Antes, el más rico acá era el viejo jubilado, ahora soy yo, dice con orgullo un campesino que habita un cerro en apariencia improductivo de la pobre región brasileña de Carirí. Ese vuelco se debe a las cabras.
En muchos municipios pobres de Brasil, la principal fuente de ingresos son los ancianos jubilados, que tienen asegurada una pensión mensual equivalente al salario mínimo de 260 reales (unos 90 dólares).
Pero la cría de cabras empieza a recuperar la economía de los 31 municipios de Carirí, en el interior del nororiental estado de Paraíba, que se empobreció en las últimas décadas por la decadencia de su producción algodonera y su ganadería de vacunos, contó a IPS Luis Alberto Amorim, coordinador del Pacto Nuevo Carirí.
El Pacto es una en más de 50 experiencias exitosas de desarrollo local presentadas en la tercera muestra Expo Brasil, que reúne cerca de 2.500 participantes en Olinda, ciudad del estado de Pernambuco, también en el nordeste brasileño, desde el miércoles a este sábado.
Carirí, azotada por frecuentes sequías, quedó sin perspectivas económicas, lo que provocó un gran éxodo de su población, hoy limitada a 256.000 habitantes, 46 por ciento de los cuales viven en zonas rurales.
Cuatro años atrás, un largo debate identificó al ganado caprino como alternativa de desarrollo, considerando las costumbres y condiciones naturales locales, dijo Amorim. Pero hubo frustraciones, como promesas incumplidas de plantas de procesamiento y de producción de leche en polvo.
El Pacto, que involucra a los gobiernos nacional y estadual y a numerosas instituciones, renovó el esfuerzo. Se descubrió que la población rechazaba la leche de cabra por su mal olor, lo que impedía incorporarla como alimento de los programas sociales. Ese aspecto se solucionó capacitando a los criadores en técnicas de ordeñe.
En octubre de 2001 empezó el procesamiento de la leche local, con una producción diaria de 275 litros. Ahora ya son 9.000 litros por día y se espera terminar el año con 10.000 litros y doblar ese volumen el próximo año, anunció Amorim.
Los 700 criadores de cabras están organizados en nueve asociaciones, y las nueve plantas de procesamiento emplean a 1.600 trabajadores y generan otros 3.000 empleos indirectos.
Además de las alcaldías, el gobierno nacional ha comenzado a estimular la compra de leche de cabra en su programa Hambre Cero, que distribuye dinero a familias muy pobres para su alimentación, alentando la producción local.
El impacto es fuerte, la zona rural ganó una fuente de ingresos, además de las jubilaciones, y se reanimó el comercio local, se recuperó la autoestima de la población y cambió la dinámica, con el surgimiento de nuevas actividades económicas, señaló Amorim.
Crecieron la venta de carne de chivos machos y la artesanía en cuero, ya que el rebaño caprino y ovino de la región creció 54 por ciento en los dos últimos años.
Además, se desarrolla el turismo local, con la Fiesta del bode, que atrae a 35.000 visitantes. Cabaceiras, uno de los municipios más secos de Brasil, se convirtió en atracción turística incluso para viajeros europeos, por su paisaje singular, dijo Amorim.
Expo Brasil, que se realiza anualmente desde 2001, es el mostrador y el momento de aprendizaje colectivo en el cual se reúnen buenas experiencias de todo el país, dijo a IPS Juarez de Paulo, gerente de desarrollo local del Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae).
La institución, antes concentrada en apoyar pequeñas empresas aisladamente, cambió su estrategia cinco años atrás y pasó a actuar como una agencia de desarrollo, ampliando la mirada de la empresa al territorio, del individuo al grupo, explicó.
En la Expo Brasil, los mismos productores locales hablan de sus experiencias exitosas, y eso estimula y difunde conocimiento sobre distritos productivos, cooperativas e iniciativas de economía solidaria que generan empleos y fuentes de ingreso, acotó.
La organización de cooperativas, con asistencia en diseño para la confección de hamacas, mantas y otras prendas de hilos de algodón, impulsó el desarrollo de la tejeduría de una región de Pernambuco, que ya exporta a Europa y comprende a 3.000 familias.
Ese es uno de los buenos ejemplos mencionados por De Paulo.
La mirada a lo pequeño y a la base local donde se genera la mayor parte de los empleos es lo que necesita el desarrollo del país, hasta ahora conducido por un pensamiento económico volcado a las grandes empresas, que no pueden ser atraídas por 80 por ciento de los municipios brasileños, opinó.
La falta de atención al desarrollo local contribuyó a que el microcrédito no tuviera en Brasil la expansión esperada en comparación con otros países, evaluó Caio Silveira, coordinador de la Expo Brasil en Olinda.
El encuentro descubre un Brasil que se desconoce, y da visibilidad a buenos proyectos aislados en el interior o en barrios periféricos de las grandes metrópolis, dijo Silveira, sociólogo y funcionario de Sebrae.
El propósito es fortalecer tales iniciativas, fomentar asociaciones y articulaciones, abriendo acceso a mecanismos de financiamiento, ya que en el encuentro participan agencias de desarrollo y bancos de fomento nacionales e internacionales.
También se trata de poner el desarrollo local en la agenda nacional, concluyó Silveira.