El precio del petróleo ligero en torno a los 50 dólares por barril llena los bolsillos de algunos países en América Latina y el Caribe, obliga a apretarse el cinturón a otros y recuerda a todos que la integración energética de la región todavía es un sueño muy lejano.
Venezuela, el quinto exportador mundial con ventas de entre dos y 2,5 millones de barriles por día, obtendrá este año al menos 5.500 millones de dólares adicionales al despachar cada barril de 159 litros a un promedio anual de 33 dólares, 13 dólares por encima de lo calculado en su presupuesto de ingresos.
Pero en América Central, el alto precio del petróleo está destrozando las economías, dijo el presidente salvadoreño Tony Saca. Aunque se estabilice en la banda de los 30 dólares es un aumento enorme, porque hace cinco años pagábamos nueve, agregó.
Son dos muestras del impacto diferente del aumento de los precios internacionales del crudo entre los exportadores e importadores netos de energía, un desequilibrio que en el caso latinoamericano y caribeño tiene mecanismos de compensación muy pequeños o embrionarios.
Saca pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA), a la Organización de las Naciones Unidas y a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) explorar vías que permitan a las naciones pobres y pequeñas de la región evitar que el incremento de los precios del crudo los lleve a la quiebra financiera.
Esta crisis es una oportunidad para revitalizar acuerdos hacia la integración energética, la que debe comenzar por alianzas entre las empresas petroleras de la región y por revitalizar la alicaída Organización Latinoamericana de Energía, con sede en Quito, dijo a IPS Francisco Mieres, del posgrado en economía petrolera de la Universidad Central.
En toda la región, las cuentas nacionales, la actividad bursátil, las expectativas de costos de producción, de inflación, consumo, empleo y crecimiento del producto bruto son afectadas por precios petroleros que duplican los de hace un año, así como incide en las políticas de los Estados con relación al negocio de los hidrocarburos.
México, el octavo productor mundial de petróleo y que obtiene por sus ventas un tercio del total de ingresos por exportaciones, ya pudo trasladar a sus gobiernos estaduales 1.200 millones de dólares extras por esta vía, debido a que su crudo se vende a 40 dólares el barril.
En cambio, sus importaciones de gas natural desde el vecino Estados Unidos son cada vez más costosas y las perspectivas son que su demanda del fluido se incremente de los actuales 1,2 millones de pies cúbicos diarios a 4,3 millones de esas unidades dentro de dos décadas, según la Convención Panamericana de Ingeniería..
Esas preocupaciones para el largo plazo son un lujo que no pueden darse los gobiernos de sus pequeños vecinos centroamericanos y caribeños, bajo el imperio de la emergencia, que incluye racionamiento eléctrico, cierre de oficinas y fábricas, aumento en los precios del carburante y uso restringido del aire acondicionados y de vehículos oficiales.
Los empresarios nicaragüenses temen una caída del consumo, los hondureños se angustian por los costos para las empresas maquiladoras (industrias de zona franca) en su territorio y dominicanos por una merma en la llegada de turistas desalentados por los apagones y los mayores costos del pasaje aéreo, al aumentar el costo del combustible de las aerolíneas..
En Cuba, cuyas plantas termoeléctricas se alimentan con petróleo nacional muy pesado, el gobierno dispuso apagones de hasta seis horas diarias en La Habana y otras ciudades, restricciones al uso del aire acondicionado y el cierre temporal de 118 fábricas.
En tanto, el precio de la gasolina en Panamá subió esta semana 13 centavos de dólar por galón (3,8 litros), para ubicarse entre 2,27 y 2,33 dólares, tan costosa como la más cara de Estados Unidos.
Diez países de América Central y el Caribe se benefician desde 1980 del Pacto de San José, por el que México y Venezuela se reparten a partes iguales el suministro de 160.000 barriles diarios de petróleo con financiamiento de hasta 20 por ciento de la factura, si los Estados usan los recursos en proyectos de desarrollo.
Un acuerdo similar de suministro petrolero al que tienen Argelia y Libia, socios de Venezuela en la OPEP, con sus vecinos africanos.
Venezuela, además, estableció hace tres años el llamado Acuerdo de Caracas, por el que entrega con financiamiento blando cerca de 80.000 barriles diarios de petróleo a vecinos caribeños, lo que beneficia sobre todo a Cuba, con 53.000 unidades.
En América del Sur los más afectados son Chile, Paraguay y Uruguay, que no producen petróleo. El precio de la gasolina chilena, hoy a 90 centavos de dólar por litro, aumentó tres por ciento la última semana y sus economistas exponen que un barril de crudo sostenido en la banda de 40 a 50 dólares el barril puede agregar un punto a la inflación, de dos a tres por ciento anual.
