Productos y servicios de comercio justo, redes de trueque y cooperativas agrícolas, artesanales o industriales se exhiben como alternativas a la ausencia del mercado y del Estado allí donde la crisis económica golpea más fuerte. El III Foro Social Uruguay (FSU) tiene en la economía solidaria su leitmotiv.
Las iniciativas de economía solidaria son un factor dinámico de cambio y pueden lograr un gran impacto en América del Sur si cuentan con apoyo del Estado, señalaron participantes del FSU, que se lleva a cabo desde el jueves hasta este domingo.
Convocado por unas 40 organizaciones no gubernamentales, sindicatos y grupos ambientalistas, el FSU inició sus actividades con conferencias y una feria enfocadas en las economías solidarias, para subrayar el creciente interés por esta oferta de desarrollo.
Cada vez más productores están interesados en esta clase de iniciativas y participan. Este año se presentan muchos más emprendimientos que en las otras ocasiones. Es un tema bien importante, que se ha ido agrandando en Uruguay con los años, dijo a IPS Vivianne García, del Comité Organizador del FSU.
En la categoría de economía solidaria o economía social ingresan modos de producción y distribución alternativos, basados en la sociabilización de los medios, como las cooperativas, aunque no únicamente.
Pequeños agricultores, artesanos, comerciantes e industriales, en la ciudad y en el campo, se asocian para intercambiar bienes y servicios, financiar proyectos de beneficio común, producir de modo sustentable (como la agricultura orgánica), o establecer formas de distribución y precios que eluden el lucro de la intermediación (como el comercio justo).
Todo se hace con independencia del gobierno y de las corporaciones extranjeras.
La economía solidaria es una alternativa a políticas públicas que, debido al clientelismo político, al sectarismo de algunos grupos de ciudadanos y a las luchas entre los partidos, benefician sólo a ciertos intereses privados, dijo el economista brasileño Luiz Inácio Gaiger.
Para que existan verdaderas políticas públicas se debe cerrar un círculo de cooperación entre los ciudadanos, la sociedad civil organizada, el poder político y el Estado, dijo el viernes el experto, asesor del gobierno de Brasil en economía solidaria, durante una conferencia en el marco del FSU.
Si no contribuyen todos estos actores, se van a generar cosas que no son de verdadero interés público, sino que en realidad servirán a otros intereses, señaló.
Las estrategias de economía solidaria —entre las que se cuentan el explosivo crecimiento de la red de trueque en Argentina, cuando el país colapsó a fines de 2001— nacen frecuentemente como respuesta a las crisis sociales y económicas.
Sin embargo, una crisis en las modalidades convencionales de subsistencia no es el único elemento que conforma el escenario apropiado para el surgimiento de estos proyectos, explicó Gaiger.
Se necesita que haya, en determinado grupo social, experiencia en prácticas asociativas, presencia también de grupos mediadores aptos para canalizar las demandas populares y un escenario político ideológico favorable, dijo Gaiger, profesor de la Universidad del Vale do Rio dos Sinos, en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre.
En su opinión, en América del Sur existe un escenario político adecuado, y la consolidación de este tipo de empresas podría tener un gran impacto en la economía regional.
Las empresas solidarias se diferencian de iniciativas extranjeras en que, entre otras cosas, no huyen a lugares con mayores incentivos fiscales, dejando a cientos de personas sin trabajo, dijo Gaiger a modo de ejemplo.
Los emprendimientos de economía solidaria tienen un obstáculo de movilidad que es bueno. No entran en esa dinámica que es irracional para los intereses de un país, destacó.
El especialista trabaja en el proyecto Economía Popular Solidaria, de organizaciones civiles e instituciones privadas para promover esta alternativa de desarrollo.
El economista explicó que en Brasil se lograron importantes avances tras la asunción como presidente de Luiz Inácio Lula da Silva, en enero de 2003.
Se creó el Foro Brasileño de Economía Solidaria, integrado por representantes de iniciativas sociales, y la Secretaría Nacional de Economía Solidaria, que financia proyectos comunitarios, fomenta las ferias y crea centros públicos para su difusión.
No obstante, Gaiger reconoció que no todos en el gobierno de Lula creen en este modelo. En el próximo Foro Social Mundial, a realizarse en enero en Porto Alegre, la economía social será uno de los temas principales.
Una feria de economía solidaria se instaló desde el jueves hasta este sábado en el salón central de la Intendencia Municipal (alcaldía) de Montevideo, donde se ofrecen productos elaborados por asociaciones de pequeños productores.
Las actividades del FSU se desarrollaron jueves y viernes en instalaciones de la alcaldía, mientras en el fin de semana se llevan a cabo decenas de talleres, seminarios, exposiciones y conferencias en los barrios populares de La Teja y el Cerro, en el oeste de la capital uruguaya.
Este traslado tiene el propósito de acercar las actividades a la población y lograr una mayor participación, además de resaltar el valor histórico de esos barios en lo que tiene que ver con movimientos sociales, explicó García a IPS.
Los lugares elegidos son teatros, centros culturales y colegios católicos, a los que asisten activistas uruguayos y de Argentina y Brasil.
Algunos de los organizadores son la Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras para Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC Uruguay), Amnistía Internacional – Uruguay, el Instituto del Tercer Mundo, Movimiento Uruguayo de los Sin Techo, Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos-Desaparecidos, Redes-Amigos de la Tierra, y el Servicio de Paz y Justicia.


