Turkmenistán es un agujero negro para activistas por los derechos humanos de todo el mundo, ya que pocos de los numerosos abusos que se cometen allí llegan a conocerse fuera del país.
La situación no es mucho mejor en la vecina Uzbekistán, con 26 millones de habitantes que no gozan de plenas libertades civiles. Los disidentes son torturados con agua hirviendo para extraerles información, según defensores de los derechos humanos.
La tortura es generalizada en ambos países de Asia central. El objetivo de las autoridades es extraer confesiones y castigar a los opositores, aseguraron activistas de la región en una conferencia celebrada en Helsinki.
La guerra contra el terrorismo se combate a costas de los derechos humanos, dijo en la reunión Adolat Najimov, director del servicio de radio en idioma uzbeko de Radio Europa Libre y de Radio Libertad.
El seminario de este mes fue organizado por el Comité Finlandés Helsinki, que analiza la situación de los derechos humanos en 55 países miembros de la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE).
Esta alianza, patrocinada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se define como un instrumento para el alerta temprana, la prevención de conflictos, el manejo de crisis y la rehabilitación de países afectados en Europa, aunque incluye a naciones ajenas al continente.
Turkmenistán y Uzbekistán son miembros de la OCSE, pero organizaciones defensoras de los derechos humanos advierten que el bloque no tiene fuerza suficiente como para impedir que se sigan cometiendo abusos en esos países..
Antes de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, naciones occidentales, y en especial Estados Unidos, habían criticado en forma estridente los abusos en países que integraron el llamado bloque socialista, pero tras esos atentados dejaron casi por completo de hacerlo, destacó Najimov.
En la medida en que se considera que esos países cooperan en la llamada guerra contra el terror, los gobiernos occidentales han evitado adoptar una posición de principios contra la violación de los derechos humanos y otras formas de represión política, opinó Peter Zalmajev, representante en la región de la Liga Internacional de los Derechos Humanos.
El mes pasado, diarios británicos informaron que Craig Murray fue retirado por Londres de su misión como embajador en Uzbekistán por hablar en público contra las violaciones de los derechos humanos en ese país.
En abril de 2002, el relator especial de las Naciones Unidas sobre tortura, Theo van Boven, afirmó que en Uzbekistán la tortura es un procedimiento dominante y persistente a lo largo de los procesos de investigación.
Turkmenistán y Uzbekistán no sólo albergan bases militares estadounidenses consideradas vitales para la presencia de Washington en la región, sino que además poseen vastas reservas de gas natural y petróleo, y además.
Uzbekistán realizará el mes próximo elecciones parlamentarias, pero según Najimov, pocos piensan que serán libres y limpias, ya que el gobierno no ha permitido participar en ellas a los partidos opositores, con el argumento de que habían falsificado sus nóminas de afiliados.
El año pasado, el presidente uzbeko Islam Karimov removió draconianas leyes de prensa bajo presión, cuando Estados Unidos le retiró 200 millones de dólares de asistencia, pero los periodistas han mantenido una severa autocensura por temor a represalias, aseguró el director de servicios radiales.
En Turkmenistan, no se puede hablar de la existencia de un gobierno, porque el presidente (Saparmurat Niazov) supervisa todo personalmente, incluso la firma de documentos de admisión de instituciones educativas, aseguró.
A Niazov le agrada ser llamado Turkmenbashi (Líder de los turkmenos), y ejerce un sofocante control sobre los cinco millones de habitantes de su país, sin permitir forma alguna de oposición, sostuvo Zalmajev.
En Turkmenistán, distribuir octavillas es suficiente para ser arrestado aseguró.
El achacoso Niazov, de 76 años, se declaró gobernante vitalicio, y Najimov opinó que a los turkmenos sólo les queda esperar que fallezca, pero también apuntó que hay preocupación por lo que ocurrirá luego.
Según Zalmajev, la tolerancia internacional ante los abusos en Turkmenistán y Uzbekistán se relaciona con la estratégica ubicación de ambos países, en el marco de una disputa por influencia en la región entre Estados Unidos y Rusia.
Poco después de inusuales críticas a Uzbekistán desde Washington visitó Moscú, y la imagen en televisión de un apretón de manos con su par ruso Vladimir Putin fue un mensaje silencioso al presidente estadounidense George W. Bush: 'Tenemos otros aliados hacia los que podemos volcarnos', consideró Zalmajev.
Washington aceptará cualquier régimen en la región, en la medida en que haya estabilidad política, porque ya tiene demasiado que hacer en Iraq, opinó. (