– Los países exportadores de petróleo parecen más preocupados por el impacto de las medidas para mitigar el cambio climático en sus economías que por el aumento del nivel del mar, los intensos huracanes o el derretimiento de los glaciares.
Las naciones en desarrollo miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se erigieron este jueves en un escollo para el más amplio Grupo de los 77 (G-77) más China en sus gestiones por el financiamiento de la investigación e infraestructura necesarias para adaptarse al cambio climático.
En la cuarta jornada de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebra hasta el 17 de diciembre en Buenos Aires, el G-77 más China debió ceder ante las pretensiones de la OPEP.
Los países petroleros reclaman apoyo financiero para compensar el impacto en sus economías de la reducción de ingresos que supondrían las medidas para paliar el recalentamiento planetario, atribuido por la mayoría de los científicos a la quema de combustibles fósiles.
Nadie quiere poner un peso para Arabia Saudita, ni Arabia Saudita lo pide, pero usan estos argumentos para complicar el acuerdo, afirmó el jefe de la delegación argentina, Raúl Estrada Oyuela.
El diplomático realizó esas declaraciones al retirarse de una de las reuniones del G-77, expresión del mundo en desarrollo en los foros de la comunidad internacional. Estrada Oyuela también lamentó la escasa participación latinoamericana en las deliberaciones del grupo.
La OPEP —integrada por Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Arabes Unidos, Indonesia, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela— concentra la producción de 40 por ciento del petróleo consumido en el mundo y más de tres cuartos de las reservas mundiales de crudo.
Esta organización con sede en Viena siempre actuó aliada con el Sur en desarrollo en materia de cambio climático, pero las diferencias comenzaron a emerger cuando se acerca la entrada en vigor el 16 de febrero del Protocolo de Kyoto, firmado en 1997.
Este protocolo de la Convención sobre Cambio Climático establece para los países industrializados un programa de reducción de emisiones de gases invernadero, aquellos que, como el dióxido de carbono, agravan el recalentamiento planetario, según los científicos.
Estados Unidos, el principal emisor, y Australia no son firmantes del protocolo y, por lo tanto, no están obligados a cumplirlo.
Ahora los tiempos se van acortando y ellos (la OPEP) ven que por un capricho no pueden demorar el apoyo de la comunidad internacional a países que están sufriendo los graves impactos del cambio climático, remarcó Estrada Oyuela en un apurado diálogo con tres periodistas entre los que estaba la corresponsal de IPS.
La adaptación de la infraestructura al desafío del recalentamiento planetario y la reducción de emisiones de gases invernadero (denominada mitigación en la jerga de las deliberaciones) son los dos grandes ejes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y de su Protocolo de Kioto.
El Protocolo obliga a los países industrializados a reducir cinco por ciento sus emisiones respecto de 1990, en el periodo 2008-2012.
Hasta el momento, los principales avances se lograron en materia de mitigación. Por eso, los delegados del Sur en desarrollo presionan ahora con fuerza por la adaptación, es decir para obtener los recursos que les permitan afrontar los efectos del cambio climático que ya se registra.
Así, salieron a la luz en Buenos Aires las diferencias que siempre habían existido dentro del G-77 más China en torno del concepto de adaptación. De un lado se ubica la OPEP y del otro el resto del mundo en desarrollo.
Desde que comenzaron las negociaciones sobre cambio climático se plantean dos tipos de problemas en materia de adaptación, explicó Estrada Oyuela.
Uno obvio, dijo, es la adaptación al cambio climático. El otro, formulado por los países de la OPEP, se refiere a los efectos económicos de la reducción en el consumo de combustibles fósiles que sobrevendría a medida que se cumplan los compromisos de mitigación.
Para Estrada Oyela, ese escenario es difícil de imaginar.
El mercado del combustible fósil no se ha reducido. Como bien señala el informe de WWF (el no gubernamental Fondo Mundial para la Naturaleza, más conocido por sus siglas en inglés), su volumen aumentó y el precio subió, o sea que es imposible imaginar el impacto que alegan, afirmó.
Pero como las decisiones del G-77 más China deben tomarse por consenso, la posición de la OPEP debió ser asumida por el conjunto, aunque con modificaciones. La negociación logró restarle cierto énfasis al planteo de la OPEP.
Cambiamos bastante el documento que teníamos, aseguró Estrada Oyuela.
De esa manera, el grupo acordó finalmente un documento único como base para negociar con los países industrializados y las economías en transición, que son los responsables de los aportes para los proyectos de adaptación.
El funcionario lamentó la escasa presencia de negociadores latinoamericanos en las negociaciones del G-77 más China, la cual podría haber neutralizado la fuerza de la OPEP.
Los que estamos más activos somos Argentina y Brasil. Jamaica también ayuda, pero extrañamos una actividad mas intensa de varios de nuestros colegas, declaró.
La directora del Programa de Cambio Climático de WWF, Jennifer Morgan, dijo a la agencia argentina de noticias Telam que la OPEP actúa como un zorro en el gallinero dentro del G-77.
Morgan manifestó dudas de que la OPEP trabaje en colaboración con los países en desarrollo. Excepto Nigeria, ningún miembro de la organización ratificó el Protocolo de Kyoto, recordó.
Es hora de rever la participación de la OPEP en el G-77, dijo la ambientalista.