Luego del traspaso de la bandera olímpica de Atenas a Beijing esta semana, organizaciones de derechos humanos concentran su atención en China, que ha prometido ser el mejor anfitrión de los Juegos Olímpicos en 2008.
La construcción de modernas obras y los triunfos deportivos no serán suficientes. El mundo estará observando si China es capaz de abrirse y otorgar libertades básicas a sus ciudadanos, advirtió Brad Adams, director ejecutivo de la división asiática de Human Rights Watch, una organización estadounidense de derechos humanos.
El prestigio internacional de ser anfitrión de los Juegos Olímpicos en 2008 debe acompañarse de responsabilidades, exhortó Adams, y señaló que una vergonzosa conducta de violaciones a los derechos humanos no es manera de recibir al mundo en Beijing.
En su sitio de Internet, Human Rights Watch denuncia la censura de prensa, los desplazamientos forzados de minorías étnicas, el encarcelamiento y la ejecución de disidentes en China.
Mientras una multitud recibía con vivas a los atletas chinos en el aeropuerto de Beijing y y celebraban la llegada de la bandera olímpica desde Atenas, la policía detenía en la capital a dos activistas del Tibet y a dos periodistas.
Los activistas, el estadounidense Han-Shan y el australiano Liam Phelan, habían desplegado una pancarta que decía No a las Olimpíadas en China hasta que Tibet sea libre en el Parque de las Minorías Étnicas en construcción en Beijing como parte del complejo olímpico. Tras su detención, fueron deportados.
Tibet es una región del Himalaya que China invadió en 1950 e incorporó a su territorio. Su líder espiritual, el Dalaí Lama, huyó en 1959 a India, donde encabeza un gobierno en el exilio que intenta obtener más autonomía para la región.
Los Juegos Olímpicos de 2008 serán los primeros celebrados en China. En 1995, Beijing perdió su apuesta frente a Sidney, Australia, para ser anfitrión de las competencias de 2000.
Para China, ser sede de los Juegos es un enorme orgullo nacional, que autoridades y ciudadanos por igual consideran como una admisión simbólica en el mundo industrial moderno.
Ser un buen anfitrión de las Olimpíadas de 2008 es nuestra solemne promesa a la comunidad internacional, una gran responsabilidad sobre nuestros hombros y un glorioso deber histórico, declaró a la prensa en el aeropuerto Liu Qi, secretario del gobernante Partido Comunista en Beijing y presidente del comité organizador de los Juegos Olímpicos.
Las autoridades prometieron unos Juegos inigualables, con construcciones de vanguardia y una ciudad verde. En lo deportivo, exhortaron a los atletas a mostrar un desempeño aún mejor que el exhibido en Atenas, donde China logró el segundo lugar en el medallero, después de Estados Unidos.
El equipo olímpico chino logró un récord de 32 medallas de oro en Atenas, y obtuvo esta semana una recepción de héroes.
Mientras China se regodea en la gloria de sus logros olímpicos, activistas de los derechos humanos de todo el mundo intensifican su campaña por los derechos humanos y la libertad de prensa en este país.
Human Rights Watch lanzó esta semana el sitio web China Olympics Watch, desde el cual vigilará cuestiones de derechos humanos en la carrera hacia los próximos Juegos.
Representantes de grupos que defienden la autonomía del Tibet exhortaron al Comité Olímpico Internacional a advertir a China que su designación como sede de los próximos Juegos Olímpicos podría ser revocada si no mejora su tratamiento a los derechos humanos.
Mientras China celebra la recepción de la bandera olímpica, cientos de presos políticos tibetanos languidecen en prisión y el pueblo tibetano vive sin sus derechos humanos básicos, lamentó Allison Reynolds, directora de la Campaña por Tibet Libre, con sede en Gran Bretaña.