ECONOMIA-BRASIL: Burocracia estorba negocios e inversiones

¿Estará el Sur condenado al exceso de burocracia? ¿Ella es causa o efecto del subdesarrollo? Son preguntas que emergen del estudio del Banco Mundial que señala a ese problema como un gran obstáculo al desarrollo, con una lista de 145 países donde se comparan las dificultades de hacer negocios en cada uno de ellos.

En Brasil son necesarios 17 procedimientos que exigen un promedio de 152 días para abrir una empresa, una demora sólo superada en Haití, con 203 días, además de Laos y algunos países africanos al sur del desierto del Sahara.

Por ese indicador, América Latina y el Caribe, con 70 días, y Africa subsahariana, con 63 días, con las regiones que más dificultan formalizar un negocio. La lista hace sobresalir la relación directa entre pobreza y burocracia excesiva.

En los países de mayor ingreso por persona de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, que reúne 30 países desarrollados) se necesitan sólo 25 días en seis procedimientos, como promedio. Pero en Australia, Canadá, Dinamarca y Estados Unidos no se necesitan apenas entre dos y cinco días para inaugurar una empresa.

”Si abrir una empresa es difícil, cerrarla en Brasil es casi imposible”, comentó a IPS el contador Ivan Salles, un problema reconocido incluso por autoridades como el ex presidente del Banco Central Arminio Fraga. ”Ya llevo 11 años intentando cerrar la empresa de un cliente”, añadió a modo de ejemplo.

Su caso ya supera en un año el plazo promedio registrado por el estudio del Banco Mundial en el país, que es tres veces superior al del resto de América Latina.

Ejecutar judicialmente un contracto comercial también requiere un tiempo que parece una eternidad en Brasil. Son 566 días promedio despilfarrados en 25 procedimientos para hacerse pagar, con un costo de 15,5 por ciento de la deuda cobrada. Esas dificultades crean un ambiente desfavorable a las inversiones, trabando el desarrollo.

Otro informe del Banco Mundial, sobre perspectivas de desarrollo en 53 países ”emergentes”, refuerza el diagnóstico de Brasil como un país ”excesivamente burocrático” y, en consecuencia, afectado por mucha corrupción.

Encuestas hechas en 1.642 empresas revelaron que 76 por ciento de los empresarios consultados están descontentos por la inestabilidad de reglas, 84,5 por ciento se queja de la carga tributaria, 71,7 por ciento de la escasez de financiamiento y 67,2 por ciento de la corrupción.

El caso brasileño se destaca por tratarse de un país más desarrollado que la mayoría del Sur, cuya pobreza deriva más de sus desigualdades que de la debilidad económica. Sin embargo los datos le apuntan a una burocracia más despótica que la de naciones mucho más pobres.

Curiosamente, Brasil contó de 1979 a 1983 con un ministro Extraordinario de la Desburocratización, que fue Helio Beltrao, ya fallecido, quien puso en marcha el llamado Plan Nacional contra la Burocracia Inútil y se convirtió en símbolo de esa lucha.

Pasado el empuje desburocratizador de los años 80, los embarazos de los trámites controladores crecieron nuevamente.

En 1999, el ex coordinador del Plan Nacional de Desburocratización Joao Piquet Carneiro fundó el Instituto Helio Beltrao, con el objetivo de rescatar los ideales del ex ministro.

”Retrocedimos a la situación en que el ciudadano es tratado como súbdito de la burocracia gubernamental”, con la vuelta de muchas exigencias abolidas antes de 1985, diagnosticó Carneiro.

Ese retroceso se debe a al ajuste fiscal con que los gobiernos intentan reequilibrar las cuentas públicas desde la década pasada, agravando la cultura tradicional de centralización y control, sostuvo. La necesidad de aumentar la recaudación generó impuestos mayores y más complejos, por lo tanto más burocracia, en una ”política tributaria antidemocrática”, acusó.

La informatización de los servicios públicos, que deberían acelerarlos, en algunos casos agravaron la lentitud y la rigidez de las exigencias, evaluó Salles. Pero también representó avances, pues la formalización de una empresa ya se puede hacer en unos 60 días, si todos los papeles están en orden, admitió.

Las exigencias tributarias ”son las peores”, por comprender muchas ”obligaciones accesorias”, como declaraciones repetidas, sumando requerimientos de varios órganos de los gobiernos central, estadual y municipal, según legislaciones distintas, coincidió el contador.

Además de la corrupción, una consecuencia generalizada de este exceso burocrático es la informalidad. Los brasileños son señalados por muchas encuestas como uno de los pueblos más emprendedores, por crear numerosos negocios con gran frecuencia. Pero últimamente la mayoría no se formaliza, quedando en la ilegalidad.

Angelina Dutra, que hace 10 años tiene un comercio informal de ropas, intenta hace dos años legalizar su tienda construida en el terreno de su casa, en Belo Horizonte, capital del oriental estado de Minas Gerais. Pero el hecho de tener una ventana comunicando con la residencia no le permite obtener un permiso indispensable.

”Mi contador me consoló, diciendo que las multas que me pueden imponer serán más bajas que los costos de los encargos tributarios de una empresa formal”, comentó a IPS.

El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva trata ahora de reducir la informalidad de las microempresas, simplificando y reduciendo sus impuestos, especialmente para las de facturación anual hasta 36.000 reales (unos 12.500 dólares), consideradas ”preempresas”. Pero sin reducir también la burocracia, será incierto el éxito de la medida.

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