CHILE: Consumo responsable para un desarrollo sustentable

La necesidad de asociar el desarrollo sustentable con un consumo responsable es uno de los mayores desafíos ambientales planteado para Chile, según los resultados de una encuesta realizada por organizaciones de consumidores en todo el país.

El consumidor debe exigir sus derechos, pero también asumir en forma cotidiana sus responsabilidades con el ambiente, dijo a IPS Stefan Larenas, presidente de la Organización de Usuarios y Consumidores de Chile (Odecu) y animador de un encuentro latinoamericano en que se analizó este asunto.

El seminario ”Consumo y Medio Ambiente”, realizado en Santiago los días 8 y 9 de este mes, con participación de representantes gubernamentales y de la sociedad civil de Argentina, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, México y Perú, concluyó con un llamado a mayor participación ciudadana y estatal en las políticas públicas ambientales.

Al seminario asistieron unas 80 personas, entre ellas Lorena San Román, coordinadora en América Latina del Programa de Ciudadanía Ambiental Global, que lleva a delante desde 2003 en esos siete países el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), indicó a IPS Claudio Ortega, de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) de Chile.

El programa, financiado por el Fondo Global Ambiental, se ejecuta en niveles regionales, nacionales y locales e involucra a la Unión Internacional de Autoridades Locales, la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica, y el Consejo Latinoamericano de Iglesias.

También participan la oficina regional de Consumidores Internacional (CI), el Parlamento Latinoamericano y la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, mediante su Comisión de Educación y Comunicaciones.

El principal propósito de esta iniciativa es establecer enlaces entre los gobiernos y la sociedad civil para difundir y socializar temas globales contenidos en cuatro acuerdos internacionales relevantes: la pérdida de la diversidad biológica, el adelgazamiento de la capa de ozono, el cambio climático y la contaminación de las aguas internacionales.

La experiencia de los siete países participantes debería irradiarse hacia toda América Latina. Por ello, los objetivos específicos son promover la organización y participación social, la integración de la agenda ambiental en la sociedad mediante acciones que protejan el entorno, e iniciar un cambio de conductas cotidianas en las relaciones individuales y colectivas con el ambiente.

El seminario, organizado por la Conama y la Odecu, constituyó el cierre de una serie de actividades en diferentes municipios a lo largo del país. Además, coincidió con el Primer Encuentro de Red de Consumidores desarrollado por CI, organización mundial con sede en Londres, cuya oficina latinoamericana está en Santiago.

La Odecu propuso a la mesa nacional del programa asociar el desarrollo sustentable con el consumo responsable, a raíz de los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo, aplicada a 1.200 personas de enero a marzo de este año en varias comunas de norte a sur de Chile, que reveló bajos niveles de conciencia pública sobre cuestiones ambientales.

Para Larenas, la responsabilidad del consumidor respecto de qué y cómo consume es clave en el impacto sobre el ambiente. ”No sólo buscamos que el consumidor exija sus derechos sino también que asuma sus responsabilidades”, aseveró.

Por esta razón, urge acercar los problemas ambientales a la conducta cotidiana del consumo diario, suministrar mayor información y educación para comenzar una etapa de sensibilización, y así avanzar hacia la formación y capacitación.

A la luz de los resultados de la encuesta, Larenas señaló que los consumidores chilenos están lejos de distinguir la relación entre consumo y ambiente. Entre los criterios usados para decidir qué se consume, está en último lugar la elección de los productos que sean menos dañinos para el ambiente, aseguró.

Pero los consumidores chilenos se comprometerían con la protección del ambiente si contaran con más información sobre los efectos en él de cada producto, ya que ”están dispuestos a separar la basura, informarse más, e incluso a pagar un poco más por los productos menos dañinos”, comentó.

Estas condiciones serían el fundamento para impulsar una política nacional de certificación tendiente a crear un sistema de información ambiental, como el ”ecoetiquetado” o los sellos ambientales, que permita al consumidor orientar sus decisiones ”y sancionar la publicidad engañosa de los productos que dicen que son biodegradables, por ejemplo, sin que hoy día haya nadie que lo legitime”, señaló Larenas.

Relacionar consumo y ambiente requiere un cambio cultural, y para eso ”la educación juega un rol determinante”, postuló Larenas.

”Es necesario que los consumidores puedan asumir su responsabilidad, pero el Estado debe facilitar el camino al cambio del método de consumo, de la misma manera en que el proveedor o el fabricante tienen que entregar información veraz y oportuna, como lo exige ahora la ley. La educación del consumo sustentable es una responsabilidad de todos”, sentenció.

El activista demandó al Estado una mayor voluntad política para abordar la promoción del consumo sustentable, mediante una acción global que coordine todas las iniciativas, y no sólo como manifestación de organismos sectoriales de la administración pública como Conama o el Servicio Nacional del Consumidor.

Para Luis Flores, coordinador de la Red Regional de Consumidores de CI, más allá ”del pensar global y el actuar local”, lo que se busca es ”que la gente se haga conciente respecto de ciertos problemas ambientales que están hipotecando nuestro futuro y que, por lo tanto, van a requerir urgentemente un cambio de conducta, que aunque mínimo tiene incidencia en ese problema planetario que, tarde o temprano, la va a afectar”.

Lo importante es ”relacionar estos temas con hábitos de consumo, por ejemplo en el caso de la vinculación de la capa de ozono con el uso de aerosoles, o con los gases usados en los sistemas de enfriamiento de los refrigeradores”, para que el ciudadano informado y conciente pueda ”ejercer una opción responsable en el momento de consumir, y marcar una diferencia”, dijo a IPS.

Según Flores, ”en términos demasiado globales, el impacto (de encuentros como el seminario realizado) puede parecer mínimo, pero si se reduce a nivel local el impacto fue bastante significativo ”.

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