Las muertes del comandante supremo de las Fuerzas Armadas de Guinea-Bissau, general Veríssimo Correia de Seabra, y del director de informaciones castrenses, coronel Domingos Barros, confirman la extrema debilidad de las instituciones democráticas en países africanos.
El presidente de Portugal, Jorge Sampaio, condenó el movimiento militar que surgió en la madrugada del miércoles como una reivindicación económica, advirtiendo que está en marcha un golpe de Estado, y apelando a una pronta intervención de la comunidad internacional.
Si los militares no regresan rápidamente a los cuarteles, ésta puede convertirse en la última oportunidad para Guinea-Bissau ante los ojos de la comunidad internacional, advirtió el mandatario portugués.
Este jueves se reúne en forma urgente el Consejo de Seguridad de la ONU, ante una solicitud del canciller portugués Antonio Monteiro, quien también pidió reuniones a la Comunidad Económica de los Estados de Africa Occidental (Cedeao) y a la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP).
Los militares rebeldes sólo reivindican el pago de salarios atrasados a soldados que participaron en una misión multinacional de paz en Liberia, según Bissau, capital de la ex colonia portuguesa del Africa occidental que obtuvo su independencia en 1974.
El gobierno guineano aclaró que hasta ahora no ha sido posible cancelar esa deuda debido a los atrasos en la transferencia de dinero prometido por la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
El miércoles, en Lisboa, el portavoz de la cancillería lusa Antonio Carneiro Jacinto confirmó la ejecución de Correia de Seabra y de Barros, lo que elevó el conflicto a una dimensión grave y trágica.
Preocupadas por la reacción internacional, las autoridades guineanas no confirmaron las muertes de los dos oficiales, y aseveraron que el gobierno continúa en funciones y ha retomado este jueves las negociaciones con los militares rebeldes, suspendidas en la noche del miércoles.
Corresponsales portugueses enviaron despachos a Lisboa sobre las muertes con fotografías de los cadáveres colocados en la morgue del hospital Simão Mendes, en Bissau, en las que aparece también el ex canciller guineano João José Monteiro, amigo personal de Correia de Seabra.
Según las noticias de la prensa portuguesa, aún se encuentran con paradero desconocido el general Watna Na Lai, jefe del ejército, el contralmirante Quirino Spence, jefe de la armada, y el brigadier-general Melcíades Fernández, comandante de la Fuerza Aérea.
En la mañana de este jueves, 30 horas después del inicio de los movimientos de tropas que ocuparon las principales avenidas de Bissau, los militares rebeldes emitieron su primer comunicado, reclamando el pago de salarios atrasados y negando que persiguieran un golpe de Estado.
La proclama fue leída en la radio oficial, firmada por el mayor Baule Ianta Nmone, uno de los oficiales que integró la fuerza de Guinea-Bissau en la misión de paz de la Cedeao en Liberia, sin referirse a las ejecuciones de Correia de Seabra y de Domingos Barros.
El comunicado subraya también la existencia de condiciones inhumanas y hambre generalizada en todos los cuarteles militares del país, así como un elevado grado de corrupción de las cúpulas castrenses y clientelismo en las promociones.
Los intentos para restablecer la legalidad comenzaron con el envío este jueves a Bissau de una misión de la CPLP, encabezada por los cancilleres José Ramos-Horta, de Timor Oriental, y Ovideo Pequeno, de Santo Tomé y Príncipe, que también representan a sus pares de Angola, Brasil, Cabo Verde, Mozambique y Portugal, los demás miembros de la organización.
En declaraciones a IPS, Ramos-Horta consideró preocupante la situación en Bissau, pero en cierto modo bastante previsible para quien conoce en detalle el devenir político del pequeño país luso-africano de 1,2 millones de habitantes, escenario de una cruenta guerra de independencia (1961-1973) y de varios conflictos posteriores.
En las Fuerzas Armadas existe insatisfacción y resentimiento por sus condiciones de vida, como resultado de la negligencia a que eran obligados y que permitía vaticinar reivindicaciones más o menos violentas, dijo Ramos-Horta, premio Nobel de la Paz 1996.
El diplomático ya había encabezado en septiembre de 2003 una misión de la CPLP al país africano para mediar en el conflicto que amenazaba con una nueva guerra civil, cuando precisamente Correia de Seabra derrocó al entonces presidente Kumba Ialá, acusado de incompetencia, nepotismo, tribalismo y corrupción.
En enero de 2000, el hasta entonces desconocido Ialá logró vencer en las elecciones presidenciales al candidato del omnipotente Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), el mítico grupo político que condujo la lucha armada contra el ejército colonial portugués.
Ialá fundó en 1998 el Partido de la Renovación Social (PRS), con la base fundamentalmente étnica de los balanta, pueblo mayoritario en Guinea Bissau.
Ialá logró romper el monopolio parlamentario de 26 años del PAIGC, con una decisiva victoria de 72 por ciento de los sufragios válidos emitidos en los comicios de 2000.
No obstante, el nuevo presidente optó por una política autoritaria, y en menos de tres años cambió 50 ministros y viceministros, exoneró a cinco primeros ministros, encarceló jueces del Tribunal Supremo, limitó la libertad de información, expulsó periodistas y clausuró por dos meses la Radio Televisión Portuguesa (RTP-Africa).
Ialá amenazó inclusive con invadir Gambia y con romper relaciones con Portugal, pese a que éste es el principal inversor y donante extranjero.
Esto llevó a la CPLP a lamentar el golpe en contra del mandatario, pero —mejor informada que la Cedeao, la Unión Europea y la propia ONU— no condenó la acción militar y confió en las promesas de rápidas elecciones anticipadas.
Correia de Seabra cumplió lo prometido. Y en las elecciones de marzo de este año, triunfó el acaudalado empresario Henrique Pereira Rosa, de padre portugués y madre guineana, propuesto por el obispo católico de Bissau, José Camanate, como candidato a la presidencia.
El PAIGC recuperó la mayoría absoluta en el parlamento y nombró primer ministro a su líder, Carlos Gomes Júnior.
Correia de Seabra, un discreto oficial de 53 años egresado de la academia militar de Kiev, Ucrania, regresó a los cuarteles con una peligrosa misión para un general de etnia papel: controlar unas Fuerzas Armadas dominadas por oficiales y suboficiales balantas, donde los rumores de que sería asesinado corrían desde meses atrás.
Los salarios atrasados podrían haber constituido la disculpa para deshacerse de uno de los escasos militares africanos que arriesgan la vida para solidificar la democracia, opinó Flora Gomes, directora de cine y ex combatiente guerrillera contra el ejército colonial portugués.
La analista portuguesa en asuntos internacionales Teresa de Sousa interpretó los acontecimientos de Bissau como una confirmación de la debilidad del poder político guineano.
Pero lo más importante es que lo que está ocurriendo en Guinea-Bissau es un llamado de atención a la comunidad internacional: no se puede simplemente abandonar Africa, advirtió. (