Una serie de mensajes de correo electrónico del Buró Federal de Investigaciones (FBI) divulgados por defensores de las libertades civiles revelan nuevas torturas cometidas por soldados estadounidenses en Guantánamo e Iraq.
En los mensajes queda claro que el FBI objetó esas prácticas, al parecer avaladas por la Casa Blanca, como privación de sueño y utilización de perros para intimidar a los detenidos, las mismas torturas aplicadas en la prisión iraquí de Abu Ghraib, que causaron la indignación internacional meses atrás.
Estas cartas, que llegan a usar el término tortura, son parte de una serie de documentos internos del gobierno, obtenidos y puestos en conocimiento público por la Unión por las Libertades Civiles Estadounidenses (ACLU, por sus siglas en inglés) en relación con abusos cometidos en la guerra contra el terrorismo.
Este tipo de información puede divulgarse gracias la Ley de Libertad de Información y con el respaldo de un juez federal.
Estoy respondiendo a su pedido de observaciones sobre el trato agresivo y las técnicas impropias de interrogatorio empleadas con los detenidos en la base naval estadounidense de Guantánamo, en el sudeste de Cuba, dice uno de los mensajes del FBI, fechado el 17 de julio.
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Observé un trato que no sólo era agresivo, sino que en lo personal disgustaba mucho, añade, subrayando que los malos tratos eran aplicados por soldados, mercenarios del gobierno y un tercer grupo de funcionarios que fue eliminado en la copia del mensaje entregada a ACLU.
Los nombres del autor del mensaje y del destinatario también están suprimidos.
La nueva polémica sobre las torturas estalló hace tres semanas, cuando el Departamento de Defensa lanzó una investigación sobre nuevas fotografías que mostraban a soldados en Iraq maltratando a prisioneros.
En una imagen se veía a efectivos apuntando sus armas contra la cabeza de un prisionero ensangrentado, atado y encapuchado. Las fotos datan de mayo de 2003.
Estados Unidos ocupa militarmente Iraq con apoyo de varios países desde marzo de 2003, cuando desalojó del poder al presidente Saddam Hussein, al que acusó de fabricar armas de destrucción masiva y tener vínculos con la red terrorista internacional Al Qaeda.
Hace dos semanas, ACLU y otros grupos defensores de los derechos humanos, como el Centro para los Derechos Constitucionales, divulgaron documentos en los que varios expertos de la Agencia de Inteligencia en Defensa (DIA) condenaban los malos tratos a los prisioneros iraquíes por parte de las Fuerzas de Operaciones Especiales.
Los soldados habrían amenazado con represalias a los expertos de la DIA si entregaban sus observaciones a las autoridades.
En los documentos constan las objeciones de la DIA y del FBI a los interrogatorios en Guantánamo, donde están recluidos cientos de combatientes enemigos apresados durante las incursiones militares en Afganistán e Iraq.
El gobierno de George W. Bush se niega a considerarlos prisioneros de guerra para impedir así que ejerzan su derecho a recibir ayuda legal, conforme a la Convención de Ginebra. Washington sigue afirmando que los trata con humanidad.
La semana pasada, ACLU divulgó otros archivos que revelaban nuevas torturas por parte de los soldados de Estados Unidos, entre ellas simulacros de ejecuciones a jóvenes iraquíes.
Mientras, el periódico The New York Times informó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ordenó a su personal en Iraq que no participara de interrogatorios dirigidos por militares porque iban más allá de preguntas y respuestas.
En los mensajes divulgados el lunes se indica que los generales a cargo de Guantánamo, entre ellos Geoffrey Miller —quien luego fue enviado a supervisar el sistema de detención en Iraq—, obedecían órdenes del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Un mensaje fechado el 22 de mayo se refiere a una orden ejecutiva del presidente Bush autorizando técnicas de interrogatorio que van más allá de las prácticas del FBI, como privación de sueño, posturas incómodas y música alta.
Sin embargo, una fuente del FBI señaló que la referencia a Bush en la carta es un error y que en realidad la orden ejecutiva procedió del Departamento de Defensa.
Pero la directora de la oficina en Washington de la organización Derechos Humanos Primero, Elisa Massimino, sigue creyendo que hay una responsabilidad directa del presidente.
Nosotros ya sabemos que los abogados del gobierno usarán la teoría de que el presidente es un comandante en jefe, colocándolo por encima de la ley, afirmó.
Los mensajes del FBI claramente dan a entender que la Casa Blanca aprobó las técnicas ilegales de interrogación, añadió.
Los documentos divulgados demuestran que algunos militares incluso se hicieron pasar por agentes del FBI para realizar los interrogatorios.
Uno de ellos, fechado en diciembre de 2003, describe un incidente en Guantánamo, en el que militares aplicaron una serie de técnicas de tortura simulando ser funcionarios del FBI.
Si un detenido es alguna vez liberado o su historia se hace pública de alguna forma, los interrogadores no serán culpados, porque estás técnicas de tortura fueron hechas por 'agentes del FBI', señala el mensaje.
Esta técnica y todas las empleadas en este lugar fueron aprobadas por el Sub. Sec. Def., esto es, el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, añade.
Un mensaje con el título Informe urgente, del 25 de junio, enviado a varias autoridades del FBI, da cuenta de malostratos aplicados en Iraq y denunciados por un testigo directo no identificado.
Señaló que esos abusos incluyeron estrangulamientos, golpes, quemaduras con cigarrillos sobre los cuerpos de los detenidos, apertura de los oídos (sic) e interrogatorios no autorizados, indica.
En otro mensaje del 2 de agosto, un funcionario del FBI contó lo que observó en un par de ocasiones en la base militar de Guantánamo.
Entré a los cuartos de interrogatorio y encontré a un detenido encadenado de pies y manos en posición fetal sobre el piso, sin silla, sin alimento y sin agua. La mayoría de las veces (los prisioneros) orinaban y defecaban sobre ellos mismos y eran dejados así por 18 o 24 horas, o más, escribió.
El funcionario contó además que, en una ocasión, el aire acondicionado fue puesto a una temperatura tan baja que el detenido, descalzo, temblaba con fiebre.
En otra ocasión, (el aire acondicionado) fue apagado, provocando que la temperatura en el cuarto sin ventilación probablemente ascendiera a más de 100 grados Fahrenheit (37,7 grados centígrados). El detenido estaba casi inconsciente sobre el piso, con un montón de pelo a su lado. Literalmente se había arrancado el cabello durante toda la noche, añadió.