Las barreras geográficas y culturales aún son en Bolivia, por encima de las cuestiones económicas, los mayores obstáculos para reducir la mortalidad infantil, según el Informe Mundial sobre el Estado de la Infancia 2005, difundido este jueves por el Unicef.
Ese documento, dado a conocer por el Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) en La Paz, destaca la diferencia entre las escasas oportunidades de vida de los niños indígenas, con 70 muertes anuales por cada mil nacidos vivos, y las de la infancia en zonas urbanas, donde esa proporción es 50 por mil.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que 15 municipios atraviesan una situación de extrema pobreza, y que el porcentaje de pobres en el país oscila de 55 a 71 por ciento de la población, según la zona.
Las zonas rurales padecen carencia de servicios adecuados de salud y de vías camineras que permitan una rápida atención a los menores enfermos, especialmente afectados por problemas estomacales en las áreas tropicales, y por infecciones respiratorias en las andinas.
Esta semana, una organización de periodistas de La Paz otorgó una distinción al cronista Abdel Padilla por describir el drama de los recién nacidos que pierden la vida por decisión de sus padres en Caripuyo, el municipio en peor situación de pobreza, ubicado en el sudoccidental departamento de Potosí.
Padilla escribió que la gente de las zonas rurales otorga a los recién nacidos menos valor que a los animales que posee, y que a eso se suma, para desgracia de muchos bebés, la fuerte censura social hacia las madres solteras o demasiado jóvenes.
”A algunos los arrojan a las piedras ni bien nacen; a otros los asfixian, sea mientras amamantan o cuando duermen; unos pocos mueren por inanición porque se les priva de la leche materna. La mayoría muere porque ha caído en alguna enfermedad (…) se los deja morir”, relató para el periódico La Prensa, tras visitar varias comunidades de ese municipio.
El presidente del concejo municipal de Caripuyo, Zacarías Colque Matías, admitió en diálogo con IPS que la mortalidad infantil es elevada, pero rechazó el contenido de la versión periodística.
Bolivia tiene unos 9,2 millones de habitantes, y cada año nacen 255.000 más, pero de cada mil nacidos vivos, 53 mueren antes de cumplir un año, según el informe del Unicef.
El ingreso anual por persona se calcula en 890 dólares, pero en la ciudad de El Alto, colindante con La Paz, algunas familias viven con menos de un dólar diario, apenas alimentadas con pan y una infusión de cáscara de cacao por la mañana, y luego una sopa de escaso valor nutritivo.
Bolivia ocupa, según el informe, el puesto 65 entre 194 países estudiados por el Unicef en materia de mortalidad infantil, con 66 niños muertes antes de cumplir cinco años por cada mil nacidos vivos, y una esperanza de vida al nacer de 64 años. En la zona occidental, y en particular en las regiones mineras, esa expectativa no supera 40 años.
El peor registro de mortalidad infantil correspondió a Sierra Leona, con 284 por mil muertos en los primeros cinco años, y el mejor a Suecia, con tres por mil.
El Unicef afirma que muchos de los países más pobres del mundo aún asignan más recursos al gasto militar que a la salud y a la educación, pero coloca a Bolivia entre los que dirigen más recursos a la formación escolar, y por eso alienta esperanzas de progreso económico y social en los próximos años.
El informe también abre esperanzas de reducción de la mortalidad infantil como efecto de políticas gubernamentales para ampliar el seguro básico de salud, de modo que brinde servicios a mujeres embarazadas, a madres primerizas hasta seis meses después del parto, y a la población infantil hasta los cinco años de edad.
En Bolivia, el Unicef orienta sus esfuerzos a la solución estructural de los problemas de los municipios más pobres mediante un Programa de Desarrollo Local Integrado, que amplía el acceso de las personas con escasos ingresos a la educación y la salud, y promueve los derechos de la infancia.
El responsable del programa, Bladimir Ameller, explicó a IPS que las primeras experiencias en los municipios de Baures y Huacaraje, del tropical y norteño departamento de Beni, ayudan a una buena administración de los recursos financieros.
Durante la próxima gestión, se invertirán 4,5 millones de dólares en tareas de programación de inversiones sociales en 54 municipios con la finalidad de obtener una administración transparente y eficiente del dinero de la comunidad. (