Sudán acusó a Estados Unidos de azuzar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para que le aplique sanciones por la crisis humanitaria en Darfur, a la que el secretario de Estado Colin Powell calificó este martes de genocidio.
La cuestión de las sanciones será la continuidad de acciones injustas de Estados Unidos, como lo que hizo en Iraq, dijo a IPS el vicepresidente del parlamento sudanés Anglo Beada, luego de una conferencia de prensa en Nairobi.
Estados Unidos actúa como un elefante en un bazar, agregó.
El comentario de Beada responde a la circulación de un nuevo proyecto de resolución presentado por Washington al Consejo de Seguridad de la ONU, en que reclama acciones concertadas para detener las violaciones de derechos humanos en la occidental región sudanesa de Darfur.
Powell declaró que los ataques de los Janjaweed contra los agricultores negros de los últimos 18 meses en Darfur constituían un genocidio —término que Estados Unidos hasta ahora se había negado a emplear— y se comprometió a gestionar sanciones contra Jartum ante el Consejo de Seguridad.
Darfur ha sufrido desde el año pasado el conflicto por la tierra y el agua entre las milicias árabes Janjaweed (hombres a caballo, en árabe) y las etnias negras fur, masaalit y zaghawa.
El conflicto comenzó cuando dos movimientos rebeldes, el Movimiento/Ejército para la Liberación de Sudán (SLM/A) y el Movimiento por la Equidad y la Justicia (JEM), se levantaron en armas contra el gobierno para protestar contra la supuesta despreocupación del gobierno de Sudán respecto del desarrollo de la región.
Estas organizaciones habrían recibido apoyo de las comunidades fur, masaalit y zaghawa, contra las que hubo una escalada de ataques en los últimos meses.
La ONU ha calificado la crisis humanitaria en Darfur como la peor de la actualidad.
Las lluvias y las enfermedades infecciosas han agravado la situación de los fur, masaalit y zaghawa, asediados por las milicias árabes Janjaweed, que contarían, según insistentes versiones, con el apoyo del gobierno sudanés.
Desde el inicio de la crisis en Darfur, unos 50.000 negros fueron asesinados y más de 1,4 millones debieron abandonar sus hogares por el asedio de las Janjaweed.
No hay duda de que el gobierno islámico y árabe en Jartum patrocinó, armó o reclutó a las milicias, informó la relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias y arbitrarias, Asma Jahangir.
Los Janjaweed —que, al igual que sus víctimas, son musulmanes— con frecuencia usan uniformes del ejército regular y vehículos oficiales, añadió. Su actividad es calificada por organizaciones internacionales de derechos humanos de limpieza étnica.
La iniciativa de Estados Unidos incluye una referencia a posibles sanciones contra la poderosa industria petrolera sudanesa.
Esta no es la primera vez que Sudán sería blanco de sanciones, recordó Beada. Lo hemos experimentado antes. Pero la propuesta es injusta y no nos dejaremos estar. Haremos oir nuestra voz.
En 1997, el Congreso legislativo estadounidense impuso sanciones económicas a Sudán, al que acusó de patrocinar el terrorismo y oprimir a su minoritaria población cristiana.
Además, la iniciativa a consideración del Consejo de Seguridad llama a ampliar la actual fuerza de mantenimiento de la paz en Darfur implementada por la Unión Africana (UA) y auspiciada luego por la ONU.
La cumbre anual de la UA resolvió hace dos meses enviar una fuerza de 300 soldados para proteger a 60 observadores civiles del bloque que controlaban el cumplimiento del cese del fuego firmado en abril entre el gobierno, el SLM/A y el JEM.
Hasta ahora, los ejércitos de Ruanda y Nigeria desplegaron tropas en Darfur.
El 28 de julio, el Consejo de Seguridad dio a Sudán 30 días para desarmar a los Janjaweed. El plazo venció el 30 de agosto, pero se estima que Jartum no dio pasos significativos para desactivar a las milicias. El gobierno sudanés, hegemonizado por la población islámica, afirma que sí lo ha hecho.
Hasta ahora, el gobierno ha desarmado a 375.000 hombres, 30 por ciento de los Janjaweed. Seguimos con el proceso y hemos desplegado 40.000 militares en Darfur para proteger a los civiles, aseguró Beade.
El legislador también negó que la población negra siga siendo blanco de ataques. No es verdad que los civiles aún sufren ataques. No ha ocurrido ninguna matanza desde que el gobierno aceptó reprimir a los Janjaweed, sostuvo.
Las gestiones de la comunidad internacional deberían apuntar a asegurar e éxito de las negociaciones de paz entre Jartum y los insurgentes, añadió Mohammed Bakhiet, presidente de la Comisión de Defensa y Seguridad del parlamento sudanés.
Funcionarios del gobierno se han reunido desde el 23 de agosto con representantes de las dos organizaciones rebeldes en Abuja, con la mediación de la UA. Pero el diálogo está bloqueado.
El conflicto en Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, comenzó en los años 70 como una disputa étnica de baja intensidad entre nómades árabes y agricultores indígenas negros sobre las tierras de pastoreo en esta región proclive a las sequías.
Pero la tensión evolucionó hacia una guerra civil que estalló en febrero de 2003.
Entonces, las dos organizaciones rebeldes reaccionaron con violencia al continuo hostigamiento de las milicias progubernamentales y a la falta de inversiones en el desarrollo de la zona.
Ambos grupos lanzaron ataques, a veces conjuntos, contra instalaciones militares en rechazo de las redadas de Janjaweed contra sus comunidades y la postergación a la que las somete Jartum. Los rebeldes son apoyados por la población no árabe que constituye la mayoría de la región.
La respuesta del gobierno fue un aumento del apoyo a los 20.000 miembros de Janjaweed y una escalada de las ofensivas contra la población civil.
Luego de revisar durante dos meses la situación en Darfur, Powell dijo ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense que se ha cometido un genocidio en Darfur, que el gobierno y las Janjaweed son responsables y que el genocidio podría estar siguiendo ahora.
El calificativo de genocidio, una exigencia formulada desde abril en Estados Unidos al gobierno por activistas negros y de la derecha cristiana, no le impone a Washington la obligación de intervenir militarmente o de actuar unilateralmente, aclaró el secretario de Estado.
El vicecanciller sudanés Najeeb al-Khair Abel-Wahab rechazó desde Nigeria el término empleado por Powell y sugirió que sus declaraciones podrían inflamar la región. No creemos que esta actitud ayude en Darfur, sostuvo.
Pero los activistas negros estadounidenses también cuestionaron a Powell. No se declara un genocidio para después no actuar, dijo Salih Booker, director ejecutivo de Africa Action, una red surgida en 2002 de organizaciones que lucharon en los años 70 y 80 contra el apartheid (régimen de segregación racial sudafricano disuelto en 1994).
Debe movilizarse de inmediato una fuerza multinacional para proteger al pueblo de Darfur del genocidio del gobierno, agregó. (*) Con aportes de Jim Lobe, desde Washington (