La oriental ciudad china de Shanghai fue un modelo de la rígida política de un hijo por pareja aplicada por el gobierno desde fines de los años 70, pero ahora autoriza excepciones y lanzó una campaña contra el modelo de pareja Dink (por las siglas en inglés de doble ingreso sin niños), que se presentaba como ejemplo de prosperidad y éxito.
Eso se debe a que la próspera ciudad, uno de los primeros focos de la liberalización de la economía iniciada hace más de dos décadas, ha disminuido su población cada año desde 1993.
A fines del año pasado, casi 19 por ciento de sus 16,4 millones de habitantes tenían 60 o más años de edad, y se prevé que esa proporción aumentará a 20 por ciento en 2005, y a 33 por ciento en 2020, si no se contrarresta la tendencia con medidas como las que ya comenzaron a aplicarse.
Hasta ahora, el Estado había recompensado a las parejas casadas que decidían no reproducirse, pero ahora estimula a 11 tipos de familia a tener su segundo hijo.
Si las parejas no desean reproducirse, la sociedad no puede desarrollarse de modo saludable. alegó el médico Xia Yi, de la Comisión de Planeamiento Familiar y Población de Shanghai.
Si las actuales tendencias demográficas no varían, una cantidad relativamente pèqueña de personas deberá mantener a un gran número de jubilados, adujo el director de la Comisión de Población de la ciudad, Xie Lingli.
En los años 80, nacían 180.000 bebés por año en Shanghai, y actualmente nacen menos de 60.000. El año pasado, el número de nacimientos fue 57.000 y el de decesos 100.700, lo que determinó un decrecimiento demográfico de 3,24 por mil.
Según funcionarios de población, en los años 50 el promedio de niños por familia era cinco, más elevado que el tradicionalmente alto de las áreas rurales, pero desde los 70 Shanghai se ubicó a la vanguardia de la política de un hijo por familia, lanzada con el argumento de que el país podía colapsar debido a un exceso de habitantes en relación con sus recursos, y aplicada mediante fuertes multas a quienes tuvieran un segundo hijo, salvo autorización expresa de las autoridades.
Una de las consecuencias de esa política es el desequilibrio de género, con 1,2 varones por cada mujer (cuando lo normal en el mundo es una leve mayoría de mujeres), debido a que las parejas presionadas para reproducirse sólo una vez prefieren tener niños, y es frecuente la realización de abortos cuando se sabe que va a nacer una niña.
Demógrafos como el profesor Peng Xizhe, de la Universidad Fudan de Shanghai, sostienen que esa política fue aplicada con especial severidad en la ciudad, que es la más rica del país y constituye, junto con su entorno rural, una división administrativa equivalente a una provincia.
En 1979, 90 por ciento de las parejas urbanas de Shanghai ya se habían comprometido a tener sólo un hijo, y en los años 80, la ciudad y su área rural, donde vivían cinco millones de personas, presentaban una tasa promedio de 1,6 hijos por mujer, similar al de países europeos con pobalción envejecida como Italia.
Con el anterior modelo, las parejas Dink recibían una compensación económica, y ese modelo se extendió especialmente entre los matrimonios formados por mujeres con niveles educativos más altos.
Según una encuesta realizada por la Feeración Municipal de Mujeres de Shanghai, el porcentaje de hogares tradicionales caracterizados por la convivencia de tres generaciones ha disminuido en forma sostenida mientras aumentaba la proporción de familias Dink, que llegaron a constituir 12,4 por ciento de los hogares en 2003.
La misma tendencia se registra en todas las grandes ciudades de China, donde hay por lo menos 600.000 parejas Dink, especialmente en las mayores metrópolis como Beijing, Shanghai, Tianjin, cercana a la capital, y Guangzhou, al sur. En Beijing, casi 10 por ciento de las parejas jóvenes dicen no tener intención de reproducirse.
No se trata sólo del costo de mantener y educar a un hijo, sino también de la libertad de elección, alega Xu Jie, un profesional de poco más de 30 años residente en Beijing.
La presión de la sociedad para que nos convirtamos en madres en mucho menor, y eso es algo precioso que vale la pena disfrutar. Incluso mis padres se han vuelto menos beligerantes para que le dé un heredero a la familia, dijo a IPS.
El sociólogo Li Yinhe piensa que el creciente número de parejas Dink muestra un aumento de la libertad para elegir estilos de vida.
La gente que elige no tener hijos presta más atención a la felicidad en el presente. Aprecian la relación con su pareja más que la paternidad o maternidad, dijo Li a la agencia estatal de noticias Xinhua.
Pero la escasez de niños en grandes metrópolis como Shanghai causa dolores de cabeza a los funcionarios de población, que tratan de equilibrar la política de control de la natalidad con el intento de evitar el envejecimiento de la sociedad.
Entre los 11 tipos de pareja que ahora pueden ser autorizados a tener un segundo hijo están las formadas por dos hijos únicos, aquéllas integradas por personas que disolvieron vínculos matrimoniales anteriores, aunque ambas tengan ya descendencia.
Si una persona residente en el medio urbano tiene una discapacidad que le impide trabajar, se le autoriza a tener un segundo hijo sin pagar multa, como ocurría ya en el medio rural.
Según estadísticas de la Comisión de Población y Planificación Familiar, desde el lanzamiento en abril de la nueva política, ha aumentado mucho la cantidad de solicitudes de autorización para tener segundos hijos. (