El nuevo presidente de Somalia, Abdullahi Yusuf Ahmed, elegido a comienzos de mes en la capital de Kenia, afronta ahora el desafío de volver a Mogadiscio para consolidar la legitimidad su gobierno.
Su designación por parte del parlamento en el exilio despertó una cautelosa expectativa en el inicio de un nuevo capítulo en la historia de este azotado país del Cuerno de Africa. Pero analistas y diplomáticos advierten que poco podrá hacerse para transformar Somalia desde Nairobi.
Por razones de seguridad, el gobierno y el nuevo parlamento somalí tienen sus oficinas en la capital de Kenia, donde desde hace dos años se desarrollan las conversaciones de paz.
Somalia, antigua colonia italiana, está en guerra civil desde 1991, cuando distintas facciones derrocaron al dictador Mohammed Siad Barre para luego enfrascarse en luchas intestinas.
La provincia noroccidental de Puntland, declaró su autonomía en 1998, y la septentrional Somalilandia, ex colonia británica anexada por Mogadiscio en 1960, declaró su independencia en 1991, aunque no fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los clanes Hawiye, Digle-Mirifle, Dir y Darod luchan entre sí, y hay un quinto clan formado por 14 grupos minoritarios.
La guerra civil dejó más de 300.000 muertos, según agencias humanitarias. La intervención de la ONU se produjo entre 1992 y 1995.
Las negociaciones destinadas a garantizar un ambiente seguro para el gobierno nacional de transición tienen que concentrarse en buscar la manera de que el presidente regrese a Mogadiscio, sostuvo el secretario de la Oficina Exterior de Gran Bretaña para Africa, Chris Mullin.
Yusuf Ahmed, de 71 años, fue electo por el parlamento con 189 votos contra 79 de su principal rival, el ex embajador somalí en Estados Unidos Abdullahi Ahmed Adow.
El órgano legislativo fue inaugurado en agosto, y está integrado por representantes de las principales facciones.
Yusuf Ahmed, quien deberá formar su gabinete esta semana, parecerá más un presidente cuando vaya a Mogadiscio que estando en un hotel de Nairobi, dijo Mullin el viernes en conferencia de prensa.
Sin embargo, no parece nada fácil instalar un gobierno central en Somalia, donde 13 años de conflicto han dividido el territorio en feudos y propagado la anarquía.
Organizaciones internacionales calculan que en Somalia circulan unas 500.000 armas pequeñas y medianas.
Mogadiscio está llena de milicias armadas, no sólo con rifles AK 47, sino con armas más pesadas, señaló Mullin.
El funcionario británico indicó que la constante circulación de armas ha convertido al país africano en una de las principales causas de la inestabilidad regional, como reconoció el ex canciller somalí Kalonzo Musyoka a comienzos de este año.
El estado de caos también permite el movimiento de organizaciones terroristas internacionales y la planificación de atentados como los perpetrados contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, en 1998, y contra un hotel israelí en la costera localidad keniata de Mombasa, en 2002.
Mullin exhortó al nuevo gobierno somalí a lanzar de inmediato un programa de desarme y prometió el respaldo de Londres.
El gobierno de Somalia, y los propios somalíes, deben tomar el liderazgo para crear una nación estable. Pero nosotros estamos dispuestos a ayudarles. Aún es muy pronto para decir qué forma tendrá nuestra asistencia, afirmó.
El sábado, Yusuf Ahmed solicitó a la Unión Africana que envíe 20.000 soldados de paz a Somalia para colaborar con el desarme de las milicias. El pedido es estudiado este lunes en el Consejo de Paz y Seguridad del grupo.
Pero es posible que el pedido de Yusuf Ahmed no encuentre eco, ya que la Unión Africana parece más concentrada ahora en resolver la crisis en la occidental zona sudanesa de Darfur.
Hussein Aideed, uno de los principales líderes tribales de Somalia, sostuvo que el éxito de los esfuerzos de desarme dependerá del grado de comunicación que mantenga el gobierno central con las distintas facciones.
Todas las milicias deben ser parte de este acuerdo, ya que ellas son las que tienen las armas, dijo a IPS Aideed, quien controla el sur somalí y parte de Mogadiscio.
Esto está estipulado en el borrador sobre desarme, que tendrá que ser aplicado, añadió, en referencia a un acuerdo firmado por las diferentes facciones el año pasado.
La consolidación de la paz en Somalia también se ve obstaculizada por la situación en Somalilandia, que ha permanecido aislada de las conversaciones de paz y ha advertido en más de una oportunidad su resistencia a la reunificación.
Las negociaciones en Nairobi para crear un gobierno nacional de transición somalí se realizan bajo los auspicios de la Autoridad Gubernamental para el Desarrollo, un grupo intergubernamental conformado por Djibouti, Etiopía, Kenia, Sudán y Uganda. (