agradecer al gobierno de India por el gran apoyo que nos ha dado, aunque ese país enfrenta el mismo problema que nosotros, declaró el sábado la presidenta de Sri Lanka, Chandrika Kumaratunga, al canal de televisión NDTV24x7, de Nueva Delhi.
Cuando preguntó al primer ministro indio, Manmohan Singh, si su gobierno estaba en condiciones de gastar esos fondos mientras el sur de India estaba devastado, la respuesta del ex economista del Banco Mundial fue debemos compartir esta tragedia, contó Kumaratunga en la entrevista.
En contraste, los 350 millones de dólares ofrecidos por Estados Unidos parecen ínfimos en comparación con los 150.000 millones de dólares que la superpotencia ha gastado hasta ahora en la guerra de Iraq.
El senador estadounidense Patrick Leahy, del opositor Partido Demócrata, manifestó indignación cuando el gobierno anunció los 35 millones de dólares de ayuda. Gastamos 35 millones antes del desayuno en Iraq, dijo.
La renuencia de Occidente a liberar fondos sólo es parte de la historia, considerando que India se muestra igualmente renuente a aceptar la ayuda internacional que tanto necesita para hacer frente a las consecuencias de los desastres naturales, aferrada a sospechas de la guerra fría.
Mientras, crece la polémica sobre la falta de un sistema de alerta regional que pudo haber limitado la tragedia.
La bahía de Bengala y el océano Pacífico están separados por líneas políticas, más que geográficas. Es por esto que India y Sri Lanka quedaron excluidos del sistema de advertencias sobre tsunamis que encabezan Estados Unidos y Japón en el Pacífico.
Durante varias décadas, India ha estado embarcada en un esfuerzo de autodependencia que ha provocado la osificación de su estructura científica y una dependencia militar excesiva de los equipos y la tecnología procedentes de la extinta Unión Soviética.
Hay pocas dudas de que, después del tsunami del 26 de diciembre, India tendrá que incorporarse a un programa internacional de colaboración contra una catástrofe similar en el futuro, comentó H.N. Srivastava, uno de los más destacados expertos en manejo de desastres de India.
Eddie Bernard, director del Laboratorio Ambiental Marino del Pacífico, con sede en la noroccidental ciudad estadounidense de Seattle, opinó que es posible aprovechar los conocimientos acumulados en Estados Unidos para construir rápidamente un sistema de vigilancia en el océano Índico.
Para que varias agencias puedan compartir el costo, los equipos podrían usarse para diversos fines científicos, señaló Bernard, citado por el diario Indian Express.
Los tsunamis demoraron dos horas en viajar 1.200 kilómetros desde el epicentro del maremoto, frente a la isla indonesia de Sumatra, hasta alcanzar las costas de Sri Lanka e India. Ese tiempo precioso pudo haberse aprovechado para activar sistemas ya instalados de advertencias contra ciclones.
Este desastre provó una vez más nuestra patética falta de preparación para emergencias, lamentó S.P. Udayakumar, presidente del Movimiento Popular contra la Energía Nuclear, con sede en la meridional localidad de Nagercoil.
Udayakumar está indignado porque las autoridades de la central nuclear de Kalpakkam, cercana a la ciudad de Chenai, primero se jactaron de que habían cerrado las instalaciones tras enterarse del sismo cerca de Sumatra, pero después se retractaron, cuando el público comenzó a preguntarles por qué no habían pasado la información.
Cuando el mar se retiró de repente, muchas personas pobres corrieron a recoger peces y cangrejos y quedaron totalmente desprotegidas frente al muro de agua que llegó después y se tragó a ellos y a poblaciones enteras, incluso a opulentos complejos residenciales construidos para los ingenieros y ejecutivos del complejo nuclear de Kalpakkam, relató Udayakumar a IPS.
El 30 de diciembre, India aceptó integrar junto con Japón, Canadá y Australia un grupo que coordinará acciones con la Organización de las Naciones Unidas para evitar la duplicación de esfuerzos, identificar brechas en el proceso de ayuda de emergencia y buscar formas de corregir las deficiencias. (