Cuatro años más de George W. Bush en el gobierno de Estados Unidos aseguran un enorme palo en la rueda de la salud sexual y reproductiva en América Latina.
"Con la reelección (de Bush, el 2 de noviembre) han fracasado todas nuestras esperanzas, dijo a IPS el presidente de la Federación Internacional de Planificación de la Familia – Región Hemisferio Occidental (IPPF-RHO), Monty Eustace.
"Los próximos cuatro años van a ser muy difíciles para Estados Unidos y para América Latina, pronosticó el dirigente de la entidad, que brinda asistencia en salud sexual y reproductiva en América Latina y el Caribe. Serán años de trabajo cuesta arriba, vaticinó.
Los comentarios fueron efectuados en un simposio sobre las Metas de Desarrollo del Milenio y la Salud Sexual y Reproductiva celebrado este mes en Río de Janeiro.
Convertido en presidente en 2001, Bush adoptó una serie de medidas contrarias a los principios de salud sexual y reproductiva, consagrados por la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994.
El plan de acción y la plataforma de dicha conferencia, adoptados por la comunidad internacional, modificaron el paradigma de las políticas de población (basadas hasta entonces en el control de la natalidad) por una concepción de derechos humanos.
Así, y siguiendo reclamos de la sociedad civil, se reafirmó el derecho de la mujer a decidir la cantidad de hijos, el derecho a acceder a educación sexual y a información y protección del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) y a la prevención del aborto inseguro.
Washington promovió estas políticas bajo el gobierno de Bill Clinton (1993-2001). Pero este rumbo cambió en 2001, cuando asumió Bush.
La principal traba interpuesta entonces, y que se prolongará por otros cuatro años, fue la política conocida como Global Gag Rule (llamada también "ley mordaza"), adoptada en 1984 por el entonces presidente Ronald Reagan (1981-1989) y retomada con entusiasmo por Bush.
Esa norma prohíbe la asistencia estadounidense en planificación familiar a organizaciones no gubernamentales (ONG) extranjeras o internacionales que ofrezcan información o servicios relativos al aborto, aun cuando estos servicios sean legales en sus países y sean financiados con sus propios fondos.
La medida impide inclusive que las ONG tomen parte en debates públicos o hablen sobre cuestiones concernientes al aborto.
Así, Washington impide canalizar fondos aportados por ciudadanos estadounidenses para atender urgencias de planificación familiar dentro y fuera de su país. En la práctica, esto se ha traducido en la eliminación de una cuantiosa asistencia a los países en desarrollo.
"La nuestra es una batalla de 50 años, en los cuales tuvimos siempre trabas de parte de los gobiernos y la Iglesia, pero también hicimos significativos progresos, destacó Eustace.
Pero el trabajo "se hará muy difícil en América Latina" con otros cuatro años de Bush.
"Por razones económicas, América Latina es una región muy influenciada por Estados Unidos y eso expande la ola conservadora a todo el hemisferio", explicó.
Organizaciones de mujeres que participaron del simposio en Río de Janeiro coincidieron en el diagnóstico. La argentina María José Lubertino, del Instituto Político y Social de la Mujer, dijo a IPS que el resultado de las elecciones no permite ser muy optimista.
Sin embargo, otras advierten rasgos positivos en la sociedad civil.
La influencia del conservadurismo se registra en las esferas de poder, entre los gobiernos, las empresas o la Iglesia Católica, dijo a IPS la feminista mexicana Marta Lamas, antropóloga y presidenta del no gubernamental Grupo de Información en Reproducción Elegida.
Pero en la sociedad civil "hay otras prácticas cada vez más difundidas, y que se han instalado definitivamente, sostuvo.
"Por mucho conservadurismo, hay concepciones que ya fueron ganadas y no se va a retroceder. Los jóvenes ya probaron la libertad sexual y no están dispuestos a perderla", dijo Lamas en referencia tanto al goce de la sexualidad como a las opciones sexuales.
En ese contexto, la reelección de Bush es apenas una fase crítica de una batalla ganada a largo plazo, que obligará incluso a la Iglesia a actualizar su discurso, lo mismo que a los gobiernos, aun los más conservadores del hemisferio, opinó.
Pero ese proceso "llevará años", advirtió.
Mientras tanto, el discurso "culpabilizador" del sexo que difunden los sectores conservadores, promoviendo incluso la abstinencia sexual como método anticonceptivo y de prevención del sida, impedirá que las nuevas prácticas salgan a la luz.
Por ello "se van a perder vidas. Eso es lo que me preocupa", dijo la especialista.
Los jóvenes no practicarán el sexo con los cuidados necesarios, y seguirán aumentando los embarazos adolescentes, la propagación del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), la cantidad de hijos no deseados y los abortos inseguros en países donde están penalizados, describió.