Tres de cada cuatro simpatizantes del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, aún creen que Iraq poseía armas de destrucción masiva y que Bagdad apoyaba a la red terrorista Al Qaeda, afirma una encuesta divulgada este jueves.
Estos son los resultados más impactantes del estudio realizado este mes en forma conjunta por el Programa sobre Actitudes en Política Internacional (PIPA) de la Universidad de Maryland (noreste) y la empresa consultora Knowledge Networks, del occidental estado de California.
Las preguntas fueron hechas a 900 personas, separadas en partes iguales entre partidarios de Bush y seguidores de su rival en los comicios presidenciales del 2 de noviembre, el senador John Kerry, del opositor Partido Demócrata.
Los dos grupos mostraron una gran diferencia de opiniones sobre temas clave, particularmente sobre la guerra de Iraq.
Es normal en una elección que los partidarios de los candidatos tengan discrepancias fundamentales sobre valores o estrategias, señala PIPA en un análisis de la encuesta.
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Pero esta elección tiene la singularidad de que los partidarios de Bush (del gobernante Partido Republicano) y los de Kerry tienen profundas diferencias en sus percepciones de la realidad local e internacional, añade.
De hecho, el único punto en que la encuesta descubrió una coincidencia entre los dos grupos fue cuando se les preguntó si creían que el gobierno de Bush era el principal difusor de la idea de que Iraq tenía armas de destrucción masiva y conexiones con Al Qaeda, a la que Estados Unidos considera responsable de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.
Una de las razones de que los partidarios de Bush tengan estas ideas es simplemente que el gobierno, según ellos, las ha confirmado, dijo el director de PIPA, Steven Kull.
Por otra parte, la encuesta descubrió que muchos partidarios de Bush tienen conceptos erróneos de cuál es la postura del gobierno estadounidense en diversos asuntos internacionales.
A los encuestados se les pidió que dijeran cuál era su opinión personal sobre las armas de destrucción masiva y los supuestos vínculos de Bagdad con Al Qaeda, qué idea tenían de las conclusiones de la mayoría de los expertos internacionales sobre el tema y cuál creían que era la posición actual de Washington.
Setenta y dos por ciento de los partidarios de Bush afirmaron estar convencidos de que Iraq tenía armas de destrucción masiva o un programa para desarrollarlas, a pesar de la gran difusión que tuvo a comienzos de este mes un informe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el que se negaban ambas cosas.
Este informe demandó 15 meses de trabajo y 1.000 millones de dólares de financiación, y es la última palabra sobre el asunto de parte del gobierno. El estudio concluye que el derrocado presidente iraquí Saddam Hussein desmanteló todos sus programas para el desarrollo de estas armas luego de la guerra del Golfo de 1991, y nunca intentó reiniciarlos.
Sin embargo, 56 por ciento de los partidarios de Bush dijeron estar seguros de que la mayoría de los expertos han concluido que Iraq tenía armas de destrucción masiva, y 57 por ciento piensan que el informe de la CIA confirmó lo mismo.
Por el contrario, sólo 26 por ciento de los partidarios de Kerry respondieron que Iraq tenía armas de destrucción masiva o programas para fabricarlas, y apenas 18 por ciento dijeron que la mayoría de los expertos afirmaban las dos posibilidades.
Similares resultados arrojó la pregunta sobre el supuesto vínculo de Saddam Hussein con Al Qaeda, una teoría difundida con ahínco por el vicepresidente Dick Cheney, pero rechazada por el informe presentado por una comisión del Congreso legislativo a mediados de año.
Setenta y cinco por ciento de los partidarios de Bush afirman que Iraq le daba sustancial apoyo a la red del líder saudita Osama bin Laden, mientras que 20 por ciento dijeron abiertamente que Bagdad estaba involucrado en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Por el contrario, apenas 30 por ciento de los seguidores de Kerry respondieron que había contactos entre Bagdad y la organización terrorista.
Cuando se les preguntó si consideraban correcto que Estados Unidos hubiera invadido Iraq si la información de inteligencia determinaba que ese país no poseía armas de destrucción masiva, 58 por ciento de los simpatizantes de Bush respondieron que no, y 61 por ciento dijeron confiar en que el presidente no habría ido a la guerra bajo esas circunstancias.
Los seguidores de Bush demostraron un gran desconocimiento de la postura del presidente sobre asuntos internacionales.
Sesenta y nueve por ciento dijeron que su gobierno respalda el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, 72 por ciento afirmaron que apoya la Convención sobre Prohibición del Empleo, Almacenamiento Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y 51 por ciento señalaron que está de acuerdo con el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático.
Washington no respalda actualmente ninguno de estos tratados internacionales.
Por el otro lado, los seguidores de Kerry mostraron más conocimiento tanto de las posturas de su líder como de las de Bush en asuntos de política exterior.
A pesar de la constante información sobre el rechazo de muchos gobiernos a la invasión de Iraq, menos de un tercio de los partidarios de Bush consultados dijeron que la mayor parte de los países se opusieron a la ofensiva.
Kull, quien se ha dedicado a analizar la opinión pública estadounidense y asuntos de política exterior en los últimos 20 años, afirmó que esta encuesta demuestra la habilidad de Bush para mantener convencidos a sus seguidores.
Las razones de la resistencia de los partidarios de Bush a la información muy probablemente residen en la experiencia del 11 de septiembre y al liderazgo mostrado por el presidente inmediatamente a los atentados, sostuvo.
Esto parece haber creado un fuerte vínculo entre Bush y sus simpatizantes y una imagen idealizada del presidente, lo que hace difícil que éstos juzguen incorrectos sus cálculos antes de la guerra, añadió.