CAMBIO CLIMATICO: Mercado de carbono atrae a firmas de Estados Unidos

Con 127 países listos para adoptar medidas contra el recalentamiento del planeta, muchas compañías de Estados Unidos buscan reducir sus emisiones de gases causantes de efecto invernadero, aunque el país carece de regulaciones federales en la materia.

El 16 de febrero entrará en vigencia el Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 para reducir en el mundo industrializado la emisión de dióxido de carbono (generado por la quema de combustibles fósiles) y otros gases invernadero, que retienen calor en la atmósfera y son considerados responsables del recalentamiento global.

Estados Unidos, el mayor responsable mundial de esas emisiones, suscribió el Protocolo pero no lo ratificó. El presidente George W. Bush retiró la firma del país en 2001 alegando que el Protocolo era injusto al exigir reducciones sólo a países industrializados, y que su aplicación en Estados Unidos causaría la pérdida de más de cinco millones de puestos de trabajo.

Pero muchas transnacionales, con sede en Estados Unidos y que hacen negocios en países donde pronto se aplicará el tratado global, vieron desde hace tiempo la posibilidad de beneficiarse si eran las primeras en actuar.

Una de ellas es el gigante de la química Dupont, que gana un tercio de sus 26.900 millones de dólares anuales en países que ratificaron el Protocolo. En la última década, Dupont redujo 65 por ciento sus emisiones de gases invernadero, en gran medida mediante un drástico recorte de los que no contienen carbono, como el óxido nitroso.

”Creo que es sólo cuestión de tiempo antes de que afrontemos (en Estados Unidos) mandatos federales regulatorios que nos obliguen a reducir emisiones. El problema requiere una respuesta prudente de la industria, y hay evidencia de que cada vez más compañías toman esto en serio”, comentó Tom Jacob, principal asesor de Dupont sobre cuestiones globales.

Dupont es una entre docenas de corporaciones que participan en un programa piloto de comercio de ”créditos de emisión” de gases invernadero, llamado Intercambio Climático de Chicago (Chicago Climate Exchange).

El Protocolo de Kyoto prevé la compra-venta de créditos de emisión: quienes reduzcan su producción de gases invernadero menos de lo que se les exige, podrán compensar ese incumplimiento si pagan a otros que reduzcan más de lo exigido.

Varias regulaciones sobre este tipo de mecanismos previstos en el tratado se discuten en la décima conferencia de las partes de la Convención sobre Cambio Climático, en Buenos Aires, entre el 6 y el 17 de diciembre.

Los miembros del mercado de carbono de Chicago compran y venden créditos de emisión de seis gases invernadero, ganan créditos por proyectos de secuestro de carbono y se comprometen a reducir sus propias emisiones apenas cuatro por ciento, en un plazo de dos años.

Desde el inicio de ese mercado, en diciembre de 2003, se ha comerciado un promedio diario de créditos de emisión equivalentes a 7.396 toneladas de dióxido de carbono, un volumen reducido, según expertos, si se compara con la emisión total estadounidense de gases invernadero, unos 6.800 millones de toneladas en 2002.

”Realmente no veo que en la actualidad haya un mercado importante para el carbono en Estados Unidos. Es difícil que haya mercado sin demanda, y ¿quién va a comprar si no hay incentivos?”, dijo a Tierramérica el economista William Pizer, del grupo de expertos en políticas ambientales Resources for the Future (Recursos para el Futuro), con sede en Washington.

”Veo, sí, compañías con creciente conciencia de su responsabilidad y de lo que probablemente ocurrirá si se aplica un esquema de regulación. El uso de combustibles fósiles está tan extendido que todos somos culpables, y a largo plazo el comercio de emisiones deberá ser parte de la solución”, opinó.

Ante la inacción en Washington, políticos locales han tomado la delantera en el terreno de la regulación, y nueve estados del noreste y el centro-este se proponen iniciar en abril procedimientos para desarrollar un activo mercado de carbono.

”El Estado y las actividades privadas van de la mano. Hay una tendencia a las iniciativas regionales para regular la emisión de gases invernadero, y muchas empresas ven las ventajas de ser las primeras”, indicó Barry Rabe, profesor de política ambiental de la Universidad de Michigan y autor del libro ”Invernadero y parlamentos locales: el papel en desarrollo de los gobiernos estatales en el cambio climático”.

Algunos analistas predicen que el comercio de productos básicos crecerá hasta movilizar en 2010 más de nueve billones de dólares, impulsado por los mercados de petróleo, gas natural y dióxido de carbono. La actitud de Washington ante el Protocolo de Kyoto puede costar fortunas a las firmas estadounidenses, si las deja fuera de lucrativos mercados de emisiones.

”Se trata de pagar ahora, o pagar más después. Los empresarios estadounidenses no son tontos, y están obligados a ser competitivos”, afirmó Peter Fusaro, presidente de Global Change Associates, una consultora internacional sobre energía y ambiente.

”No es improbable que el gobierno federal cambie de opinión en los próximos cuatro años y empiece a regular las emisiones. A Bush le gustan las soluciones con base en el mercado, y el mercado está ahí, con compradores y vendedores. La cuestión es cuánto va a costar”, explicó.

* La autora es colaboradora de Tierramérica. Publicado originalmente el 4 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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