TRABAJO: Canjeando derechos por inversiones

Las zonas francas son el ejemplo más claro del sacrificio de los derechos de los trabajadores de países en desarrollo a cambio de inversiones extranjeras, señaló la mayor confederación internacional de sindicatos.

En su informe ”El revés de las marcas: Condiciones de trabajo y derechos de los trabajadores y trabajadoras en las zonas francas de exportación”, publicado este martes, la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) analiza desde el punto de vista sindical el fenómeno de las zonas francas y cuestiona su aporte al desarrollo a largo plazo.

Las zonas francas de procesamiento de exportaciones o ”maquilas” comenzaron a proliferar en la década de 1970, en un intento de los países en desarrollo por atraer inversiones, crear empleos, generar ingresos de divisas y recibir transferencia de tecnología, a cambio de incentivos financieros y un entorno regulatorio liberal.

Pero entre la teoría y la práctica hay una gran distancia, observó la CIOSL, una confederación con sede en Bruselas que agrupa a 234 organizaciones afiliadas en 152 países.

Cerca de 42 millones de personas, en su mayoría mujeres, ”trabajan tras las cercas cerradas de las zonas francas de exportación, en la sombra y en el silencio, para grandes marcas internacionales. Necesitan sus empleos para huir de la miseria, pero … les pagan salarios míseros, hacen jornadas laborales interminables y se las trata de manera degradante”, denuncia la confederación.

El informe fue lanzado en el 18 congreso mundial de la CIOSL, que se realiza hasta el jueves en Miyazaki, Japón, y analiza los efectos de la globalización sobre los derechos de los trabajadores.

Las zonas francas se han convertido desde los años 70 en importantes instrumentos de la política económica de los países en desarrollo. Entre 1975 y 2002, esas zonas aumentaron de 79 en 25 países a más de 3.000 en 116 países, y sus empleados, de unos pocos miles a 42 millones este año, señala el documento.

La CIOSL cuestiona seriamente el aporte a largo plazo de las zonas francas al desarrollo de los países anfitriones, porque requieren una infraestructura costosa, usan pocos insumos locales y proveen escasos o nulos ingresos fiscales a los países de acogida.

Además, por su propia naturaleza, esas inversiones ”revisten un carácter precario y pueden abandonar el país de un momento a otro si en otro lugar se les presentan condiciones más favorables, …incluyendo salarios más bajos”.

”En ningún país se ha demostrado que las zonas francas de exportación sean una verdadera vía hacia el desarrollo. Las inversiones llegan y se van, generalmente dejando muy poco detrás”, declaró Zuelinzima Vavi, secretario general del Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (COSATU), citado en el informe.

La CIOSL urgió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) a combatir las violaciones de los derechos de los trabajadores en las zonas francas.

”La CIOSL quiere que la OMC reconozca en sus normas la ilegalidad de los abusos de los trabajadores en las maquilas. No entendemos por qué no se ha hecho todavía, en especial porque la OMC sí reconoce la ilegalidad de las exoneraciones fiscales”, dijo a IPS la portavoz de la confederación, Barbara Kwateng.

El informe presenta diversos estudios de casos e investigaciones periodísticas llevadas a cabo en Haití, Honduras, República Dominicana, Bangladesh, Madagascar, Mauricio y Sri Lanka.

Algunos de las barreras laborales que enfrentan las mujeres empleadas en las maquilas son la discriminación en la contratación, los salarios y los beneficios; el acoso sexual, y la obligación de someterse a pruebas de embarazo.

Todos los casos investigados ejemplifican ”la implacable competencia a la que se libran los países que acogen zonas francas… aunque eso implique sacrificar los derechos más elementales de los trabajadores y trabajadoras en el altar de la competitividad, para atraer inversiones que corren el riesgo de trasladarse cada vez más rápidamente, siempre en pos de la mano de obra más barata y más dócil”.

El informe señala que las zonas francas suelen instalarse en países que han ratificado los principios y normas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una agencia de las Naciones Unidas con sede en Ginebra, pero en la práctica, los infringen regularmente.

En muchos casos, los empleados de las zonas francas son privados del derecho a sindicalizarse, en flagrante violación de las normas de la OIT.

Las zonas francas sólo podrán contribuir al desarrollo si en ellas se respetan más ”los derechos de los trabajadores y trabajadoras, cosa que solamente se puede garantizar con la presencia en las zonas de sindicatos libres e independientes”, concluyó la CIOSL

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