El valor promedio al público de los distintos tipos de gasolina uruguaya se ubica arriba de un dólar por litro y el gobierno, que controla el precio de venta de este producto cuya producción es monopolio estatal, estudia aplicar el cuarto aumento en lo que va del año.
Paraguay busca con Venezuela, al igual que lo hizo Argentina, una negociación de gobierno a gobierno para importar 20.000 barriles diarios de gasóleo, con algunas facilidades de pago y a cambio de exportar a Caracas 300 toneladas mensuales de carne, así como aceite y soja.
El gigante de la región, Brasil, pasa esta crisis en sus mejores condiciones históricas, pues produce 1,75 millones de barriles diarios de petróleo, que casi satisfacen su demanda de 1,85 millones de unidades.
Además, como el grupo estatal Petrobras encuentra nuevos yacimientos en el subsuelo de su zona económica del océano Atlántico, ese país logrará el año próximo su autoabastecimiento.
En tanto, en Argentina, que produce el doble del petróleo que consume, no hay inconvenientes de suministro, pero en cambio, al igual que en Brasil, la economía sufre el impacto desde el frente bursátil, con inversionistas atentos a las señales de la economía internacional antes de tomar nuevos riesgos.
Para los países de la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), todos con importantes depósitos de hidrocarburos, los altos precios son tanto una oportunidad de más ingresos como de tiempo para agilizar los proyectos de inversión.
La falta de inversión en la industria es una de las razones por las cuales la demanda global, que ha crecido 1,3 millones de barriles diarios en los últimos 15 años, se ha acercado a la capacidad de producción mundial, apenas 1,5 o dos millones de barriles por encima de los 82 millones que el planeta devora cada día.
El ministro de Energía de Colombia, Luis Mejía, pidió a los inversionistas acudir tanto a tierra firme como a nuevas concesiones demarcadas en la zona económica de su país en el mar Caribe, porque necesitamos con urgencia revertir nuestra difícil situación en hidrocarburos.
Consumimos nuestras reservas más velozmente de lo que podemos reponerlas, y no nos podemos permitir la pérdida del autoabastecimiento, sostuvo Mejía. Colombia produce 520.000 barriles por día y consume unos 300.000, pero quiere extraer hasta 700.000 unidades para mantener un sólido ingreso por exportaciones de crudo.
Ecuador, que extrae 510.000 barriles diarios de petróleo, elevó su meta de producción para enero a 527.000 unidades y negocia proyectos para agregar otros 43.000. Por su parte, la firma estatal Petroecuador recogerá por ventas al cierre de este año unos 4.000 millones de dólares, con un barril que se cotiza a casi 30 dólares, 12 más que lo presupuestado para el ejercicio fiscal.
En Perú, los transportistas se agitan ante las probables alzas en el precio del carburante y exigen al presidente Alejandro Toledo que agilice las ventas de gas del yacimiento de Camisea, para abaratar la obtención de combustible, mientras que en Bolivia urgen al parlamento a legislar sobre los hidrocarburos, incluyendo la creación de una empresa estatal petrolera.
El nuevo cuadro entrega razones a la prédica del presidente venezolano Hugo Chávez, quien propone una alianza entre las petroleras estatales de América del Sur para concretar acuerdos de exploración, producción, comercialización y suministro e hidrocarburos, por oposición a las políticas casi exclusivamente nacionales seguidas hasta ahora.
Petróleos de Venezuela (Pdvsa), estrenará este viernes una sede en Buenos Aires, para impulsar Petrosur, la alianza favorecida por el ingreso de Venezuela como miembro asociado del Mercado Común del Sur (Mercosur).
Pero todavía, en la estrategia petrolera, los países productores, comenzando por los de la OPEP, priva su relación con los consumidores del Norte industrializado y miran poco hacia el Sur, deploró Mieres.
Elie Habalián, ex gobernador venezolano ante la OPEP, comentó a IPS que un país como Venezuela debe tejer alianzas petroleras con los vecinos de América Latina y reservar una parte considerable de su producción para los mercados latinoamericanos.
Cualquier proyecto de integración que se adelante en América Latina para superar la pobreza y marchar hacia el desarrollo requiere de energía. Y el autoabastecimiento es perfectamente posible para la región, insistió Habalián.
Según estadísticas de la firma británica British Petroleum, los países de América Latina y el Caribe extrajeron el año pasado 10,5 millones de barriles de crudo y consumieron 6,5 millones —lo cual dejó un excedente exportado de cuatro millones de unidades— y produjo tanto gas natural como el que consumió, 155.000 millones de metros cúbicos.