COOPERACION-EUROPA: Fundaciones se apuntan a metas de ONU

Las fundaciones europeas aumentarán los fondos que dedican a la cooperación con los países del Sur en desarrollo, para contribuir al cumplimiento de los Objetivos del Milenio establecidos en 2000 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Así lo establece el borrador de un documento para ser aprobado la semana próxima, al que accedió IPS, elaborado en una reunión celebrada el miércoles en Madrid, organizada por la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y por la no gubernamental Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos (Aieti).

Los Objetivos del Milenio fueron establecidos en septiembre de 2000 en una sesión especial de la Asamblea General de la ONU a la que asistieron numerosos jefes de Estado y de gobierno y que registraron una aprobación unánime.

Las metas planteadas establecen caminos claros para la reducción de la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, la contaminación ambiental y la discriminación de las mujeres.

Mientras las organizaciones no gubernamentales (ONG) reciben fondos públicos y aportaciones privadas de distinto signo, las fundaciones por lo general los reciben de una sola fuente, que suele ser una gran empresa o una familia multimillonaria.

Por eso, en el borrador se plantea que una de las dudas más importantes es saber ”hasta qué punto es posible para las fundaciones dependientes de empresas separarse de los intereses de esas corporaciones en sus intervenciones de cooperación al desarrollo”.

Porque en Europa, a diferencia de Estados Unidos, la gran mayoría de las fundaciones no son realmente independientes de intereses económicos o políticos claros, añade el texto que se aprobará la próxima semana, una vez que haya sido revisado por todos los participantes.

Entre otros participaron Simon Scott, administrador principal de la Dirección de Cooperación al Desarrollo (OCDE), con sede en París, John Richardson, director ejecutivo del Centro Europeo de Fundaciones, con sede en Bruselas, y Tomás Mallo, secretario general de Aieti.

También asistieron Rafael Mondaca, director general de la Fundación Once para América Latina, Daniel Runde, de la Alianza Global para el Desarrollo, con sede en Washington, María Torras, jefa de programas sociales de la Fundación Un Sol Mon (Un Solo Mundo), de Barcelona, y Carlos Paramés, secretario general de la Asociación Española de Fundaciones.

En la reunión del miércoles, Scout recordó que las religiones impulsaron el nacimiento de fundaciones.

Eso fue así porque, explicó, ”todas las grandes religiones del mundo apoyan las donaciones con fines caritativos, sea para aliviar la pobreza y el sufrimiento o para acoger a los extraños”.

De ese modo, puntualizó, el judaísmo incluye la costumbre del diezmo, que consiste en reservar una décima parte de las ganancias para la beneficencia. También que uno de los pilares del Islam obliga a sus creyentes a donar el 2,5 por ciento de su ingreso anual y de su riqueza con fines caritativos. Algo similar ocurre con el hinduismo, el jainismo y el cristianismo, añadió.

Pero en la actualidad la filantropía es más mundana, puesto que ”las contribuciones caritativas están tradicionalmente libres de impuesto”, como se notó con una de las primeras, la creada por el estadounidense Henry Ford ”con el objeto de proteger su riqueza de la fiscalidad”, puntualizó.

Por eso en la actualidad ”es muy fina la línea de separación entre el incentivo fiscal de la filantropía y la facilitación de la evasión fiscal y el surgimiento de conflictos de interés”.

Diversas fuentes citadas por los participantes establecen que en los últimos años las aportaciones de fundaciones privadas para cooperar con el desarrollo del Sur totalizaron unos 3.000 millones de dólares anuales, una buena parte de ellas donadas por la Fundación Gates, creada por el multimillonario creador de Microsoft, Bill Gates.

Una mención especial, en sentido negativo, lo recibieron la Fundación Carlsberg, de Dinamarca, que es propietaria de las empresas cerveceras de los Carlsberg, y la Fundación Bertelsman, de Alemania, que posee más de 70 por ciento de las acciones de Bertelsmann AG, un grupo de medios de comunicación.

De unas 85.000 fundaciones que existen en Europa occidental, 25.000 están en Suecia, 14.000 en Dinamarca, 8.800 en Gran Bretaña, 8.312 en Alemania, 8.000 en Suiza, 3.000 en España y el resto en proporciones menores en los demás países.

Entre todas ellas donaron para acciones en países en desarrollo 350 millones de dólares en 2002, la última cifra que manejaron los asistentes a la reunión.

La fundación que más donó fue Charities Aid, de Gran Bretaña, con 253 millones de dólares, seguida de la española La Caixa con 154 millones, la italiana Compagnia di San Paolo con 127 millones, y la Cassa di Rispiarmo delle Provincia Lombarda, también de Italia, con 109 millones.

Las demás no superaron los 100 millones de dólares cada una. En el sector privado español, la mayor cooperación al desarrollo proviene de las ONG, que suman 56 por ciento del total, seguidas de las fundaciones con 38,1 por ciento, los bancos y agencias de ahorro con 2,3, las empresas con 1,9 por ciento.

Christian Freres, investigador de Aieti, dijo a IPS que considera necesaria una ”contability”, una rendición de cuentas pública y clara de las actividades de cada entidad, sea una fundación o una ONG.

Al respecto señaló que, cuando se crearon las reglas para los grupos no gubernamentales en España, poniendo límites ”arbitrarios y ficticios” para los gastos administrativos de las mismas, ”se atentó contra el sentido común y se obligó a las ONG a hacer trampas y juegos” para justificar el gasto de las aportaciones recibidas del Estado.

El borrador en discusión culmina con una recomendación a las fundaciones: ”reflexionar sobre la forma en que pueden contribuir más específicamente al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sea a través de acciones propias, o mediante alianzas con otros actores del sistema de cooperación”.

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