El acuerdo alcanzado por el gobierno de Nigeria y los insurgentes del Delta del Níger es frágil, y nada asegura que el precio internacional del petróleo tenga hoy en esta zona un dique de contención.
El gobierno nigeriano no puede proteger todos los oleoductos del Delta del Níger. El que diga que puede es un mentiroso o no conoce el área, dice el líder de la rebelde Fuerza Voluntaria del Pueblo del Delta del Níger, Alhaji Mujahid Dokubu-Asari.
A comienzos de octubre, Dokubu-Asari alcanzó con el gobierno de Nigeria, sexto productor mundial de petróleo, un acuerdo tentativo por el cual debía desarmar su organización, la cual, según él mismo asegura, cuenta con 200.000 combatientes.
Pero la situación en el Delta del Níger continúa siendo volátil, y la violencia podría reanudarse. En estos momentos, según el líder rebelde, los pantanos y cañadas del área sirven más a los intereses de sus seguidores que las manifestaciones de buena voluntad del gobierno.
Si nos buscan por algún lado, detonaremos un oleoducto en otro, advirtió.
Dokubu-Asari amenaza las instalaciones petroleras del rico Delta del Níger en procura de que la población de la zona reciba una porción más elevada de los beneficios por esa actividad.
La actividad insurgente incidió de manera decisiva en la elevación del precio internacional del barril de crudo (159 litros) más allá de la marca de los 50 dólares.
El gobierno nigeriano no vaciló en el pasado de actuar con dureza contra la población del Delta del Níger. En cambio, las últimas amenazas le valieron a Dokubu-Asari una invitación a reunirse en Abuja, la capital, con el presidente Olusegun Obasanjo.
A cambio del desarme de la Fuerza Voluntaria, el gobierno accedió a prestar más atención a las causas del malestar en el Delta, cuyas organizaciones acusan a compañías petroleras internacionales de contaminar el ambiente y de apoyar a políticos corruptos.
Los jóvenes arriesgan la vida porque ven contaminarse la tierra y el aire que respiramos, y porque el aparato del Estado y las compañías petroleras viven en la opulencia mientras el pueblo sufre servidumbre y penurias , dijo Isaac Asume, del Movimiento Chikoko, que pugna por cambios pacíficos en la región.
Raymond Princewill, un joven desempleado que tomó las armas para apoyar a Dokubu-Asari, sirve de ejemplo. Nadie pensaría que yo estaría en la selva cargando un rifle si tuviera un trabajo y un buen salario, explicó.
Como somos pobres, estamos siempre enfadados. Sufrimos la pobreza desde la infancia, y la sufrimos hasta ahora. Nada bueno ha sucedido en nuestras vidas, añadió.
Tanto el gobierno nigeriano como las compañías petroleras aseguran que se ha canalizado una sustancial cantidad de dinero para cubrir las necesidades de las comunidades del Delta. Pero muchos descreen de estas afirmaciones y congratulan a Dokubu-Asari.
El es un gran luchador por la libertad del Delta del Níger, un luchador enérgico por los derechos del pueblo del área. Agradecemos a Dios por la victoria, porque Dios está con él, dijo a IPS Albert Akalogbo, uno de sus muchos admiradores.
Para muchos, sin embargo, Dokubu-Asari es una creación del gobierno al que él se oponerse.
El líder insurgente es acusado de haber recibido armas y ayuda de autoridades del Estado para intimidar al electorado del Delta del Níger a fin de que votaran por el gobernante Partido Democrático del Pueblo en las elecciones pasadas.
Los políticos patrocinaron a las milicias que operan en el estado de Rivers. Los elementos que hoy controlan el estado, específicamente desde el gobierno, crearon las milicias, las armaron y les permitieron moverse con total libertad, dijo Asume.
El gobierno del estado rechaza las acusaciones. No se debe amenazar la seguridad, la paz pública ni la unidad de Nigeria. Esa es nuestra posición, dijo a IPS el portavoz de las autoridades estaduales, Emmah Okah.
Sobre Dokubu-Aari también pesan acusaciones de robo de petróleo con el fin de obtener dinero para comprar armas, aunque las demandas al respecto fueron levantadas luego de las conversaciones con Obasanjo.
Las autoridades aseguran estar actuando con sinceridad en su diálogo con el líder rebelde, pero Asume muestra pesimismo en cuanto al triunfo del sentido común sobre los miles de millones de dólares en juego.
Los acuerdos de Abuja no cambian nada. La lucha en el Delta del Níger solo puede tornarse más violenta, pues más grupos tomarán las armas, pronosticó.
No hay duda sobre eso, porque ahora quedó claro que ése es el único lenguaje que el gobierno nigeriano entiende, concluyó Asume. (