No pague mucho a sus empleados, sólo págueles siempre. Esta parece ser la fórmula descubierta por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para obtener trabajadores felices y productivos.
El factor más importante en la felicidad de los ciudadanos no es el nivel de ingreso, sino la seguridad en el ingreso, medida por su protección y acompañada por un bajo nivel de desigualdad, dice un nuevo informe de la OIT, con sede en Ginebra.
Por supuesto, los niveles de ingreso son más fáciles de medir que el grado de satisfacción de los ciudadanos. Pero precisamente eso es lo que mide el Indice de Seguridad Económica de la organización, publicado en su nuevo informe Seguridad económica para un mundo mejor.
Hemos tomado medidas de felicidad que han sido calculadas a través de los años por organizaciones independientes de Holanda y otros países, señaló Guy Standing, director del programa de seguridad socioeconómica de la OIT y coordinador del nuevo informe, en una entrevista con IPS desde Ginebra.
La felicidad se mide preguntando a muestras representativas de cada país acerca de su nivel de satisfacción y observando la distribución de cada muestra, explicó Standing.
El estudio halló sustento estadístico para la creencia de que el aumento del ingreso no necesariamente incrementa la felicidad.
Varias investigaciones nuestras han demostrado que, por encima de determinado nivel, los ciudadanos no se vuelven más felices con el enriquecimiento del país, señaló el Standing.
En Estados Unidos, el nivel de felicidad de los ciudadanos ha disminuido en los últimos años, aunque el nivel de ingresos ha aumentado. La seguridad en el ingreso es lo que más influye en la felicidad de las personas, destacó el funcionario.
Sin embargo, observó, varias de las políticas lanzadas en muchas partes del mundo como parte de la globalización de hecho aumentaron la inseguridad en el mercado laboral, porque crearon más y más variabilidad y volatilidad económica, y por lo tanto no sorprende que hayan afectado la felicidad.
Los trabajadores con seguridad son capaces de tomar decisiones más racionales y de enfrentar el futuro con mayor grado de bienestar, destaca el estudio.
Además de la seguridad laboral, otras cosas como la tolerancia social también se han visto afectadas en los últimos tiempos, observó Standing.
Y en nuestros estudios descubrimos que las personas inseguras son menos tolerantes hacia las políticas sociales… Tienden a favorecer la discriminación de minorías, de las mujeres, de los inmigrantes. Este es uno de los peligros de la inseguridad económica, advirtió.
El informe divide a los países en cuatro categorías en términos de seguridad económica: los que marcan el ritmo (con buenas políticas y buenos resultados), los pragmáticos (con buenos resultados pese a no tan buenas políticas), los convencionales (políticas aparentemente buenas con resultados no tan buenos) y los países en que hay mucho que por hacer (políticas débiles con malos resultados).
Sólo Canadá, Europa occidental y Japón están incluidos en la primera categoría. La segunda incluye a Estados Unidos, Australia y Sudáfrica. En el resto de los países, 73 por ciento de los trabajadores padecen inseguridad económica, según el informe.
Pero el estudio también muestra que algunos países de menores ingresos alcanzan mayores niveles de seguridad económica —y por tanto de felicidad— que algunos países ricos.
La distribución mundial de la inseguridad económica no se corresponde con la distribución mundial del ingreso, sostiene la OIT.
Por ejemplo, Asia meridional y sudoriental tienen una mayor porción de la seguridad económica mundial que del ingreso mundial.
Asia meridional representa cerca de siete por ciento del ingreso mundial y cerca de 14 por ciento de la seguridad económica. En contraste, los países de América Latina ofrecen a sus ciudadanos mucha menos seguridad económica de lo que podría esperarse de sus niveles de ingreso relativos, señala el documento.
El estudio concluye que la seguridad en el empleo está disminuyendo en casi todas partes debido a la informalización de las actividades económicas, la tercerización de servicios y las reformas regulatorias.
Asimismo, la seguridad económica nacional está inversamente relacionada con la apertura de las cuentas de capital. Esto implica que los países en desarrollo deberían demorar esa apertura hasta lograr avances institucionales y políticas sociales que permitan a sus sociedades hacer frente a los choques externos.
El estudio sugiere que los sindicatos y la sociedad civil deben reanalizar su papel y reinventarse para apoyar a los trabajadores.
Las dos formas de seguridad más importantes son la seguridad en el ingreso y la representación básica. Cada grupo necesita un órgano colectivo que represente sus intereses, destacó Standing.
El problema es que tradicionalmente los sindicatos han protegido a cierto tipo de trabajadores, y no a los informales o a las mujeres trabajadoras, señaló.
Además, muchos de ellos no son representativos, democráticos ni transparentes, y ceden fácilmente a poderosos intereses. Por eso es tan importante el surgimiento de organizaciones en la sociedad civil que se asocien con los sindicatos para proteger a los grupos inseguros, concluyó Standing.