Los neoconservadores de Estados Unidos no se dejan amilanar por sus errores de cálculo en Iraq ni por el intento del presidente George W. Bush por despojarse de su imagen belicista: ya impulsan nuevas aventuras bélicas en Medio Oriente.
Los líderes más conservadores del gobernante Partido Republicano atendieron el llamado del primer ministro de Israel, Ariel Sharon, a impedir que Irán construya armas nucleares, y comenzaron a exigir acciones encubiertas contra los llamados amos del terrorismo en Teherán.
Algunos de ellos, incluso, se quejan de que Bush no se toma en serio su guerra antiterrorista, pues luego de Afganistán, afirman, debió haber atacado a Irán, y no a Iraq.
Si hubiéramos entendido para qué era la guerra, habríamos empezado por Irán, fuente del terrorismo islámico moderno, creador del grupo Hizbolá, aliado de Al Qaeda, patrocinador de Al Fatah (partido del presidente palestino Yasser Arafat) y columna del Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica), escribió el analista Michael Ledeen, del derechista Instituto de la Empresa Estadounidense.
Ledeen es asesor del Departamento (ministerio) de Defensa.
Los neoconservadores también están interesados en elevar la presión hacia Siria, entorpeciendo los avances logrados en las últimas semanas en las relaciones entre Washington y Damasco. Los dos países, por encima de diferencias, analizaron la posibilidad de realizar vigilancias conjuntas en la frontera iraquí.
La semana pasada, líderes neoconservadores mantuvieron contactos con Farid Ghadry, quien pretende ser en la comunidad siria en el extranjero un nuevo Ahmed Chalabi, el líder iraquí en el exilio caído en desgracia tras recibir durante años un fuerte apoyo de Washington.
Además de presionar para que se apruebe la Ley para la Liberación de Siria, que embarcaría a Washington en una serie de operaciones de cambio de régimen en Damasco, Ghadry acusó al presidente sirio Bashar Assad de construir una nueva colonia de terrorismo para jóvenes en el Valle de Bekaa, en Líbano.
Mientras, Bush trata de mejorar su imagen, afectada por la invasión a Iraq, de cara a las elecciones presidenciales del 2 noviembre, en las que se espera una reñida lucha con el candidato del opositor Partido Demócrata, John Kerry.
Los neoconservadores fueron los principales impulsores de la invasión a Iraq, pero perdieron influencia en Bagdad hace un año, cuando los soldados estadounidenses se encontraron con una fuerte resistencia en vez de ser bienvenidos por la población, como aquellos habían pronosticado.
Mientras, el principal asesor político de la Casa Blanca, Karl Rove, le habría dicho a los llamados halcones (el ala más conservadora en el gobierno, liderada por el vicepresidente Dick Cheney) que Bush tendría más probabilidades de ser reelecto si no hay guerra en 2004.
Por su parte, los llamados realistas del Departamento de Estado (cancillería), liderados por el secretario Colin Powell, poco a poco fortalecen su influencia en asuntos como Siria e Irán.
Con los soldados estadounidenses atrapados en la ciénaga iraquí, una política de enfrentamiento con Teherán y Damasco no solo provocaría otra guerra, sino que haría casi imposible la retirada de Iraq, sostienen los realistas.
Por lo tanto, la cautela con ambos países se ha convertido en la política oficial.
La reciente visita de una delegación estadounidense de alto nivel a Damasco y la realización de una reunión en Teherán auspiciada por Washington para analizar la situación en Iraq fueron importantes avances impulsados por el Departamento de Estado.
Pero aunque influencia neoconservadora apenas decayó, no desapareció.. Como más de un analista lo ha señalado, ningún neoconservador en el gobierno renunció o fue despedido, a pesar de su responsabilidad en el fracaso de Iraq.
Varios sostienen que los neoconservadores gozarán de gran influencia en un próximo gobierno si Bush es reelecto, y es por eso que desde ya presionan para actuar contra Irán y Siria.
Ghadry habló en un simposio en Washington copatrocinado por el Comité sobre el Peligro Presente, un grupo de presión neoconservador creado en agosto, y la Fundación por la Defensa de las Democracia (FDD), creada después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
En la conferencia participó brevemente vía telefónica el ex secretario de Estado estadounidense George Shultz, nuevo copresidente de la FDD, y se anunció que los ex presidentes Vaclav Havel, de República Checa, y José María Aznar, de España, expresaron su interés en realizar una reunión similar de nivel internacional.
En el simposio, titulado La cuarta guerra mundial: por qué luchamos, contra quién luchamos y cómo luchamos, se habló del fascismo islámico, que incluye a los mulá de Irán, los partidos Baath de Iraq y de Siria, y la red terrorista Al Qaeda. A la guerra fría se le consideró la tercera guerra mundial.
Además, la participación del subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, no sólo le dio una bendición oficial a la agenda radical del simposio, sino que también confirmó que la facción neoconservadora en el gobierno de Bush aún está viva.
El veterano ideólogo neoconservador Norman Podhoretz hizo entonces una de sus raras apariciones en público en la reunión.
Podhoretz afirmó que las tácticas de Israel en los territorios ocupados es un modelo de cómo se tiene que librar esta guerra y aseguró que Irán estará en la agenda de un nuevo gobierno de Bush.
No tengo dudas de que vamos a tener que hacerlo, y hacerlo rápido, afirmó.