Alrededor de dos millones de inmigrantes mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos regresan a sus lugares de origen para celebrar las fiestas de fin de año, tal cual un Santa Claus engordado por el Tío Sam, como señalara un portavoz de la Casa del Migrante en Guatemala.
Cargados de regalos y dólares, vuelven para celebrar la Navidad y Año Nuevo con sus familiares. Pero, aunque son muchos los viajeros, apenas representan una gota frente a la cantidad de inmigrantes que no pueden ni pensar en la posibilidad de salir de su nuevo país de residencia.
Algunos regresan casi como turistas, como que ya no conocen bien su país, y la mayoría vienen cargando regalos y dinero para satisfacer algo de las necesidades que tanto se tienen por aquí, comentó a IPS el sacerdote Eduardo Quintero, subdirector de la Casa del Migrante de Guatemala, una organización no gubernamental vinculada a la Iglesia Católica.
Los que están en condiciones de regresar de Estados Unidos son quienes tienen los papeles migratorios en regla, pero hay mucho otros sin esos documentos que les está vedada esa posibilidad, pues si abandonan ese país deberán intentar luego un reingreso por vía irregular que se pone cada día más difícil frente a las medidas de seguridad impuestas por Washington desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Cada año más de 400.000 nuevos emigrantes latinoamericanos intentan ingresar a Estados Unidos sin tener los documentos requeridos y decenas de ellos son deportados e incluso algunos llegan a morir al intentar burlar la vigilancia fronteriza.
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Quienes vuelven para visitar a sus familiares en las últimas semanas de cada año y los que no pueden hacerlo son parte de los 39,9 millones de nacidos en América Latina o descendientes de ellos que viven en Estados Unidos. En ese grupo, unos cinco millones no tiene documentos migratorios en regla.
Conscientes que los paisanos que regresan por las fiestas decembrinas traen muchos dólares y de que eso es bueno para las economías, los gobiernos despliegan algunos programas de apoyo, señaló Quintero, entrevistado vía telefónica desde sus oficinas en Guatemala.
Ya ve que vienen como un Santa Claus engordado por el Tío Sam, declaró. Cada año, los inmigrantes latinoamericanos envían a sus países de origen unos 30.000 millones de dólares en remesas, una gran parte de los cuales se desembolsan precisamente en diciembre.
Para países como Nicaragua, El Salvador, Guatemala y República Dominicana, las remesas representan entre 10 y 14 por ciento de su producto interno bruto.
El programa de mayor envergadura para recibir a inmigrantes por las fiestas navideñas es el que se aplica en México, donde se espera que entre fines de noviembre y diciembre lleguen de Estados Unidos 1,7 millones de emigrantes, que luego volverán a ese país en los primeros días de enero.
En aeropuertos, puertos y garitas aduaneras de la frontera con Estados Unidos, un ejército de funcionarios vestidos de blanco y numerosos carteles con la leyenda Bienvenidos paisanos, reciben a los viajeros.
Todo es parte del programa Paisano dirigido a asegurar el ingreso ordenado y seguro de los emigrantes, muchos de los cuales se quejan de que son extorsionados y robados por funcionarios de aduana de México.
En El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras los gobiernos dispusieron el envío de personal adicional a los puestos de control migratorio para atender el mayor flujo de visitantes. Además, se ordenó redoblar la vigilancia policial en las carreteras, para evitar asaltos y robos a los viajeros.
A los compatriotas los reciben aquí con fiestas, y cómo no va ha ser así si vienen cargados de electrodomésticos, zapatos, ropa y todo lo inimaginable, dijo a IPS Beatriz Amaya, directora de la organización no gubernamental S.O.S. Inmigrantes de El Salvador.
Los salvadoreños que residen en Estados Unidos usualmente traen regalos para casi toda la comunidad de donde son originarios, indicó Amaya. Sí que son una especie de Santa Claus, expresó también en conversación telefónica.
Parte de los que llegan ya están muy americanizados (influenciados por la cultura de Estados Unidos) y son vistos con algo de admiración por sus familiares, pero otros siguen siendo muy salvadoreños y quieren de verdad a sus comunidades, declaró.
Del 1 de diciembre al 15 de enero, las leyes migratorias de El Salvador permiten a cada visitante ingresar mercancías hasta por 3.000 dólares, 2.000 más que en otras fechas.
El Banco Interamericano de Desarrollo sostiene que a las remesas enviadas por sus inmigrantes son vitales para las economías centroamericanas. Si hubiera una suspensión de ese tráfico de dinero, la economía de la región podrían derrumbarse en apenas tres meses, advierte ese organismo.
Los inmigrantes no quitan puestos de trabajo ni presionan los salarios en los países receptores, y las remesas que envían a sus lugares de origen son un preciado ingreso, señala un informe sobre migraciones presentado el lunes por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Aunque las migraciones pueden beneficiar tanto a los países receptores como los expulsores, las políticas sobre el tema son cada vez más restrictivas, lo que se traduce en una gran pérdida de eficiencia, sostiene José Antonio Ocampo, secretario general adjunto de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU.
El porcentaje de gobiernos en el mundo que aplican políticas restrictivas hacia la inmigración pasó de siete por ciento en 1976 a 34 por ciento en 2003, indicó el estudio de la ONU. Uno de los países que más restricciones pone es Estados Unidos, el principal destino de los inmigrantes latinoamericanos.