Cada vez más voces se alzan en África en respaldo del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, en el ojo de la tormenta por las denuncias de corrupción contra el programa Petróleo por Alimentos para Iraq.
El programa hoy inexistente, por el cual se le permitió entre 1996 y 2003 al gobierno del entonces presidente iraquí Saddam Hussein exportar crudo a cambio de alimentos para la población, es centro de un escándalo desde hace semanas y objeto de investigaciones.
Una de ellas, que brindará su informe en enero, está a cargo de una comisión independiente nombrada por el propio Annan, encabezada por el ex presidente de la Reserva Federal estadounidense Paul Volcker.
A comienzos de mes, las 54 naciones de África expresaron su respaldo al secretario general en una carta.
Annan, cuyo periodo concluirá en diciembre de 2006, también fue apoyado con fuerza por el presidente Jacques Chirac, de Francia, el canciller (jefe de gobierno) Gerhard Schroeder, de Alemania, y del primer ministro Tony Blair, de Gran Bretaña.
El hijo de Annan, Kojo, trabajó para Cotecna, empresa suiza acusada de haberse beneficiado de ese vínculo familiar para participar del programa inspeccionando la mercadería que ingresaba al territorio iraquí.
Kojo Annan renunció a la firma antes de que ésta ganara el contrato en 1998, pero siguió recibiendo un sueldo de 2.300 dólares mensuales hasta 2004.
Un portavoz de la ONU explicó que Kojo Annan, antes de renunciar, firmó un acuerdo de no competencia, por el cual se comprometió a no trabajar para clientes de Cotecna. Por eso, la compañía le siguió dando una compensación exigida por la ley suiza.
Además, los defensores de Kojo Annan señalan que su trabajo en Cotecna nunca estuvo relacionado con las operaciones en Iraq.
No es corrupción. Yo pienso que se trata de una campaña racista contra Kofi Annan, y por eso hay que defenderlo. La Unión Africana debe velar para que Annan termine sin problemas su administración, dijo a IPS el analista internacional David Monyae, de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica.
La administración del ghanés Annan, el primer secretario general de la ONU procedente de África subsahariana, terminará en diciembre de 2006.
Pero el escándalo por el programa Petróleo por Alimentos va más allá de la familia Annan.
Al parecer, Saddam Hussein fue capaz de recaudar miles de millones de dólares para sus propias arcas sobornando a funcionarios de la ONU y desviando dinero del programa antes de ser depuesto por la invasión de Estados Unidos en 2003.
Líderes políticos de Estados Unidos y Europa reclaman a Annan que reconozca su falta en no haber vigilado adecuadamente la marcha del programa, e incluso algunos, como el senador estadounidense Norman Coleman, del gobernante Partido Republicano, pidieron su renuncia.
Pero muchos africanos creen que todo se trata de una conspiración de los sectores más conservadores de Estados Unidos.
El complot tramado por los derechistas de Estados Unidos para sacar al secretario general de la ONU, Kofi Annan, debe ser combatido, escribió el periodista Farouj Araie en la edición del miércoles del diario sudafricano Sowetan.
Más que nadie, (Annan) ha entendido la importancia de los derechos humanos en el trabajo de la ONU. África debe ponerse de pie para defender a Kofi Annan, añadió.
La semana pasada, varias personalidades africanas firmaron una carta condenando los pedidos de renuncia de Annan.
La misiva fue suscrita por destacadas figuras de Sudáfrica como el ex presidente Nelson Mandela, el arzobispo anglicano Desmond Tutu, ambos ganadores del premio Nobel de la Paz, y la novelista Nadine Gordimer, premio Nobel de Literatura.
También la firmó la esposa de Mandela, Graça Machel, y el abogado experto en derechos humanos George Bizos.
Aquellos que piden su renuncia (la de Annan) traicionan la objetividad que demanda el cargo de secretario general y usan a la ONU como un micrófono para defender y justificar las políticas de Estados Unidos, señala la carta.
Kofi Annan ha hecho un gran trabajo al imponer una alta moral dentro de la ONU, consagrando su vida con toda energía, intelecto y profunda comprensión humana a la enorme tarea de hacer que la ONU funcione en este mundo conflictivo, añade.
Monyae sostuvo que parte de la furia contra Annan se debe a que calificó de ilegal la invasión de Estados Unidos a Iraq.
Kofi Annan también jugó un papel clave durante las elecciones estadounidenses (en noviembre). Expresó su preocupación sobre la guerra en Iraq. Dijo que era ilegal y que no iba en conformidad con las leyes internacionales, lo que afectó la campaña del presidente estadounidense George W. Bush, indicó.
En ciertos casos, no sólo Annan, sino toda la ONU ha sido objeto del enojo de la derecha estadounidense.
El grupo conservador Move America Forward incluso sugirió que Nueva York deje de ser la sede de al ONU y que todos los funcionarios del foro mundial sean echados del país, en castigo por no haber apoyado la invasión a Iraq.
Move America Forward anunció que ya recolectó más de 50.000 firmas de apoyo para expulsar a la ONU.
No obstante, es muy poco probable que la iniciativa del grupo conservador prospere en Washington, que necesita respaldo internacional para sus planes de reconstrucción Iraq.
El clamor por la dimisión de Annan se refiere al programa que le permitió en los años 90 a Iraq, país sujeto a un embargo comercial dispuesto por la ONU, vender crudo para obtener recursos destinados a adquirir productos de primera necesidad.
El plan Petróleo por Alimentos, que rigió entre 1996 y 2003 como excepción al embargo internacional que sufría Iraq por la invasión de Kuwait en 1990, permitía a Iraq la venta de cantidades limitadas de petróleo para adquirir alimentos, medicinas y otros bienes humanitarios.
El sistema era supervisado por la ONU y en especial de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia).
El programa manejaba entre 7.000 y 10.000 millones de dólares anuales, pero esos ingresos por ventas de petróleo pasaron en noviembre pasado a las arcas de la hoy disuelta Autoridad Provisional de la Coalición encabezada por Paul Bremer, el administrador civil estadounidense en Iraq.
Los acusadores sostienen que el depuesto presidente iraquí Saddam Hussein llevó ilegalmente a sus arcas más de 21.000 millones de dólares gracias al programa.
Los casi 36.000 contratos correspondientes al esquema fueron aprobados por el comité del Consejo dominado por Estados Unidos y Gran Bretaña, no por la Secretaría General encabezada por Annan.
No hubo ni una objeción al fraude de la fijación de precios, aunque funcionarios de la ONU llamaron la atención del comité en no menos de 70 ocasiones, según el diario británico Financial Times.
El diario también afirmó que la operación de linchamiento preparada contra Annan no está dirigida, en realidad, contra el funcionario, sino que tiene la intención de destruir la ONU como institución.