SOMALIA: El gobierno se constituye de a poco

La elección de un presidente para Somalia no elimina los enormes desafíos que afronta este país de Africa oriental, que carece de gobierno desde 1991 a causa de los sangrientos enfrentamientos entre señores de la guerra.

Abdullahi Yusuf Ahmed, un coronel del ejército retirado de 72 años, fue refrendado por 270 de los 275 miembros del flamante parlamento somalí, reunido en el Complejo Deportivo Kasarani de Nairobi porque se consideró que Mogadiscio no ofrecía una seguridad adecuada.

La lista de 28 candidatos iniciales se redujo a un par en dos rondas de votación. Yusuf debió competir en la ronda final con el ex ministro de Finanzas Abdullahi Ahmed Addow, y le ganó por 189 votos a 79.

El nuevo presidente fue elegido para un periodo de cinco años.

Entre los candidatos derrotados figuró Abdulkassim Salat Hassan, presidente del gobierno de transición instalado en Djibouti en 2000 y que terminó, en los hechos, convirtiéndose en una de las partes en las negociaciones.

Hassan no pudo, en sus tres años de mandato, afianzar control sobre más de algunas áreas de Mogadiscio.

Otra contendiente fue Asha Ahmed Abdallah, la primer mujer en aspirar a la presidencia de Somalia, y Hussein Aideed, un influyente líder de uno de los bandos en pugna en la capital somalí.

Las elecciones fueron observadas por cancilleres de la región y diplomáticos. Cuatro mil personas presenciaron el momento en que el presidente del parlamento, Shariff Hassan Sheikh Aden, anunció el nombre del presidente somalí el sábado.

Los presentes entonaron cánticos y bailaron, enarbolando banderas somalíes, así como vitorearon al presidente elegido a medida que ingresaba en el recinto y era saludado por los dignatarios.

El silencio dominó el recinto cuando resonó el himno de Somalia y un oficial de la policía keniata izó la bandera de ese país.

”Prometo hacer todo lo que pueda para reconciliar a los somalíes y restaurar el orden en nuestro país de una vez y para siempre”, dijo Yusuf al aceptar su misión.

El nuevo presidente asume el cargo en un país que carece de gobierno central desde 1991, cuando el dictador Mohamed Siad Barre fue depuesto por una revuelta civil. En el conflicto interno que ocurrió después, los señores de la guerra dividieron Somalia en feudos reticentes a aceptar control alguno.

Una región del noroeste del país, Somalilandia, se escindió del país ese mismo año y se rehusó a participar en las negociaciones para reestablecer un gobierno unificado. En mayo de 2001, hubo una consulta popular en que la población del área apoyó la independencia.

A su vez, la región de Puntland, en el norte, declaró la autonomía en 1998, bajo el liderazgo de Yusuf.

Estadísticas compiladas por organizaciones humanitarias indican que el combate entre facciones rivales, el hambre y las epidemias que tienen su raíz en la guerra civil se cobraron la vida de un millón de personas. Cerca de dos millones huyeron del país.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calculó que se requerirán 5.000 millones de dólares para reconstruir Somalia.

”Pretendo cumplir la misión para la que fui elegido: reconstruir Somalia mediante la construcción de infraestructura. Llamo a la comunidad internacional a ayudarnos a caminar con nosotros”, dijo Yusuf ante los parlamentarios y representantes extranjeros.

El gobierno podría instalar, además, una comisión de verdad y reconciliación para investigar las violaciones de derechos humanos cometidas en los años de desmadre, dijo a IPS el comentarista político Khaleef Hassan.

”La reconciliación es necesaria. Hay muchos damnificados, y se requiere que se diga por qué se cometieron malos actos, para curar y perdonar. Las audiencias de esta comisión deben involucrar a los países vecinos”, dijo Hassan.

Para este observador, la reconciliación debe procesarse tanto al nivel nacional como en los niveles locales.

Pero quizás sea aun más apremiante el problema del desarme.

Los miembros de las facciones participantes en la guerra civil están en posesión de miles de armas que, con frecuencia, son traficadas a Kenia, lo cual representa un riesgo para la seguiridad de ese país.

El ex canciller keniata Kalonzo Musyoka calculó que hasta el año pasado unas 60.000 armas habían atravesado la frontera.

Los candidatos en las elecciones del domingo fueron obligados a firmar un compromiso de que entregarían las armas en poder de sus seguidores.

”Les aseguro que estableceremos los órganos de gobierno aún no constituidos, y luego nos embarcaremos en el proceso de desarme, con ayuda de la comunidad internacional”, dijo, al aceptar el cargo.

Se prevé que Yusuf asumirá sus funciones el 14 de octubre en Nairobi, y que luego designará al primer ministro, a cargo de designar el gabinete.

El proceso de diálogo que culminó con la elección de Yusuf es facilitado por la Autoridad Intergubernamental de Desarrollo (IGAD), bloque de Africa oriental que reúne a Djibouti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Uganda. Como observadores, participan la ONU, la Unión Europea, la Liga Arabe, Estados Unidos, Egipto y Yemen.

En el marco de ese proceso, se firmó en octubre de 2002 un acuerdo de paz y, al año siguiente, una constitución. El parlamento de transición se eligió en agosto pasado, tomando en cuenta una representación por clanes y comunidades tribales, que también influirán en el nombramiento del gabinete.

Está previsto que el próximo primer ministro proceda del clan Hawiye, que tradicionalmente ha controlado la presidencia y la jefatura del gobierno. Otros clanes importantes son los Digle-Mirifle, Dir y Darod.

El caos y la anarquía han reinado en Somalia desde el derrocamiento en 1991 de Mohammed Siad Barre, que había tomado el poder en 1969. Con la caída del dictador, el país quedó abandonado a la violencia de los señores de la guerra.

Las milicias tribales se han disputado el territorio desde entonces, enfrentadas en duros combates por el control de ciudades, caminos y puertos.

Entre 1991 y 1992, mientras la nación se desintegraba, el líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama Bin Laden, envió ”misioneros” islámicos desde Sudán, y tuvieron gran influencia en el caos actual y en la desestabilización de países de la región, según observadores.

Una fuerza de mantenimiento de la paz que la ONU envió al país en 1993 para controlar la violencia y asistir a la población abandonó el territorio en 1994, con un saldo desastroso.

Dieciocho soldados estadounidenses fueron muertos en 1993 en Mogadiscio por las milicias de Mohammed Farah Aidid, un señor de la guerra que había impuesto su poder en la capital.

El episodio determinó a Washington y a la ONU a retirar en 1994 las fuerzas que habían enviado al país para acabar con la anarquía. En total, un centenar de miembros de la fuerza de paz habían muerto. (

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