SALUD: El altruismo científico perdido

Unos investigadores van en busca de las tres ”P”, que refieren a publicaciones, patentes y profesorado, mientras otros privilegian las ”P” de políticas, práctica y población, en una diferencia que marca el abismo profundo que separa dos conceptos de la ciencia.

La primera visión, a simple vista la más exitosa, dispone hoy de más de 95 por ciento de los 73.000 millones de dólares que cada año se destinan en el mundo a investigaciones en salud y medicina, según el ”Informe Mundial sobre Conocimiento para una Salud Mejor”, divulgado este miércoles en Ginebra por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los objetivos de esa rama son los descubrimientos en el campo de la investigación biomédica básica, la investigación clínica, los genomas, la biología molecular, la biotecnología y la investigación para producir nuevos fármacos, nuevas vacunas y nuevos instrumentos médicos.

Se trata de la tradicional escuela de investigación y desarrollo que consiste en investigaciones en el área básica, clínica e epidemiológica y que produce las denominadas intervenciones, que significan medicina, vacunas, pruebas de diagnóstico y aparatos médicos.

De esa cifra de 73.000 millones de dólares, alrededor de 45 por ciento corresponde a las inversiones en investigación que realizan las compañías farmacéuticas.

Otra parte, entre 45 y 50 por ciento, proviene del sector público, que incluye a fuentes de gobiernos y de otros sectores no gubernamentales, como la Fundación Bill y Melinda Gates, definió Tikki Pang, director de política de investigación y cooperación de la OMS.

Una modesta porción, de menos del cinco por ciento, resta entonces para la otra óptica de la ciencia, la investigación que se ocupa de los sistemas de salud y que ha sido relativamente descuidada.

Un panorama de los últimos 50 años muestra que en todo el mundo se han logrado avances extraordinarios en el campo de la salud. Sin embargo, al observar los efectos de la ciencia en términos de salud pública, se comprueba que los resultados podrían haber sido mejores, dedujo Pang.

A pesar de que hoy podemos obtener la secuencia del genoma humano, todavía afrontamos problemas concretos con el paludismo, la tuberculosis y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), especialmente en los países en desarrollo, contrastó.

Fundados en la convicción de que la ciencia puede hacer aún mucho más por el futuro de la salud pública, los especialistas de la OMS elaboraron el informe distribuido este miércoles, que propicia una gestión más eficaz de la investigación de sistemas de salud.

El plante se realiza porque los sistemas de salud pública aparecen hoy muy débiles, en particular en los países en desarrollo.

Cuando se habla de salud pública se alude al suministro de atención médica a poblaciones de países donde los hospitales no funcionan bien, donde no hay suficientes médicos y enfermeras, faltan fármacos y la cobertura del seguro de salud es escasa.

El ”Informe Mundial sobre Conocimiento para una Salud Mejor” propicia el fortalecimiento de la investigación dedicada a esos sistemas de salud pública hoy derruidos.

Muchos de esos países no cuentan con un sistema de información básica y algunos de ellos no son capaces siquiera de contar el número de sus muertos por causas diversas, señaló a modo de ejemplo Pang.

El funcionario de la OMS explicó como funciona el mundo de la investigación. Cuando un joven estudiante decide dedicarse a esa actividad, enseguida se entera de que lo más atractivo está en los genomas, en el desarrollo de nuevos fármacos o en la invención de una nueva máquina para diagnosticar el cáncer, dijo.

Al aspirante de investigador de sistemas de salud le advierten de inmediato de que nunca va a obtener el Premio Nobel por investigar las formas de mejorar el acceso a las medicinas, insistió Pang.

En consecuencia, surge alguna tensión entre los científicos dedicados a las investigaciones atractivas, que claramente van a ganar más dinero, y los otros, que reconocen las maravillas de esos fármacos, vacunas y métodos de ensayo, pero se preguntan de qué sirven si no están destinados a la población que más lo necesita.

Ante este cuadro, la OMS decidió reconocer que esta área particular de investigación para fortalecer los sistemas de salud se encuentra descuidada y también poner de manifiesto ese abandono, mientras anuncia al mismo tiempo que en el futuro debe recibir mejor y mayor apoyo.

Pang reprochó también que la información científica no sea bien empleada. Por ejemplo, algunos siguen prescribiendo ciertos medicamentos cuando la ciencia sabe realmente que esos fármacos no funcionan. Esto ocurre con suma frecuencia, apuntó.

Asimismo, el funcionario criticó a la comunidad científica biomédica que sólo piensa en las tres ”P” de alcanzar la cátedra de profesor en una universidad, de publicar documentos en las principales revistas científicas del mundo y en registrar patentes, porque de esa manera aporta ingresos por regalías a su universidad.

Pang, quien anteriormente se dedicó a la investigación en laboratorios, dijo que su ingreso a la OMS había sido una revelación, pues comprendió que en esa comunidad las publicaciones, las patentes y los profesorados resultan superfluos, a menos que también se vinculen con políticas, prácticas y poblaciones. (

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