El Banco Mundial recomienda a las naciones pobres seguir liberalizando su economía en todos los frentes.
El consejo, incluido en la nueva edición del informe Perspectivas Económicas Mundiales 2005, consiste en que las naciones acreedoras del Banco adopten una estrategia de liberalización comercial en tres frentes: unilateral, multilateral y regional.
Así, los países en desarrollo deben continuar eliminando aranceles y barreras proteccionistas. La recomendación está dirigida a gobiernos que ya comenzaron a recorrer el camino de la liberalización comercial y que han alcanzado acuerdos bilaterales o regionales en la materia.
El informe indica que los acuerdos comerciales regionales crecieron con rapidez, pues se multiplicaron por ocho desde los años 80, si bien los países en desarrollo aún no lograron aprovechar los beneficios del libre comercio.
Entre los acuerdos regionales destacados por el Banco Mundial figuran el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y entre los bilaterales, el acordado por Estados Unidos y Chile, así como otro entre la Unión Europea y Sudáfrica.
Los acuerdos comerciales regionales ofrecen ciertos beneficios a algunos países en desarrollo, en el caso de que no permanezcan detrás de un muro de protección, dijo el economista jefe del Banco y su vicepresidente para Desarrollo Económico, François Bourguignon.
Pero los acuerdos comerciales, al favorecer a los países firmantes, también implican discriminar a otros, agregó Bourguignon. Casi todos esos convenios, sostuvo, tienen consecuencias adversas sobre los países excluidos.
La manera más eficaz de abatir esos efectos negativos es abrir más ampliamente los mercados, sugirió el economista jefe del Banco Mundial.
Algunos acuerdos no están muy bien diseñados, dijo el principal redactor del informe, Richard Newfarmer. Pueden tener muy altos niveles de protección externa y desviar el comercio de la fuente de menor costo, que puede ser tanto un país de la región o ajeno a ella, señaló.
Al crear comercio intrarregional, los acuerdos pagan un costo muy alto, que puede costar ingreso nacional, según Newfarmer.
Una apertura multilateral de los mercados como la que se negocia en la Organización Mundial del Comercio (OMC) mantiene la promesa de grandes ganancias para todo el Sur en desarrollo, afirma el Banco Mundial.
Según los críticos del sistema financiero multilateral, el Banco apoya a los países industriales que tratan de quebrar la resistencia de las naciones en desarrollo a abrir sus fronteras,
Una coalición de 22 países en desarrollo, molestos por lo que consideran reglas de comercio injustas promovidas por la OMC, impidieron que la conferencia ministerial de la organización celebrada en Cancún el año pasado concluyera con un acuerdo.
Ese bloque protestaba por los pesados subsidios, en especial los agrícolas, que países ricos como Estados Unidos, Japón y los de la Unión Europea asignan a sus productores.
Luego del colapso de la conferencia de Cancún, Washington se comprometió a restaurar las negociaciones y desde entonces ha ejercido presión sobre los países en desarrollo para que retornen a la mesa.
La próxima conferencia ministerial de la OMC está prevista para diciembre de 2005 en Hong Kong.
El Banco Mundial ha alentado tradicionalmente la adopción de los principios de economía liberal de mercado en el mundo en desarrollo. Organizaciones de la sociedad civil advierten que tales políticas solo ayudan a las empresas de los países industrializados que dominan este institución y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Banco Mundial prestó al mundo en desarrollo unos 20.100 millones de dólares para 245 proyectos en 2004, frecuentemente con la condición de que implementen reformas económicas y acepten asesoramiento técnico.
En los últimos tiempos, las recomendaciones liberalizantes del Banco Mundial y del FMI han sido más explícitas. Además, ambas organizaciones han coordinado esfuerzos con la OMC para ganar coherencia.
Como consecuencia, algunas organizaciones de la sociedad civil acusan al Banco Mundial y al FMI de gestores ocultos del sistema comercial mundial.
Los críticos argumentan que ambas instituciones, y no solo la OMC, procuraron imponer reglas comerciales que favorecen a las naciones ricas a costa del Sur en desarrollo, y en muchas ocasiones recomendaron no aceptar sus recomendaciones en materia de intercambio.
La rápida liberalización recomendada por el Banco Mundial, el FMI y la OMC daña a los países pobres, incapaces de competir con grandes productores debido a las asimetrías de escala, según la sociedad civil.
En algunos casos, tales políticas diezmaron la industria local, que no pudo hacer frente a importaciones baratas, y con frecuencia subsidiadas, procedentes de naciones ricas.
Pero un acuerdo multilateral es el único camino para abrir los mercados agrícolas y reducir o acabar con los subsidios en los países ricos, según Bourguignon. Estas reformas son de importancia crítica para los pobres, pero ellos no están en la mesa de negociaciones regionales.