SOCIEDAD-BRASIL: Discapacitados requieren más que leyes

Brasil tiene una buena legislación a favor de las personas discapacitadas, pero no la cumple, y falta mucho para que la práctica y la actitud social hacia esa población sean satisfactorias.

Los activistas se apuran a efectuar esta advertencia ante la sorpresa que provoca un estudio según el cual Brasil es uno de los cinco países americanos que mejor tratan a sus discapacitados, junto con Canadá, Costa Rica, Estados Unidos y Jamaica.

El estudio del Centro para la Rehabilitación Internacional (CIR) es parte de su Monitoreo Internacional de Derechos de los Discapacitados, y evaluó a 24 países de América en seis rubros: protección legal, enseñanza y empleo, movilidad, servicios de salud y vivienda, comunicaciones y apoyo a tratados internacionales.

En esos 24, 10 fueron considerados moderadamente inclusivos, entre ellos Argentina, Chile, México y Uruguay.

Los nueve países menos inclusivos son los más pobres de América del Sur y América Central, entre los que se cuentan Bolivia, Guatemala, Guyana y Honduras.

El CIR es una organización no gubernamental (ONG) con sede en Estados Unidos, dedicada a la investigación, capacitación y desarrollo de tecnologías a favor de los discapacitados de todo el mundo.

La evaluación se basa intensamente en la legislación nacional y la adhesión a las convenciones internacionales sobre la discapacidad, por ello Brasil ocupa una buena posición, dijo a IPS Claudia Werneck, presidenta de Escuela de Gente, una ONG de Río de Janeiro especializada en comunicación para la inclusión social.

Brasil es pionero en la ratificación de convenciones, y aprobó leyes calificadas que reconocen una amplia gama de derechos.

Los avances más visibles establecen normas arquitectónicas y urbanísticas para facilitar el acceso a lugares públicos y fijan cuotas mínimas de empleados discapacitados en las grandes empresas, de dos a cinco por ciento del total de la plantilla, según el tamaño de la empresa.

Pero el mayor desafío es cambiar la actitud de la población hacia la discapacidad, señaló Werneck, periodista y autora de varios libros premiados sobre el tema. Un ejemplo es el ”derecho de comunicarse” que aún se priva a los discapacitados.

Los medios de comunicación y los encuentros y actividades públicas suelen ser concebidos exclusivamente para las personas que ven, escuchan y hablan normalmente, casi nunca se agrega el braille, el alfabeto de los ciegos, ni intérpretes en el idioma brasileño de señales (LIBRAS) para sordos, observó la activista.

”Nadie prohíbe la entrada de sordos, ni rechaza a los ciegos en los eventos”, pero eso no constituye inclusión, pues ésta requiere condiciones para que todos puedan participar y expresarse, precisó.

”Falta poco” para que la legislación sea excelente en Brasil, evaluó Marta Gil, coordinadora de la Red Saci, creada por instituciones universitarias para divulgar informaciones por una mejor calidad de vida de los discapacitados.

No hay, por ejemplo, normas para asegurar el acceso al mundo de la informática, pero sí proyectos de ley en trámite parlamentario, informó.

En la vida real, sólo una pequeña parte de la población discapacitada dispone de acceso a prótesis, a transporte público y a servicios de salud adecuados. ”Sin transporte, no pueden ir a la escuela, y sin escolaridad se hace imposible obtener empleos”, dijo Gil a IPS.

Son muy pocos los discapacitados con empleo formal, apenas 537.000, lo que representa sólo dos por ciento del total de empleados formales del país, según un censo de la Fundación Getulio Vargas, centro de enseñanza e investigación en economía y administración.

Según el censo de 2000, en Brasil hay 24,5 millones de discapacitados, o 14,5 por ciento de una población total que llega ahora a 178 millones de personas.

Con todo, Marta Gil considera ”alentadora” la visibilidad que está adquiriendo el tema, por ejemplo con el buen desempeño de atletas brasileños en los Juegos Paraolímpicos, que se desarrollan desde el viernes y hasta el 28 de septiembre en Atenas.

Hasta el miércoles Brasil había conquistado ocho medallas de oro, dos más que el total alcanzado en los juegos anteriores de Sidney, en 2000. Las becas concedidas a los atletas de alto desempeño, con recursos recaudados por una lotería oficial, están produciendo campeones.

Lo más importante es que por primera vez la televisión y otros medios de comunicación están difundiendo intensamente las Paraolimpíadas, haciendo más visible la cuestión y mostrando las capacidades de los discapacitados, celebró Gil.

El ”trabajo de hormigas” por los derechos de esa población, que venía obteniendo algún éxito, gana ahora un fuerte impulso, acotó.

Pero los resultados de las Paraolimpíadas pueden falsear la verdad sobre el tratamiento que reciben los discapacitados en Brasil.

Son pocos los favorecidos, dijo a IPS Cintia Regina Ribeiro, parapléjica desde 1987 a causa de un accidente vial, y campeona del básquetbol que disputó las Paraolimpíadas de 1996, en la ciudad estadounidense de Atlanta.

Esta vez Brasil no llevó un equipo femenino de básquetbol a Atenas y no hay apoyo para la práctica regular de ese deporte. Las leyes brasileñas son buenas, pero están muy lejos de la realidad, coincidió la atleta, funcionaria de una institución que asiste a discapacitados en Río de Janeiro.

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