Una mujer que tenga hijos si quiere y cuando quiera estará más liberada para trabajar e invertir en la salud y educación de sus hijos, conseguirá que rindan mejor en la escuela y llevará más comida a la mesa, pero el comienzo de ese proceso para escapar de la pobreza quedó fuera de la agenda mundial.
Así lo explicó a IPS Steven Sinding, director general de la Federación Internacional de Planificación Familiar, durante un simposio realizado en Río de Janeiro para analizar por qué la salud sexual y reproductiva quedó fuera de las Metas del Milenio establecidas en septiembre de 2000 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y cómo evitar que ese tema pierda visibilidad y apoyo financiero.
Las Metas, fijadas para 2015, son erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH-sida, el paludismo y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Esos ocho propósitos, que se acompañan de metas cuantitativas y cuyo nombre oficial es Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, recogieron de modo muy sintético compromisos y líneas de acción de conferencias del foro mundial sobre población, infancia, mujer, ambiente, pobreza y derechos humanos, desarrolladas principalmente en los años 90.
Pero las organizaciones que trabajan en salud sexual y reproductiva denunciaron que los compromisos de esa área específica, consagrados con gran esfuerzo para lograr consenso, principalmente en la Conferencia de Población de El Cairo (1994) y la de Mujeres de Beijing (1995), se perdieron en el camino, y no por descuido.
La ONU consideró que era un tema peligroso, que podía generar rechazo, y nos dijeron que esperásemos, que las cosas se arreglarían, pero desde entonces nada se arregló, y estamos perdiendo visibilidad, terreno y recursos financieros, afirmó Sinding en la apertura del encuentro realizado el 30 de noviembre con el nombre de Metas de Desarrollo del Milenio y Salud Sexual y Reproductiva.
Somos una meta perdida, si seguimos siendo corteses seremos marginados hasta nuestra desaparición, alertó ante un auditorio de líderes de organismos de mujeres de la región, activistas que trabajan contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), redes de jóvenes y grupos defensores del acceso universal a métodos anticonceptivos y de la libre elección de las mujeres en temas de salud reproductiva.
Más tarde, Sinding explicó a IPS que la exclusión de las Metas complica el logro de financiamiento. Si no estamos allí no somos prioridad, aseguró, y planteó que quiere trabajar para incluir una novena meta específica sobre acceso universal a la anticoncepción, que fue un eje central en las resoluciones de la conferencia de El Cairo.
Algunos oficiales de Naciones Unidas y algunos gobiernos quisieran que las Metas del Milenio fueran un debate cerrado pero yo creo que todavía tenemos oportunidad, sostuvo. Su organización, junto con otras de todo el mundo, trabaja para generar un movimiento a favor de ese nuevo objetivo, para llevar su demanda a la nueva cumbre del Milenio que se prevé celebrar en 2005.
Sinding remarcó por ejemplo que los recursos de cooperación para la lucha contra el sida y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que lo causa, aumentaron 300 por ciento en los últimos tres años, luego de que la cuestión fuera incluida en las Metas, mientras los fondos para planificación familiar se redujeron dramáticamente durante el mismo periodo.
En el simposio, Ralph Hakkert, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP, por su nombre original), destacó que en América Latina la población crece más entre los más pobres, y no por decisiones voluntarias sino por falta de información y otras limitaciones, que afectan más profundamente a las mujeres.
No obstante, admitió que hay resistencias a incluir la salud reproductiva entre las Metas del Milenio, y consideró que si bien la propuesta de una novena meta puede tener recepción favorable, abriría la puerta a una gran cantidad de demandas insatisfechas de la sociedad civil en torno a esos objetivos de desarrollo.
La salud sexual y reproductiva no es el único hueco de las Metas. Hay otros temas ausentes, como el empleo o la seguridad. Pero si abrimos el debate aparecerá una lista interminable de demandas, opinó el funcionario del FNUAP.
En su opinión, sería mejor estrategia partir de una meta general ya existente para trabajar desde ella los asuntos de la planificación familiar.
Pero esa idea fue cuestionada por organismos de mujeres que advirtieron que en sus países hay programas para erradicar la pobreza que restringen la autonomía de las mujeres, en vez de potenciarlas y reconocer sus derechos reproductivos.
Sinding tampoco estuvo de acuerdo con el argumento de Hakkert. A su juicio, la salud sexual y reproductiva no tiene la misma categoría que el empleo, ya que fue un tema central en la conferencia de Población y tuvo el consenso de 149 países miembros de la ONU.
No obstante, el asunto fue eliminado de la nueva agenda de las Metas del Milenio.
Las organizaciones sociales que participaron del encuentro tuvieron posiciones en general coincidentes, pero se distinguieron en las propuestas sobre estrategia. Para algunas hay que avanzar con el estandarte de la meta número nueve, y para otras hay que exigir el cumplimiento de los compromisos con las herramientas existentes.
Susana Chiarotti, del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer, alertó sobre el peligro de que las Metas del Milenio hayan sido lanzadas por los Estados como una excusa para no cumplir con los compromisos asumidos en las múltiples conferencias internacionales de los 90, que son mucho más amplios.
Si se hubieran ido cumpliendo esos compromisos, no habrían sido necesarias las Metas. No podemos estar todos ahora corriendo detrás de una agenda breve, tenemos que exigir a los Estados que cumplan sus compromisos previos sin darles opción entre las Metas del Milenio o las conferencias, exhortó.
Magali Caram, de la agrupación Profamilia de Puerto Rico, también expresó su temor de estar haciendo el juego a los gobiernos al empujar una nueva Mea del Milenio, aunque tampoco se animó a rechazar de plano esa propuesta si se impulsa para que el tema recupere visibilidad.
Caram dijo a IPS que en los años 90 los gobiernos asumieron compromisos muy importantes, pero no los han cumplido ni les han asignado la prioridad necesaria en materia de formulación de políticas, diseño de programas y asignación de recursos. En América Latina y el Caribe recién estamos encontrando las vías para cumplirlos, dijo.
En ese contexto irrumpieron las Metas del Milenio, donde los temas vitales para la mujer están subsumidos en metas muy generales, argumentó la activista. La salud materna es importante, pero en las Metas vuelven a colocarnos junto a los niños y sólo en nuestra condición de madres, no de personas con derechos, deploró.
Por eso no sería malo contar con un noveno objetivo que visibilice mejor los temas de salud sexual y reproductiva, pero sí sería malo que en el debate sobre agregar una meta se pierdan de vista los consensos ya alcanzados, y se reemplacen los ambiciosos compromisos de los años 90 por un solo objetivo sobre acceso de la mujer a la anticoncepción, que puede implicar un retroceso, apuntó Caram.