La oferta de la Unión Europea (UE) para iniciar el año próximo negociaciones por el ingreso de Turquía al bloque puede tener enormes consecuencias, tanto dentro como fuera de la alianza.
Los jefes de Estado y de gobierno de la UE propusieron a Turquía el jueves lanzar las conversaciones formales en octubre próximo, pero advirtieron que insumiría una década de preparación hacia la integración plena de este país pobre y predominantemente musulmán.
Las condiciones de ingreso serán rigurosas, agregaron.
La oferta continuó afinándose este viernes, cuando se incorporaron como exigencias el reconocimiento por parte de Ankara de Chipre, el norte de cuyo territorio es controlado por el gobierno turco.
Según los primeros informes, Turquía estaba desalentada por las condiciones impuestas por la UE.
De aceptar el ofrecimiento, cambiaría para siempre el rostro del bloque. Turquía tiene una población de 70 millones de personas, y se prevé que en 2020 superará al país más populoso de la UE, Alemania, hoy con 82 millones.
Eso no sólo le daría a Turquía considerable poder por la ponderación del voto en el Parlamento Europeo de acuerdo con la población, sino por el impacto del ingreso en el mercado de trabajo continental.
Los críticos también temen que abrir la puerta a un país predominantemente musulmán alteraría profundamente el carácter cristiano del bloque, en momentos en que muchos europeos cuestionan las ideas multiculturalistas.
La inquietud se basa, en parte, por la sensación de que muchos musulmanes rechazan los valores europeos de secularismo y equidad entre mujeres y hombres.
Los líderes de la UE parecían en la cumbre al tanto del desafío. Esta decisión tiene inmensas implicaciones, dijo el jueves el canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhard Schroeder.
Alemania, Gran Bretaña, Italia y España, respaldados desde afuera de la UE por Estados Unidos, se manifestaron francamente a favor de la ampliación del bloque hacia el este. En ese proceso, ven en Turquía a un socio estratégico.
Estos cuatro países destacan la importancia estratégica de Turquía por su cercanía con los centros de conflicto en Medio Oriente. Esta membresía ubicaría el territorio de la UE en la frontera de Iraq, Irán y Siria.
El responsable de Política Exterior y de Seguridad del bloque, Javier Solana, dijo el mes pasado que Turquía serviría como puente entre Europa y el mundo musulmán, para contribuir así a la paz internacional.
La Alianza de Liberales y Demócratas para Europa (ALDE), el tercer partido continental en el Parlamento Europeo, respalda este concepto.
Esta es una gran oportunidad de romper las barreras entre el Islam y el Occidente cristiano, y de demostrar que la UE no consiste en la creación de un superestado sino, más bien, de una comunidad de valores, abierta a todos los europeos que quieran abrazarlos, dijo este viernes el líder de ALDE, Graham Watson.
Si bien, según observadores, la integración de Turquía no necesariamente mejora las relaciones de la UE con Medio Oriente, sentaría un ejemplo para los países vecinos.
La membresía demostraría a los otros países de Medio Oriente cómo Turquía ha prosperado con la democracia, dijo a IPS Daniel Gros, director del Centro de Estudios Políticos Europeos con sede en Bruselas.
Los países escépticos —como Austria, Chipre y Dinamarca— advierten que Turquía es demasiado grande, demasiado diferente y demasiado pobre como para unirse al bloque, e insisten en que el éxito de las negociaciones no está garantizado.
Otros países se ubican en un punto medio. En los últimos meses, la oposición de Alemania, Austria y Francia han sugerido que Turquía debería gozar de una alianza privilegiada con la UE, no la plena membresía.
El ingreso de Turquía es rechazado por la mayoría de la población de países de la UE como Austria, Dinamarca, Chipre y Francia. Temen que la fuerza de trabajo turca pueda trasladarse con libertad a través de las fronteras comunitarias e inundar así a países pequeños como Dinamarca.
Pero Ankara ha sostenido que sus trabajadores podrían ser necesarios en la UE, cuya población está envejeciendo.
También existen diferencias en torno de Chipre, país miembro de la UE desde mayo al que Turquía invadió en 1974.
Una encuesta encargada por la Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE, indicó que 53 por ciento de los entrevistados se muestran favorables a una nueva ampliación del bloque y 35 por ciento en contra. El 1 de mayo, la UE pasó de 15 a 25 miembros. La mayoría de los países incorporados son de Europa central y oriental.
Los críticos del ingreso de Turquía temen que la ampliación al Oriente marcará el fin de un sueño largamente acunado: la transformación de Europa en una superpotencia que contrarreste el dominio estadounidense.
Francia planea convocar un referéndum en torno del ingreso turco. Si un solo país de los 25 miembros de la UE se opone, bastaría para poner fin a las aspiraciones de Ankara.
Ankara solicitó por primera vez su solicitud de ingreso al bloque en 1963. El acuerdo de asociación entre el país y la alianza europea se formalizó en 1973. Turquía renovó su candidatura a miembro pleno en 1987. Desde 1995 está vigente un tratado de unión aduanera.
Aunque está ampliamente reconocido que Turquía ha hecho grandes avances en materia de reformas políticas en los últimos años, continúan las preocupaciones en torno de su compromiso de abolir de la tortura y de garantizar la libertad de credo, así como por las consecuencias de su ingreso en el mercado laboral europeo.
Mientras, el líder libio Moammar Gadhafi dijo a la televisión estatal italiana el jueves que sería peligroso para la UE aceptar a Turquía como estado miembro.
El mundo islámico, incluidos los extremistas, incluido Bin Laden, se están regocijando por el ingreso de Turquía en la UE. Turquía es su caballo de Troya. ¿Qué ocurrirá cuando el caballo entre en Troya?, dijo. (