La advertencia de un medio neoconservador estadounidense sobre la creciente persecución de cristianos en Iraq sorprendió más en Washington que la penetración de la zona verde de Bagdad por radicales suicidas.
La amenaza a la minoría cristiana y el doble atentado del jueves, que dejó seis iraquíes y cuatro estadounidenses muertos en la zona de la capital iraquí más fuertemente custodiada por las fuerzas de ocupación, son dos caras del deterioro de la situación de la seguridad en Iraq.
Si bien el doble ataque con bomba acaparó titulares esta semana, la nueva advertencia sobre la persecución de cristianos causó mayor sorpresa en la capital estadounidense, en especial por su fuente.
En un artículo publicado en jueves en la edición de Internet de la publicación derechista National Review, una influyente activista neoconservadora instó al gobierno de George W. Bush a crear una zona de protección dentro de Iraq para los 800.000 cristianos o caldeos-asirios estimados.
Se cree que 40.000 de ellos abandonaron Iraq desde la invasión de Estados Unidos, en marzo de 2003, debido a la persecución.
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La creación de la zona propuesta, contemplada en la Constitución interina aprobada este año por la Autoridad Provisional de la Coalición, podría frenar el éxodo e incluso persuadir a algunos de los cristianos que huyeron de regresar, según la autora del artículo, Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa de la organización Freedom House.
La comunidad (cristiana) necesita la ayuda de Estados Unidos para crear ese distrito, que debería abarcar las aldeas tradicionales cristianas cerca de Mosul (la tercera ciudad de Iraq, unos 400 kilómetros al norte d ela central Bagdad), en la planicie de Nineveh, exhortó Shea, que tiene estrechos vínculos con la Casa Blanca.
Esas comunidades creen que miles de sus miembros que han huido a otros países de Medio Oriente a lo largo de décadas podrían ser persuadidos de retornar a un lugar seguro, agregó.
Shea también urgió al Departamento de Estado (cancillería) a ofrecer ayuda para la reconstrucción de posguerra directamente a la comunidad cristiana de la zona, y no sólo a grupos árabes y kurdos.
El pedido de Shea es similar al de varios grupos cristianos iraquíes-estadounidenses, que se reunieron en Washington este mes para llamar la atención pública hacia el deterioro de la comunidad cristiana en Iraq desde la invasión de Estados Unidos.
Cada día hay matanzas selectivas y otros abusos sistemáticos contra cristianos en Iraq, principalmente en la zona kurda del norte del país, así como en Mosul y Bagdad, afirmó la Federación Nacional Asiria-Estadounidense, en una carta enviada al Congreso a fines de septiembre.
Como resultado de esas atrocidades, unos 40.000 asirios han huido de Iraq desde julio de este año, agrega la Federación, de 70 años de antigüedad.
Iraq, que alguna vez fue el centro de las primeras iglesias cristianas del mundo, pronto podría verse libre de la población asiria, los únicos habitantes nativos de ese país, la antigua Mesopotamia, advierte la carta, que también exhortó al Congreso a destinar cinco por ciento de la ayuda para la reconstrucción de Iraq a la seguridad de la población cristiana y la reconstrucción de sus aldeas.
Comunidades cristianas han habitado la Mesopotamia moderna casi desde el nacimiento del cristianismo, hace 2.000 años. La mayoría son caldeos, o católicos de rito oriental, que hablan el arameo, la lengua materna de Jesús.
Los otros cristianos son principalmente asirios pertenecientes a distintas denominaciones, entre ellas la Iglesia Antigua del Oriente, la Iglesia Ortodoxa Siria y las iglesias protestantes. El resto son católicos sirios, armenios y griegos; ortodoxos armenios y griegos, y mandeanos, seguidores de Juan el Bautista.
Históricamente, los caldeos y asirios han estado concentrados en el área de Mosul, aunque muchos han buscado oportunidades económicas en otras regiones.
Durante sucesivos períodos de arabización, en la era poscolonial, y especialmente bajo el régimen del partido Baas, algunas comunidades cristianas fueron desplazadas.
Lo mismo ocurrió con otros grupos no árabes, en particular los kurdos, que fueron expulsados del sur del país para dar lugar a los árabes.
Según el último censo nacional de 1987, Iraq tiene 1,4 millones de cristianos en una población total de 23 millones y mayoritariamente musulmana, pero la mayoría de las fuentes coinciden en que hoy en día no hay más de 800.000 cristianos.
La mayor parte de la emigración cristiana tuvo lugar tras la invasión iraquí de Kuwait, en 1990, debido a las sanciones económicas internacionales que provocaron graves dificultades a las familias de clase media, muchas de ellas cristianas.
Decenas de miles de cristianos emigraron en los años 90 hacia países árabes vecinos, principalmente Siria y Líbano, además de Europa y América del Norte.
Bajo el régimen del derrocado presidente Saddam Hussein, los cristianos y en particular los asirios, llamados a veces kurdos cristianos, padecieron reubicaciones forzadas en el norte, y en algunos casos, la prohibición de organizar partidos políticos, al igual que kurdos y chiitas.
Al mismo tiempo, eran bienvenidos en el gobernante partido Baas (cofundado por un cristiano) y algunos ascendieron a altos cargos, como Tariq Aziz, que llegó a primer ministro. El gobierno no interfería con sus prácticas religiosas, e incluso ofrecía subsidios a algunas de sus iglesias.
Con el ascenso del sentimiento islamista, aun antes de la invasión estadounidense el año pasado, los cristianos comenzaron a preocuparse cada vez más por su destino en Iraq.
La presión popular indujo al gobierno de Saddam Hussein a adoptar consignas islámicas, construir mezquitas e incluso prohibir el consumo de alcohol, lo que afectó casi exclusivamente a propietarios cristianos de tiendas de licores y restaurantes.
En vísperas de la guerra, el papa Juan Pablo II y varios clérigos cristianos iraquíes exhortaron a Bush a no iniciar el conflicto, en gran parte por temor a la exposición de la comunidad a persecuciones.
Se teme que los cristianos desaparezcan, dijo antes de la guerra el obispo Pierre Whalon, de la iglesia caldea, al diario londinense The Financial Times. El actual régimen (de Saddam Hussein) les ofrece cierta tolerancia; quién sabe qué pasará con el próximo, agregó.