UGANDA: Amnistía por onda radial

Con una pierna de menos, Jackson Acama se sostiene con dificultad sobre sus muletas. A los 42 años, es uno de los ex miembros más veteranos del rebelde Ejército de Resistencia del Señor (LRA) refugiados en el centro de rehabilitación de la organización humanitaria World Vision en Gulu, en el norte de Uganda.

Según su propio relato, Acama tenía un puesto de alto rango en ese grupo fundamentalista cristiano que lucha desde 1986 para derrocar al presidente Yoweri Museveni, hasta que se enteró por la radio de un programa gubernamental de amnistía.

En abril de este año, Jackson arregló con las autoridades su repatriación desde el vecino Sudán, donde todavía tienen sus bases muchos guerrilleros del LRA. El ex rebelde fue amnistiado, al igual que los otros 174 hombres refugiados en el centro de World Vision.

Las malas relaciones entre Kampala y Jartum permitieron que los rebeldes ugandeses operaran desde Sudán durante años. A su vez, el gobierno sudanés acusaba al de Uganda de respaldar al insurgente Ejército de Liberación Popular de Sudán (SPLA).

Sin embargo, las conversaciones de paz entre funcionarios sudaneses y el SPLA modificaron la situación política en esta zona de Africa oriental. Y aunque Uganda no ha comenzado oficialmente las negociaciones con el LRA, la rendición de rebeldes como Acama puede ser una señal de la cercanía del fin de la guerra civil de 17 años.
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El LRA opera en los distritos de Gulu y Kitgum, conocidos como Acholiland, donde reside la mayoría de la comunidad acholi. Se le atribuyen al grupo rebelde miles de secuestros, asesinatos y amputaciones a civiles.

Más de 850.000 de los 1,2 millones de acholis fueron desplazados por la lucha entre el ejército y los rebeldes, que pretenden instaurar un Estado teocrático basado sobre los 10 mandamientos bíblicos.

Nadie conoce con exactitud la cantidad de integrantes de la organización, encabezada por Joseph Kony. Varias fuentes indican que serían unos 6.000.

World Vision aseguró el año pasado que miles de niños y niñas fueron obligados a combatir en sus filas, a trabajar como esclavos o a prestarle servicios sexuales a sus milicias. Más de la mitad de los combatientes del LRA tienen entre seis y 17 años, según organizaciones de derechos humanos.

El programa gubernamental de amnistía fue establecido en 2000. Desde abril de este año, más de 6.500 rebeldes del LRA salieron de la selva para incorporarse al programa, y otros 823 se les unieron entre junio y agosto pasados.

Un comandante del ejército ugandés, Nathan Mugisha, afirmó que un promedio de ocho a 10 rebeldes se presentan cada día a los cuarteles del distrito de Gulu. ”No tienen base, viven como nómades, y pasan hambre. Todos los días hay deserciones”, sostuvo el militar.

Al igual que Acama, numerosos ex insurgentes dicen que se enteraron de la amnistía por la radio, en su mayoría por la estación Mega FM, de Gulu, la más popular en el norte de Uganda.

El programa más escuchado de Mega FM es ”Dwogpaco” (”Regreso al hogar”), que se emite tres noches por semana en el idioma acholi, bajo la conducción de John Lacambel. Dwogpaco se emite también por Radio Juba, en el sur de Sudán, y en él participan ex miembros del LRA recién amnistiados, exhortando a sus antiguos camaradas a abandonar las armas.

”Este programa ha hecho posible que los rebeldes comprendieran el valor de la amnistía. Sin él, tendrían miedo de volver, de ser asesinados”, declaró Lacambel.

Según Stephen Opio, productor de Mega FM, la estación radial fue creada para promover la resolución del conflicto y la pacificación de la región. Además de ”Dwogpaco”, Mega FM transmite programas de entrevistas políticas y ha veces recibe llamados telefónicos de comandantes del LRA desde la selva. En una ocasión, dialogó con el propio Joseph Kony.

Los directores de la radio procuran a la vez ganarse la confianza de los insurgentes y no enojar al gobierno ni al ejército.

”Si nos ponemos del lado del gobierno, los rebeldes no nos escucharán ni creerán en nosotros. Existe confianza en esta radio, y el gobierno la aprovecha”, señaló Opio.

Lamentablemente, quienes más precisan escuchar el mensaje radial no pueden hacerlo. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), unos 12.000 niños y niñas fueron secuestrados por el LRA desde junio de 2002, y más de 20.000 desde 1986. Muchos han regresado a sus hogares, pero miles están desaparecidos.

Esos niños forzados a la guerra raramente tienen acceso a una radio, por lo tanto lo más probable es que no estén enterados de la amnistía. Además, los comandantes los amenazan con matarlos si tratan de escapar, afirmó Francis Komakech, de 18 años, que fue secuestrado por los rebeldes hace varios años y logró huir.

”Si eres un soldado no puedes escuchar la radio, por lo tanto los que están en la selva no están enterados todavía (de la amnistía). Pero si pudieran escucharla, esta guerra terminaría”, declaró Komakech.

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