La anciana Madame Ti Zo, de casi 100 años, ya perdió la cuenta de todos los niños que ayudó a nacer como partera y de las personas que salvó de la muerte como médica de hojas o curandera en Haití.
Aún está allí, ayudando a enfermos y mujeres embarazadas en las paupérrimas chozas sobre el río Jacmel, en las afueras de la meridional ciudad portuaria haitiana del mismo nombre, donde viven unas 30.000 personas.
Sus recursos son limitados, pero al parecer efectivos: hierbas locales, un ungüento antiséptico, unos masajes y oraciones.
La vida de Madame Ti Zo (señora pequeños huesos), cuyo verdadero nombre es Madeleine Desrosiers, es el tema de un documental que lleva su nombre, del cineasta estadounidense David Belle, presentado a comienzos de este mes en el anual Festival de Cine y Vídeo Margaret Mead, en el Museo de Historia Natural de Nueva York.
En Madame Ti Zo, la curandera aparece con sus vestidos tradicionales, explicando en creole cómo realiza su trabajo.
Esguinces, huesos rotos, dolores de garganta, fiebres y parásitos intestinales nunca son cosa difícil para esta mujer de larga experiencia, que ordena tratamientos con aspirinas y hojas de naranjo hervidas con sal y pimienta.
Muchos ingredientes me son revelados en sueños. Lo que veo es lo que doy, dice Madame Ti Zo, quien trabajó 10 años en un hospital para luego dedicarse por completo a la medicina tradicional, un legado de su familia.
En Haití, la gente nace y muere delante de tus ojos, afirma la anciana en la película.
Este pequeño país del Caribe es azotado desde hace decenios por la extrema pobreza, la inestabilidad política y los desastres naturales, como el huracán Jeanne, que en septiembre mató a 3.000 personas y desplazó a muchas más.
La expectativa de vida para los haitianos era de 50 años en 2002, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El gasto en salud por habitante era de 22 dólares en 2001, una cifra casi inexistente comparada con los 4.887 dólares que invierte Estados Unidos.
Haití tiene apenas 8,4 médicos cada 100.000 habitantes, según datos de 1992, los últimos disponibles.
Por eso, los curanderos y herbolarios son la única defensa antes las enfermedades para muchas personas en Haití, sobre todo en las zonas rurales, donde 40 por ciento de la población no tiene acceso a atención médica.
La OMS calcula que 20 por ciento de los nacimientos en el país se producen fuera de hospitales.
¡Párate sobre tus pies! ¡Párate! ¡Párate!, le grita Madame Ti Zo a una mujer en una de las escenas más impactantes del documental. Esa mujer acaba de dar a luz, e intenta alzarse apoyada en unas vigas de la choza y con la ayuda de las parteras.
Para Madame Ti Zo, asistir un parto es tan común como elaborar su comida diaria en base a bananos. La médica de hojas asegura que ha llegado a atender cinco partos en un día. Ella misma tuvo 12 hijos.
Cualquiera puede ser un médico. Sólo necesitas ser paciente y cariñoso. Si no eres paciente ni cariñoso, no podrás hacer el trabajo que Dios te dio, dice en el filme, mientras recoge cacahuates en una canasta.
La película de Belle es la segunda de una serie de seis documentales que registran la vida de los ancianos de Haití y sus tradiciones. La primera entrega, en 2001, fue Words of the Elders (Palabras de los ancianos).
El cineasta regresará a Haití a fines de este mes para comenzar la filmación de la tercera película, esta vez sobre la vida de un sacerdote vudú. Luego seguirán un pintor, un pescador y, quizás, toda una familia de granjeros, adelantó Belle.
Retratar a personas comunes inspiradoras es, al fin de cuentas, más importante que investigaciones reveladoras, afirma ahora el documentalista, quien en el pasado realizó trabajos de investigación periodística, como Abandoned: The Betrayal of America's Immigrants (Abandonados: La traición de los inmigrantes de Estados Unidos), co-dirigida por Nicholas Wrathall, en 2000.
Belle pasó cerca de un año con su equipo en Haití para filmar Madame Ti Zo. La mayor parte del tiempo la dedicaron a trabajar sin cámaras, procurando ganar la confianza de la curandera, de sus pacientes y de sus familiares.
El objetivo era que nadie se sintiera incómodo luego con la filmación, y que se les permitiera captar escenas íntimas que serían clave para el documental, que no tiene ninguna entrevista y sólo pequeñas narraciones de la propia Madame Ti Zo.
Fue maravilloso ver la autoridad que tiene ella tanto en la medicina como en la psicología. Al mismo tiempo que curaba a enfermos las 24 horas del día, criaba a sus nietos y ayudaba a todas las personas que viven en su caza, contó Belle.
Este cineasta de 32 años se ha dedicado desde 1993 a viajar con frecuencia Jacmel para conocer a fondo a la comunidad de esa pobre ciudad haitiana.
Como ciudadano de la nación más rica del hemisferio viviendo en el país más pobre del hemisferio, siento la responsabilidad de compartir todo lo que tengo, afirmó.
Belle ayudó hace dos años a crear el Centro de Artes de Jacmel, que es ahora dirigido por el artista plástico haitiano Patrick Boucard. El Centro procura brindar educación y empleo a través del arte a los jóvenes del lugar.
En julio, el Centro organizó el primer Festival Cinematográfico de Jacmel, que exhibió gratis varias películas haitianas y, por su puesto, Madame Ti Zo.
A lo largo de los años, muchas personas se han acercado a la vieja curandera con intención de aprender su oficio, pero ella ha rechazado a la mayoría, pues teme que los codiciosos se aprovechen luego de los enfermos.
Madame Ti Zo tiene la esperanza de poder enseñarle en el futuro a su bisnieta, una niña de cinco años que también se llama Madeleine.