Cuatro años de represión militar israelí al levantamiento palestino contra la ocupación dejaron la economía del territorio hecha jirones, con una profunda depresión y una creciente pobreza, advirtió este martes el Banco Mundial.
Aunque la economía palestina recuperó algo de fuerza en 2003, aún está gravemente deprimida respecto del periodo anterior a la segunda intifada, insurgencia popular contra la ocupación israelí iniciada en septiembre de 2000, indicó el Banco en su último informe al respecto.
Cisjordania y Gaza, los territorios árabes ocupados por Israel en 1967, sufren una de las peores recesiones de la historia moderna bajo el régimen de sitio militar de poblados y cierres de caminos.
El Banco Mundial indicó que esta política entorpece la actividad económica al restringir el movimiento de personas y de bienes.
Los cierres son un factor clave detrás de la actual crisis económica en Cisjordania, dijo Nigel Roberts, director del Banco Mundial para Cisjordania y Gaza, en un comunicado de prensa.
Este régimen fragmentó el espacio económico palestino, elevó el costo de los negocios y eliminó la predictibilidad necesaria para realizarlos, agregó.
Empresarios cisjordanos se lamentaron ante expertos del Banco de dificultades en la obtención de insumos productivos de sus proveedores y en el envío de bienes terminados a los mercados.
El movimiento de bienes comerciales entre Cisjordania e Israel cayó 50 por ciento en 2003 respecto del periodo anterior al recrudecimiento de la ofensiva militar israelí en marzo de 2002.
Esa ofensiva restringió severamente la capacidad de los comerciantes palestinos de realizar negocios fuera de Cisjordania.
Pero en 2003 hubo menos toques de queda —la forma más extrema de cierre—, e Israel acordó transferir a las autoridades palestinas impuestos ya recaudados que le correspondían.
Las mejoras se registraron a medida que Estados Unidos presionaba por el cumplimiento de la Hoja de Ruta, el plan de paz que alentó junto con la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia.
Eso produjo un fugaz estímulo fiscal, según el Banco.
El producto interno bruto por persona aumentó uno por ciento en 2003, ante una pequeña reducción del uso de la fuerza militar y de las incursiones israelíes.
El estrecho vínculo entre los cierres y la salud económica palestina se ve ilustrada por el hecho de que el breve crecimiento del año pasado fue acompañado por un también breve aflojamiento de la represión y de la violencia, indica el nuevo informe.
Pero la recuperación no duró mucho, pues Israel reanudó con su campaña militar y volvió a establecer cierres y restricciones de movimientos, agrega el estudio.
Casi la mitad de la población palestina vive en la pobreza, y 600.000 ni siquiera pueden cubrir sus necesidades básicas de alimentos, vestimenta y vivienda para sobrevivir.
El desempleo se mantuvo en 25 por ciento en 2003. Antes de la intifada, era de 10 por ciento. Esta situación afecta a 37 por ciento de los jóvenes, según el Banco Mundial.
La economía palestina no podrá recuperarse si Israel no establece grandes cambios a sus restricciones, indica el estudio, que también solicita a la Autoridad Nacional Palestina revivir su programa de reformas y mantener la disciplina fiscal para alentar el ingreso de inversiones.
En el marco de la intifada, murieron 3.492 palestinos y 982 israelíes. La mayoría de los caídos de ambos lados eran civiles.
El plan de desconexión (retirada unilateral de las tropas israelíes y de la mayoría de los asentamientos judíos en Gaza) anunciado por el primer ministro Ariel Sharon no es suficiente para mejorar la situación, sostuvo en junio el Banco Mundial.
A comienzos de esta semana, autoridades israelíes anunciaron que harán un esfuerzo por facilitar las elecciones presidenciales en Palestina el 9 de enero, incluso en Jerusalén oriental.