Al tronco todavía joven de los derechos humanos le ha brotado una rama verde, que pretende consagrar los derechos ambientales como parte del ordenamiento jurídico que protege las garantías humanas fundamentales.
Aunque en teoría las leyes existentes sobre derechos humanos deberían proteger nuestro derecho a un ambiente sano, en la práctica eso no sucede, estimó el activista de la organización ambientalista Amigos de la Tierra – Estados Unidos, David Waskow.
Esa organización, que se define como la mayor red de entidades de base ambientalistas en el mundo, con cerca de un millón de miembros, promueve el reconocimiento de los derechos ambientales como derechos humanos. Con tal motivo divulga el informe "Nuestro ambiente, nuestros derechos, en defensa de los pueblos y del planeta", este viernes, cuando se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos.
El prefacio del estudio, escrito por Tatiana Roa de Amigos de la Tierra Colombia, describe la relación entre las dos ramas de los derechos y adelanta algunos ejemplos de coincidencias.
A los derechos humanos de la primera generación, como se llama a los derechos civiles y políticos, y a los de segunda generación, que son los económicos, sociales y culturales, les sigue ahora una tercera categoría, explicó Roa.
La nueva variedad ha surgido en un proceso acelerado por los efectos negativos de la globalización económica sobre los pueblos y el ambiente en todo el mundo, argumentó la activista colombiana.
Roa acepta los avances recientes en el reconocimiento de los derechos humanos individuales y colectivos, y en la creación de marcos legales para esas garantías.
Sin embargo, las violaciones prosiguen e incluso aumentan a causa del modelo actual de producción y consumo que impone al mundo la globalización económica neoliberal, opina Roa.
Muchos Estados ignoran las convenciones multilaterales y dejan el campo libre a las empresas transnacionales "para que continúen impunemente su política de destrucción", describe la activista.
Ante ese panorama. Amigos de la Tierra promoverá los conceptos de derechos ambientales y justicia ambiental y bregará por la consagración de nuevas garantías.
La concepción de justicia ambiental que anima a la organización reconoce la dignidad de la naturaleza, la telaraña de la vida y los ritmos independientes de los procesos biológicos y ecológicos, definió Roa.
En el terreno jurídico han aparecido derechos "nuevos", como los de los refugiados climáticos, desplazados por la aceleración de la globalización económica con sus secuelas de destrucción ambiental y problemas sociales.
Otra variante es el derecho al reclamo de la deuda ecológica que aspira al reconocimiento de los efectos del agotamiento de los recursos del Norte y de la destrucción de la naturaleza en los países del Sur. Para Roa, esos derechos son igualmente importantes y también interdependientes.
En consecuencia, Amigos de la Tierra sostiene que los ambientales son derechos humanos ya que las formas de sustento de los pueblos, su salud y algunas veces su propia existencia, dependen de la calidad y el acceso al ambiente que los circunda. También influyen el reconocimiento de sus derechos a la información, participación, seguridad e indemnización.
Las comunidades ofrecen a diario ejemplos de la comunión de los derechos humanos con los derechos ambientales, como en el caso del pueblo indígena ava guaraní de Argentina, que a comienzos de este año marchó casi 3.000 kilómetros para reclamar al gobierno la devolución de 5.000 hectáreas de sus tierras ancestrales, entregadas a una compañía extranjera para explotación azucarera.
Otros casos son los campesinos de los cacaotales de Camerún que enjuiciaron a la empresa forestal francesa que había destruido sus plantaciones en su afán por exportar madera en rollos, o la filial de Amigos de la Tierra – Uruguay y otras organizaciones de ese país, que promovieron un plebiscito nacional que consagró, el 31 de octubre, el acceso al agua como un derecho humano fundamental.
"Esos nuevos derechos son aplicables a menudo a comunidades o a grupos de personas que intentan lograr formas de vida saludables y sustentables en distintas partes del planeta", detalló Roa.
Pero en nombre del "desarrollo" y del "libre comercio", los gobiernos y las transnacionales se van apoderando sistemáticamente del suelo, el agua, los bosques y los minerales.
En ese proceso se cometen violaciones de derechos humanos y de derechos ambientales, como la confiscación de tierras, los desalojos, la contaminación y destrucción de los recursos naturales, la presencia policial, la militarización, la violencia, la intimidación y consecuencias aún peores, afirma Amigos de la Tierra.
El vínculo entre derechos humanos y ambientales fue reconocido explícitamente en una declaración de la relatora especial sobre derechos humanos y ambiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Fatma Zohra Ksentini, presentada en 1994 ante la Subcomisión de Prevención de la Discriminación y Protección de Minorías.
En su análisis, Ksentini concluyó que el daño ambiental tiene un efecto adverso sobre el goce de una serie de derechos humanos y que por su parte, las violaciones de los derechos humanos generan daño en el ambiente.
Además, una serie de resoluciones de la ONU, decisiones judiciales y dictámenes de organismos internacionales han aprobado y desarrollado aún más los criterios expuestos por Ksentini.
Sin embargo, Roa aclara que hasta el momento existe muy poca legislación vinculante que se refiera a los derechos humanos ambientales.
El estudio de Amigos de la Tierra se divide en tres partes, tituladas Sociedades sustentables, Información, participación y seguridad e Indemnización.
El documento es una sucesión de relatos de conflictos surgidos por problemas ambientales, como el agua en el departamento boliviano de Cochabamba, los ecologistas asesinados en Nigeria y las poblaciones desalojadas por la represa de las TresGargantas de China, entre otros.