La exposición de pinturas y esculturas realizadas con materiales de desecho llegó al Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, de la capital venezolana, al cabo de nueve años de travesía por espacios callejeros.
Antes teníamos audiencias de miles de espectadores en centros comerciales y en estaciones del Metro de Caracas. Ahora, esos espectadores, muchos del público juvenil y escolar, de los sectores populares, se acerca al Museo, relató a IPS Marian Krasner, la organizadora de la muestra El arte por el reciclaje.
El arribo al museo Sofía Imber, uno de los más destacados de su tipo en América Latina, representa una suerte de consagración para la muestra, que la organización Pronóstico, de Krasner, se da el lujo de integrar con 40 artistas entre un centenar de aspirantes a presentar sus obras en base de elementos reciclados.
Se aprecia un cruce de líneas con el tradicional museo Arturo Michelena, que lleva el nombre y cobija parte de la obra de ese gran pintor realista e impresionista venezolano del siglo XIX, que desde hace semanas saca piezas de su colección a los muros del vecindario, en forma de grandes facsímiles de los originales.
Una clave en la exposición por el reciclaje es sorprender al espectador con el empleo de materiales poco comunes en la plástica y, además, de desecho, explicó Krasner.
Nuri Morillo, una de las participantes, evocó el tradicional dilema de lo que fue primero, el huevo o la gallina. ¿Qué fue primero? ¿La basura o la idea? Andando por la calle, frente a un basurero, se nos prende un bombillo (lámpara).
La mayoría de los que participamos aquí vamos a la calle y estamos más pendientes de la basura que de cualquier otra cosa. Yo recojo basura y después empiezo a trabajar en función de ella, narró Morillo.
Elizabeth Navarrete fue responsable de la escultura Reciclando valores, realizada con monedas, resinas y papel encolado a modo de pequeñas placas de fe, esperanza, fortaleza o claridad.
Por su parte, Marisol García elaboró ¿Ya ves?, en juego de palabras al colocar llaves sobre madera y cera, Rosalía Salerno creó La menina, un homenaje al pintor español Diego Velázquez (1599-1660) construido con cajas de cartón que guardan las etiquetas de la firma transnacional General Electric, y María Cartoni es la autora de Idientidad con ensamblaje de dentaduras postizas inutilizadas.
Derkje van Dillewijn presentó El mundo en jaque, un gigantesco tablero de ajedrez con ensamblaje de cajas usadas de discos compactos que soportan a disquetes trabajados como diminutos collages. ¿Los reyes? No faltaba más: George W. Bush, presidente de Estados Unidos, y el derrocado presidente iraquí Saddam Hussein.
A su vez, Santiago Aguirre elaboró Ave de Troya, una escultura de más de un metro y medio de envergadura con maderas encontradas al deambular. Cada año es una sorpresa, no deja de asombrarme la creatividad para trabajar con materiales que otros menosprecian, dijo sobre sus compañeros este artista que lleva siete años acudiendo a la muestra.
Año tras año reafirmamos y concientizamos en la campaña de reciclar, de no arrojar basura a la calle, y la receptividad del público es excelente, dijo Castillo.
Aprovechar objetos y materiales diversos para la creación que alimentó corrientes del siglo XX como el dadaísmo y el pop-art. Desde esta óptica, nada debe desperdiciarse, cualquier cosa puede ser reutilizada, no importa si se trata de latas, clavos, vidrios, maderas, resinas, monedas, fragmentos de juguetes o CD (discos compactos), expuso Krasner.
El grupo Pronóstico ha organizado encuentros semanales entre artistas y público, para discutir sobre el uso posible de los materiales de desecho. Es una recompensa pedagógica, comentó Marta Szinetar, otra de las participantes.
El salón no hace competir a las obras ni otorga recompensas lo que lo vuelve sumamente limpio, sin favoritismos, según Murillo, en tanto procura abrir espacios para los artistas jóvenes e innovadores, recalcó Krasner.
La novena edición de El arte por el reciclaje se abrió el 26 de septiembre y permanecerá durante cuatro semanas en el museo, en tanto se considera la posibilidad de llevarla a otras ciudades venezolanas.
La muestra se ha mantenido como una iniciativa privada. La que, por cierto, tiene abundante materia prima a su alrededor, pues los bajos del Parque Central, céntrico bosque de rascacielos con residencias y oficinas públicas donde está el Museo de Arte Contemporáneo, virtualmente se ahogan en basura.